Archipiélago MARQUESAS
Marzo de 2000
Archipiélago MARQUESAS
Al día siguiente llegamos a las islas o archipiélago de las MARQUESAS y, más concretamente, a la primera isla que nos encontramos y que fue la de FATU HIVA. Aquí vivió durante su primer año de matrimonio el famoso THOR HEYERDAHL allá por los años 50. He leído el libro que escribió, titulado: FATU-HIVA. Los nativos, ahora unos 600, reciben una enorme ayuda de Francia sin la cual no podrían tener comodidad alguna. Llueve muchísimo todo el año. La islita es una verdadera maravilla: verde, densa, tropical, muy montañosa, muy agreste…UN ENCANTO. Tiene 2 bellísimas bahías: las Vírgenes y Omoa. Ambas son una maravilla de los dioses. Parece ser que los pocos habitantes provienen de SAMOA y TONGA cuyas migraciones se dieron unos 300 años d.c. En el año 1836 Francia hizo de la Polinesia un protectorado.
Después de la calurosa bienvenida que nos ofrecieron los nativos, dedicamos la jornada a recorrer la isla a pie. Al llegar la noche, tras unas bellas danzas folklóricas, compartimos una exquisita barbacoa con los lugareños. Después de la cena continuamos navegando hacia la otra isla: HIVA-OA.
Ésta, la más grande de las visitadas hasta ahora, tiene 30 x 10 km pero casi todos ellos inaccesibles. Tiene poca población y aquí vivió GAUGUIN hasta 1903, año en que murió. Contaban los ancianos del lugar que el mencionado artista pagaba a los padres de las niñas, todavía colegialas, para poder disponer de ellas. Hay que decir que el conocido pintor murió de sífilis… Visité su tumba que está en el cementerio del pueblecito de ATUONA, en cuyo puertecillo entramos con las zodiacs. El recibimiento fue apoteósico: bailes, lazos de flores, comida típica, etc. La isla es encantadora y, al igual que el resto de las MARQUESAS, es muy verde, muy agreste, muy floreada... muy fácil de enamorarte de ella. La población es bastante grande: 2000 habitantes. Recorrí la parte accesible, visité unos restos arqueológicos y "charlé" con los nativos a quienes les encantaba que los fotografiara.
Los polinesios siempre llevan flores en las orejas. Las lleva el maestro, el funcionario, el alcalde... todo el mundo. Si la flor la pones en la oreja izquierda indica que estás casado o comprometido. Si la pones en la oreja derecha quiere decir que estás soltero o disponible. Si la pones en la derecha pero mirando hacia atrás, indica que buscas pareja desesperadamente... etc.
Noche de navegación y de madrugada ya estábamos frente a otra de las islas MARQUESAS: la isla de UA-POU, que tiene una superficie de 15 x 10 km y una población de 1000 habitantes. Esta vez otro recibimiento encantador nos esperaba. Tan pronto ven el barco a lo lejos, se dan aviso y todo queda parado: la escuela, la oficina del gobierno, el ayuntamiento, etc. Todos vienen a recibirnos. Preparan los collares con flores de árboles que hay por allí al lado, cortan la fruta y preparan el TARO, que es su tubérculo preferido y que equivale a nuestras patatas.
Todas las islas de la Polinesia francesa están llenas de perros que, por supuesto, comen y están listos para ser comidos. Esta vez nos ofrecieron el fruto del árbol del pan, que está riquísimo y, también, una especie de dulce que hacen con él. Por supuesto no faltó la pulpa de coco germinado, que es dulce y sabrosa. La isla, al igual que las anteriores, es verde con montañas muy escarpadas y con puntas peladas con cierto aire fálico.
Por la tarde navegamos a otras pequeñas islas deshabitadas llenas de millones de pájaros que anidan y crían en ellas. Circunnavegamos la isla MOTU-OA muy pegados a sus acantilados verticales.
Necesitamos un día entero de navegación para trasladarnos de las islas MARQUESAS hasta otro de los atolones del archipiélago de las TUAMOTU, llamado AHE. Durante la jornada asistí a conferencias sobre pájaros, coral, historia, etc. Hasta nos proyectaron una película de la famosa BOUNTY. El atolón de AHE tiene una preciosa laguna en cuyo interior hay explotaciones de perlas negras. Consiste en un criadero de ostras a las que introducen una bolita de coral para que más tarde se convierta en una perla.
Hablé con un portugués, que había escapado de la legión española, quien tenía un criadero de ostras. Me dio toda clase de explicaciones sobre el negocio. Me dijo que no quería volver a Portugal hasta que no fuera muy rico y que ganaba mucho dinero con este trabajo. Estuve nadando por preciosas zonas de coral observando con las gafas de buceo la maravillosa vida submarina. Desde este atolón navegamos unas 3 horas hasta llegar al atolón de MANIHI.
Es un sitio encantador en el que, una vez más, nos recibieron cariñosamente: bailes, comida, flores, etc. Pasé una tarde divertida. Durante la noche, mientras seguíamos navegando, hice parte de una guardia con mi amiguete filipino del puente del barco, al que conocía de expediciones anteriores. Sobre las 7 de la mañana llegábamos al atolón MATAIVA, con densos palmerales, laguna verde y gente encantadora que salió a recibirnos: música, bailes, etc. siempre igual, aunque lleno de calor humano. Son gentes sencillas y humildes que te agradecen que pases por allí a visitarlos. Atravesé a pie un ancho tramo de laguna. Vi garcetas, terns, palomas, etc. los mosquitos me atacaron las piernas cuando atravesaba un palmeral. Tenían, en ese atolón, una pequeña plantación de vainilla aromática.