Benín 98

Diciembre de 1998

Hasta 1960 Benín ha sido una colonia francesa. Anteriormente tenía el nombre de Dahomey. Éste fue un país de esclavos que eran llevados al continente americano. Tras una dictadura marxista-leninista Benin llega a un sistema, más o menos, democrático en 1995.

Su población es de 5 millones de habitantes y su superficie equivalente a la quinta parte de España. Es muy pequeño, visto en el contexto de África. Son varias las etnias que componen la población: Fon, con un 40% y Yoruba, Adja, Fulbé y otras con un 10% cada una. La capital es Porto-Novo con 200.000 habitantes. Aunque el idioma oficial sea el francés los idiomas que, realmente, se hablan y conocen son el Fon, el Yoruba, etc., los de las etnias. Un 65% de la población son animistas, un 20% católicos y un 15% musulmanes. La unidad monetaria es el CFA de los países francófonos de la zona. Hay casi un 20% de sida.

Es bastante tropical: muy verde, muchos ríos, vegetación densa, bosques, muchos bananos y palmeras, etc. Llueve unos 1.200 mmal año, lo que no es mucho, pero hay un alto grado de humedad, una alta temperatura y un terreno muy bueno en el que crece cualquier cosa. Tanto frutas como verduras son exquisitas. La papaya es buenísima y también lo es el ñame.

Entre los recursos económicos cabe citar: la copra, el aceite de palmera, el algodón, el café, la madera y algo de petróleo. El principal puerto es Cotonou y el analfabetismo llega al 65% ¡Que papeleta! Su renta per cápita es de 370 US$ mientras que España, como dato comparativo, tiene 14.500.

En este país, me refiero a las ciudades, hay millones de pequeñas motocicletas que queman una gasolina muy barata que hecha un humo terrible y crea una especie de neblina que impide ver con claridad.

Durante mi viaje por esta zona entré y salí, varias veces, para ir a Ghana y a Togo. Salía por una parte y entraba por otra con el fin de ir viendo lugares distintos. Cotonou fue la ciudad de Benin en donde estuve más tiempo ya que entré y salí por su aeropuerto. Es sucia como ella sola, con un puerto de mar por el que mueve todas las mercancías. El paulatino agotamiento de los pozos de petróleo ha hecho que el puerto, la ciudad y el país hayan ido perdiendo vida e interés comercial. Así son las cosas, tanto tienes tanto vales.

Benin comparte con Níger y con Burkina Faso el Parque Nacional W que está en la frontera de los tres países. Parque con un nivel normal de animales en donde, no todos los días, pueden verse leones. Curiosamente se llama W porque la forma que toma el río Níger, que lo atraviesa, es como la letra "W".

Se me ocurren algunas curiosidades que son comunes a esta zona de África occidental : la venta de grandes ratas y lagartos por las carreteras, que la fruta es muy buena (mangos, papaya, y sandía), que las mujeres llevan todo en la cabeza en grandes cestas, que las gentes suelen ser amables y humildes, (y que en nada se parecen a otras zona de África central), que la tierra de labor es tan buena que la huerta llega hasta la orilla del mar, que nadie fuma (pues con un 20% de sida y la enfermedad del paludismo ya tienen algo que los mata bien muertos), que la forma de vestir es muy similar en los países de la zona, pues se trata de etnias comunes empleándose el bou-bou o el gran bou-bou.

En cuanto a la forma y los colores de las ropas hay que decir que no son tan bonitos ni tienen tanto colorido como los de Níger, Malí, Burkina, etc. No se ve ni un turista. Tampoco se ve pájaro alguno, salvo los asquerosos cuervos.

Desde Benín me desplacé a Togo y de allí a Ghana.

En la pequeña memoria que hago de esos países cuento las vicisitudes de las fronteras. Aquí solo contaré que el oficial de frontera me pidió dinero y no se lo quise dar, entonces nos dijo que abriera el maletero del coche. Dentro, además de mi "maletilla" polvorienta, había una barra de pan. También me la pidió pero me negué a dársela. Son unos sinvergüenzas.

Entre las zonas de Benín que he visitado recuerdo: El Gran Popó, río de grandes dimensiones que desemboca en una enorme playa que podía tener 30 Km. de longitud. Por este río bajaban a los esclavos para embarcarlos con destino a Centro América. Se calcula que en esta zona se llevaron a lo largo de dos siglos, unos 10 millones. Ganvie es un pueblo de unos 10.000 habitantes, los cuales viven en casas apoyadas en pilotes metidos en el agua y se dedican, exclusivamente, a la pesca. Ha sido muy interesante Abomey-Bohicon, vieja capital real del antiguo Dahomey, donde visité el Museo Nacional y el Palacio Real, todo ello de escaso valor. Porto-Novo, llamado así por los portugueses, es ahora la capital administrativa del país. No vale nada. Tiene unos 200.000 habitantes.

Cotonou es la capital financiera e industrial del país, con 1 millón de habitantes, pero sin valor arquitectónico alguno. Finalmente la visita más interesante ha sido: Ouidah, capital mundial del Vudú. Aquí he aprendido un poco del vudú. Más del 50% de África tiene como religión el vudú, que es la religión de los animistas. Tiene dioses y divinidades como las otras religiones. Las mujeres dedicadas al vudú llevan los pechos al aire. Los fetiches no son más que unas figuras o ídolos como son nuestros Santos en las iglesias. Pedir algo a un fetiche es como pedir algo a un Santo. Pero en el caso del vudú hay que sacrificar un animal: gallina, oveja, etc. El hombre de occidente no sabe nada del vudú. Un fetiche puede ser una figura, pero también puede ser una casa, un árbol o un animal. De hecho la palabra vudú significa (en lengua ewe) divinidad.

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Estuve dentro de un pequeño templo dedicado a las serpientes pitones: había 40 pitones, algunas puestas sobre el cuerpo de los adeptos (son una especie de seguidores fieles del vudú que colaboran con los templos) y los seguidores de esta rama del vudú llevan la cara marcada con 6 cicatrices enormes. Allí vi a Daagbo que es el jefe supremo o la máxima autoridad vudú del país. La ciudad está llena de fetiches: por las calles, las plazas, al lado de la playa, etc. Por estos sitios desfilaban los esclavos encadenados para ser embarcados al Nuevo Mundo. Fue la capital de ese gigantesco embarque de tantos millones de esclavos. Los chicos me seguían y los hombres me miraban. No están acostumbrados a ver blancos. Pude hacer la fotografía de unas niñas vírgenes que habían sido sometidas a una sesión de vudú. Aún en este tiempo, diciembre, hace calor en Benín y hay que decir que el resto del año el calor es insoportable. Ahora sólo hay 32 0 con un 80% de humedad. Al menos ahora no llueve ni hay mosquitos y por tanto no hay peligro de malaria.

Hay grandes bosques de buena madera. Pude visitar una serrería de teca dirigida por una empresa alemana. La teca es un árbol del tamaño del chopo joven. No llega a alcanzar grandes dimensiones. Aquí cortaban los árboles de la teca, hacían tablas de ellos y después hacían un costosísimo parquet que llevaban a Alemania. Me pareció un buen negocio. He visto bosques de Iroko, Ébano, etc.

Recorriendo el país se ven muchas plantaciones: mandioca, palmeras aceiteras, huertos de naranjos y limoneros, etc. Lo que más abunda son los árboles de mangos y papayas. Las casas de las tribus son de barro. El problema que existe en esta zona, como en otras muchas de África, es que utilizan la madera para cocinar con lo que, poco a poco, van acabando con los bosques.

La gasolina se vende por la carretera en botellas de 2 litros o en garrafas de 10; es muy mala y con mucho aceite. Las motos expulsan un humo blanco que contamina muchísimo, hasta tal punto que no se llega a ver bien por las calles de las ciudades.

El viento del desierto, llamado Harmattan (muy conocido en el Magreb, Sahel, etc.) castiga esta zona con su típico polvo de arena que impide la visibilidad. Tuve que soportarlo hace apenas un año, cuando estuve en Mauritania y en Gambia.

Aparte el tema del vudú, Benín es un país con poco interés turístico. Chantaje muy desagradable por parte de la policía al ir a subir al avión, con la amenaza de no dejarme partir. Así es África y su maldita corrupción.