Noruega-Svalbard 99

Junio de 1999

Camino de este archipiélago polar me detuve en Oslo, solo por unas horas. Después tomé otro vuelo que me llevaría a Tromso (capital de la provincia situada al norte del país) y, desde allí, a Svalbard, situado a casi 1.500 km. todavía más al norte que el paralelo 80N.

Pasé una tarde muy agradable en Oslo. El sol estaba resplandeciente y los nativos habían decidido invadir las terrazas y paseos del centro de la ciudad. Los noruegos iban en camisa de manga corta, aunque yo no veía que fuera para tanto pues notaba un poco de frío. El país es tan caro que el autobús desde el aeropuerto a la ciudad me costó 2.500 pts (15,03€). Es uno de los países de mayor renta per cápita del mundo: 33.000 US$ lo que al compararla con nuestros 14.500 da como resultado que todo debería de costar 2,5 veces más... y así es.

Noruega, país que habré visitado unas cuatro veces, sigue contando con extensos bosques de robles, chopos, coníferas,... hasta tiene avellanos. Con una reducida población de 4,3 millones de habitantes, una industria potentísima y un segundo puesto entre los exportadores de petróleo... ¿que otra cosa se puede ser más que rico? Su energía eléctrica es toda hidráulica con lo que no hay contaminación. Un gran país de talante liberal y siempre respetuoso con los países pobres y con sus religiones y creencias; generoso con el tercer mundo y dispuesto a defender las gentes, el medio, las libertades, etc. Además ha sabido quedarse fuera del rollo de la UE y de su euro. ¡Un país envidiable!

Tromso sigue tan pintoresco y con su aeropuerto entre montañas nevadas. El avión pasa tan cerca de ellas que parece que va a tocarlas con sus alas. Las casas, en madera y pintadas con colores fuertes, dan una gran identidad a estos pueblos del norte. Lo recuerdo muy bien pues estuve unos días por aquí a principios de los 80 para subir al Cabo Norte, paralelo 72, y recibir un "diploma de honor".

Svalbard bien podría ser el lugar más inhóspito del mundo. Situado a unos 1.500 km del mismísimo Polo Norte, se trata de un archipiélago con una superficie de 60.000 km2, pero con nieve en su interior todo el año.

Lamentablemente no hay esquimales. Aquí vinieron rusos y americanos a explotar unas minas de carbón a principios de siglo. Atroz e increíble, pero verdadero. Todavía quedan operativas, entre la nieve, una instalación rusa y otra noruega. El carbón queda feísimo sobre la nieve blanca. La isla mayor, y la única habitada, es la de Spitsbergen cuya capital Longyearbyen tiene 1.000 habitantes, todos ellos noruegos, y una mina de carbón. Visité otro pequeño pueblecito llamado Barentsburg que tiene 600 mineros rusos que viven muy pobremente pegaditos a su mina. En ella, hace unos dos años, murieron 150 mineros en un accidente. El resto de islas... desolación y hielo. Todo el archipiélago es noruego desde 1948 pero han permitido a los rusos explotar la mencionada mina.

Aquí es siempre de noche entre los meses de octubre a marzo y siempre de día entre los meses de abril a septiembre. Vaya una papeleta. Yo lo pasaba mal pues, a veces, eran las 2 de la madrugada y no me apetecía dormir con la enorme luz que entraba en mi habitación procedente de un sol fortísimo y todavía muy alto en el firmamento.

Aunque no los he visto, me han comentado que hay: zorros y osos polares, renos, focas, pájaros migratorios, etc. Lo que sí vi, a lo largo de dos días de navegación por el archipiélago, fueron muchas ballenas.

También vi unas diminutas florecillas que nacen en Junio, en la zona de la costa, al lado mismo del mar, en donde la nieve desaparece por un par de meses

En invierno la temperatura llega hasta 50° bajo cero. Si además se añade el efecto del viento cortante... te puedes morir. Ahora, en verano, la temperatura ronda los cero grados. Durante mi estancia de cuatro días sólo una vez pude comer sopa caliente pues, habitualmente, no la hacen y entran, directamente, en un plato de carne. La única vez que la tomé fue en la mina rusa en la que me detuve un día que iba navegando en un barquito que hacía viajes a la mina a través de una zona con grandes glaciares y pequeños icebergs. La famosa sopa, muy pobre, era de trozos de patatas y zanahorias congelados pero estaba buena pues hacía un frío horrible. A los mineros les compré unas monedas rusas que se habían emitido solo para esta gente de la mina de Barentsburg en el año 93.

Pude visitar un par de glaciares de cierto interés pero la lluvia me impidió hacer fotografías decentes. Durante el verano, y de vez en cuando, llega por aquí un barco con turistas noruegos que se detienen a pasar el día y por la noche zarpan de nuevo. Ese día hay más turistas que habitantes recorriendo la única calle que tiene el pueblo.

La mayor parte de las necesidades de Svalbard las cubre el Gobierno Noruego. Los habitantes del archipiélago sólo disponen de una mina de carbón que no cubre más que una pequeña parte de la energía necesaria para mantener caliente este helado archipiélago que está pegado al Polo Norte. El archipiélago es una “provincia autónoma” con privilegios fiscales.

También se dedican a cazar. Venden con autorización pieles de focas, de osos y zorros polares. Pregunté el precio de la de oso polar y me pidieron 600.000 ptas. (3.606€)

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La verdad es que Svalbard me ha decepcionado un poco:

1°) No hay esquimales como en Alaska, Groenlandia, etc. Quizás cuando llegaron los primeros occidentales los liquidaron o bien, como este archipiélago está tan lejos de cualquier masa continental, no pudieron llegar aquí con sus Kayaks.

2°) No cazan ni comen ballenas. Me refiero a matar solo para cubrir las necesidades alimenticias.

3°) No hay ni trineos ni perros lobos siberianos que tiren de ellos. Aquí sólo hay motos con patines para la nieve y, todo el mundo tiene la suya aparcada a la puerta de su casa.

4°) No se come pescado, ni se ahuma, tampoco se conserva o se envasa... aquí no hay nada de lo que hay en otras zonas polares o del círculo polar ártico.

5°) No hay nada del mundo esquimal. No se bebe alcohol sino cerveza. Sólo hay noruegos como en el resto de Noruega y sin ningún tipismo. Ni siquiera comen diferente…y todo es más caro que en el resto de Noruega.

6°) El tiempo no es tan estable como en otras zonas polares; durante el día tienen: lluvia, viento, nieve, y sol, pero cambiando cada diez minutos. ¡Jamás había estado en un lugar con un tiempo tan variable! Bueno, tendría que decir que es habitual en otros sitios, aunque no tan fríos. Lo mejor que le puede pasar a este archipiélago es estar completamente nevado pues cuando se va un poco la nieve aparece el color de las montañas, que es negro... como el carbón.

Por el contrario, sobrevolar Svalbard es un placer, claro que siempre que el cielo esté, al menos, parcialmente despejado. Al regreso me detuve en Tromso donde hacía un tiempo maravilloso; brillaba el sol y las montañas estaban nevadas, los fiordos y los lagos se veían preciosos, rodeados de esas casitas de colores que forman la coquetona edificación de este pueblo. Esta vez la gente llevaba camisetas de tirantes. ¡Que exagerados!

Posteriormente volé a Oslo y Copenhague para saltar a las que iban a resultar “las maravillosas islas Faeroes”.