Indonesia-Sumatra 92

Marzo de 1992

Volver a Indonesia ha sido una experiencia maravillosa. No había vuelto desde 1973 cuando recorrí las islas del centro y del sur. Entonces Sumatra estaba cerrada al turismo.

Indonesia sigue siendo dulce y encantadora, verde y suave, con ­gente muy hospitalaria que siempre trata de ayudarte, igual que en 1973.

En este viaje me he dedicado, exclusivamente, a la parte central de la isla de Sumatra, atravesando el ecuador diversas veces por ­cruzar precisamente por esta zona de la isla. La vida aquí cuesta ­una quinta parte que en España y por ello pude alquilar varios días una furgoneta con chofer para no dejarme nada sin ver. La maravilla del paisaje verde, lleno de palmeras, terrazas de arroz verdes y ocres dorados, según el estado en que se encuentra el arroz; arbustos de café, árboles de especias como la canela, montañas verdes, lagos o edificios orientales, templos etc. hacen de esta isla un pequeño paraíso.

La comida, similar a la china, es buena y limpia. También la gente es limpia y aseada aún en las zonas de montaña.

Pero como no hay nada perfecto, Indonesia, que cuando yo vine la primera vez tenía "solamente" 110 millones de habitantes ahora ya tiene 200 millones, lo que hace difícil que su nivel de vida mejore con rapidez, a pesar de la gran riqueza que tienen en petróleo.

En cuanto a la población, el 90% son musulmanes (los únicos en el mundo que no lo parecen en absoluto) y el 10% hindúes, budistas y judíos. El indonesio no es buen practicante de su religión, lo que no sue­le ocurrir en el mundo del Islam y esto, en cierto modo, facilita ­el desarrollo del país.

Seguiré viniendo a Indonesia durante años, es mucho lo que me queda por ver en este enorme país lleno de islas y mucho lo que desde aquí puede visitarse.