Costa de Marfil 86

Enero de 1986

Vuelo desde Las Palmas con AIRAFRIC. Solo somos dos blancos en el avión. El aspecto de éste no puede ser peor: los negros ­se dedican a pintar con bolígrafo los asientos, las paredes, etc. Por cierto que una de las azafatas del vuelo fue la única negra ­guapa que vi en este viaje.

Las costas de Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia tienen una vegetación exuberante con grandes ríos que desembocan formando un paraje pantanoso de enormes dimensiones.

Llegué sobre las 10 de la noche a Abiyán y un poco más tarde al hotel (NOVOTEL) situado a orillas del lago Ebrie, justo al lado del puente del General De Gaulle (en el Plateau). Una docena, sin exagerar, de prostitutas me dieron la bienvenida. Eran pesadas y pegajosas. Al mismo tiempo media docena de nativos se ­empeñaban en llevarme la maleta. Dentro del hotel los camareros también querían venderme alguna falsa antigüedad. Los de la recepción también se empeñaban en cambiarme dinero a un cambio ridícu­lo y más tarde en el bar me esperaban nuevas prostitutas. ¡Vaya ­una forma de empezar! Finalmente, cansado y con la sensación de ­que me habían magreado unas cincuenta personas subí a mi habitación para dormir.

Ya metido en la cama llaman a la puerta dos "morenitas" que me aseguran que pasaré una noche "inolvidable". ¡Que pesadez! Así es Abiyán.

Por la calle te acosan, asedian, y arrollan. Quieren decirte algo, limpiarte los zapatos, buscarte un taxi, buscarte una chica, venderte marfil o robarte. Por seguridad extremé las precauciones y compré una navaja que llevaba abierta bajo mi bolsa de viaje.

Tuve la suerte de poder asistir a una fiesta ofrecida por la población al dictador Don Félix con motivo de felicitarle el nuevo año. Se trata de un pueblo formado por 63 etnias con distintos idiomas y tradiciones. Visito mercados, calles, plazas y alrededores de la capital. Se trata de una ciudad de contrastes: ­algunos rascacielos y el resto chabolismo.

Intentan robarte todo el tiempo. Te venden agua mineral en botellas que han sido rellenadas con agua de grifo. Hay que estar atento todo el tiempo. Conseguí otro hotel por menos dinero llamando por teléfono antes y diciendo que trabajaba en la embajada española.

Los marfileños, salvo excepciones, no quieren ­ser fotografiados y se enfadan, amenazándote con pegarte, si lo ha­ces. Hay que pedirles permiso antes.

Conocí a un policía que me explicó el sistema dictatorial de gobierno aunque aparentemente es una república democrática. En es­te país se trabaja muy bien el bronce, pero muy mal la madera. Ha­go amistad con un maestro senegalés y recorremos juntos parte del país.

Las comidas típicas, realmente comí lo único que se come en sus restaurantes, están hechas a base de grandes bananas aloco trituradas y amasadas que se sirven en forma de puré con salsas muy fuertes que contienen guindilla. La boca arde. Se llama FOUTOU.

Hay una enorme suciedad en las gentes y en las calles. Por ejemplo en Abidján solamente el barrio residencial de COCODY está limpio, los barrios de ADJAMÉ, TREICH VIME etc. son un auténtico montón de basura. Las calles están llenas de mangos (árboles) cuya fruta come la gente y también los murciélagos gigantes.

A pesar del gran esfuerzo que hice no conseguí caer bien a esta gente, que es muy poco hospitalaria y que al parecer odia al blanco.

Intentaron robarme por el sistema de rodearme. Salí corriendo después de tirar a uno de ellos al suelo. Me prometí a mí mismo que la próxima vez sacaría la navaja.

Me ocurrió una desagradable experiencia en la calle: una chica europea a la que robaron y cortaron la mano con una navaja. Tuve que acompañarla a un sucio hospital y después a la policía, ya que su novio se había desmayado. La sujetaba mientras la cosían. Fue muy desagradable.

Recorrí la costa de Costa de Marfil que está llena de playas y palmeras tropicales.

De vuelta a Dakar (Senegal), pasé por Alto Volta (Burkina) y Malí, por donde transcurría en ese momento el París-Dakar.

Anécdotas del viaje:

Marinero de “Atún Calvo” y explicaciones sobre el capitán de Pesca.

Puerta del avión que no cierra.

En los aviones, los negros se rascan los pies descalzos poniéndolos sobre los asientos delanteros y comiendo la comida que traen en cacerolas y dibujando y pintando todo el avión.

En los aeropuertos, el pasaporte hay que identificarlo de entre un montón de ellos.

En el avión, el pasaje era analfabeto y tenia que escribirles las tarjetas de entrada a su propio país