Costa Azul (I) 05

En un principio no era mi intención incluir en “sabinoelviajero.com” los pequeños viajes hechos por España y por los países europeos más conocidos, dado que estos están a la altura de cualquier viajero. Me decidió, el hecho de pensar que alguna fotografía pudiera ser un documento de interés para algún seguidor de la web.

Abril de 2005

Como miembro del Club Internacional de Grandes Viajeros, y con motivo de mi asistencia al XVI Congreso Internacional anual que tenía lugar en Antibes, aproveché para viajar por un buen número de sitios conocidos a lo largo de la Costa Azul francesa y Mónaco.

Dado que son muchas las fotografías y datos tomados de los lugares visitados he decidido dividir el viaje en dos partes. La primera comprende las localidades de Cannes, Villefranche-sur-Mer y Ventimiglia (frontera con Italia). La segunda comprende las de Niza y Antibes.

En cuanto al Principado de Mónaco me ha parecido mejor describirlo aparte, ya que se trata de un estado independiente.

Establecí mi base en NIZA, alojándome en un pequeño hotel sin grandes pretensiones pero con un agradable jardín y situado a no más de 200 metros de la estación para así, temprano cada mañana, ir a la estación y, siguiendo un plan que había establecido, tomar mi tren correspondiente y salir disparado a mi destino para regresar por la noche. Para no perder tiempo llevaba agua, bocadillo, cuaderno y cámara… todo cuanto necesitaba para disfrutar del día.

Los trenes pasaban, cada media hora. Y en unos 30/50 minutos podía irme al extremo este u oeste de la Costa Azul. Todo muy fácil. Los trenes franceses han ido perdiendo un poco su escrupulosa puntualidad de hace años cuando, viviendo yo en París, recuerdo ver gente poner en hora su reloj de acuerdo con la entrada del tren en la estación. Mi padre, que de joven vivió en París tres años, me decía que se hacía siempre. La limpieza exterior de los vagones, el estado de los aseos, los cristales sucios y rayados… etc. ofrecen un aspecto lamentable; son bastante rápidos y muy frecuentes.

Pocas noches pernocté fuera y el buen tiempo me acompañó casi todos los días. He podido constatar que, con el paso de los años, el nivel de seguridad ha descendido, que se viste peor, que la influencia de una cierta inmigración no seleccionada es más notoria y que los niveles de limpieza no han empeorado los que, ya de por sí, nunca fueron excelentes en Francia. A la mañana siguiente de mi llegada acababa la huelga de trenes...bueno, Francia siempre en huelgas, nunca cambiará. Por otra parte, ya hay pocas cosas en Francia que sean más caras que en España. Ni una sola cadena de tv española en sus televisores. Nada ha cambiado. Si nosotros miramos por encima al Magreb, ellos nos miran por encima a nosotros.

Tras finalizar mi recorrido me alojé en Antibes, más exactamente en el Cabo de Juan-les-Pins, en el hotel Ambassadeur, donde se celebraba el Congreso que duró 3 días. Por aquel entonces, finales de abril de 2005, yo ya disponía de la medalla de oro del Club que me fue otorgada en febrero de 2004 por haber llegado a ser el número 1 del mismo por cuanto había visitado los 245 países de nuestra lista de entonces y que se ha ido incrementando. Hice buenos amigos viajeros y confraternicé con miembros de China, Japón como Lilo Maruyama, USA como Jeanne Hoskins de 93 años, Gabón, etc. etc. Acompaño algunas fotografías

CANNES

El grafiti se encontraba por las inmediaciones de la entrada a la ciudad: paredes, trenes, estación y calles. Los croissants, franceses, siguen siendo los mejores del mundo y así lo constaté en mis desayunos en la terraza que hay frente a la famosa casa de Cannes cuya fachada está llena de dibujos referidos a películas y personajes famosos del cine. El pan, siempre formidable en este país, no ha corrido igual suerte y parece estar perdiendo algo de calidad. Al igual que Mónaco y que Antibes, Cannes tiene un promontorio con su villa antigua, su muralla, su museo, su torre con reloj, etc. La ciudad no está tan limpia como debería; me pregunto qué porcentaje de su interés perdería ni dejaran de celebrarse los certámenes en el que ellos, orgullosamente, llaman el Palacio del Festival. En los días de mi visita se celebraban unas muestras de trabajos cinematográficos de televisión para profesionales.

El puerto deportivo es un tanto mediocre, comparado con el de sus vecinos. El Ayuntamiento dispone del edificio más emblemático y mejor cuidado de la ciudad y el Paseo Marítimo y su playa forman el eje principal de los paseos y andanzas de los visitantes. Los precios son inferiores a los de Niza y, por supuesto, la mitad que los de Mónaco. En el Paseo Marítimo destacan edificios blancos de La Belle Époque como el Hotel Carlton, el Majestic, Barriere, etc. Subí a la colina llamada el Suquet, recorrí el casco antiguo, y me paseé varias veces por un tramo de arena fina de la playa.

Visité parte del Palacio del Festival, contemplando las huellas de los famosos en el suelo, (como en el teatro chino de Los Ángeles), me asomé al Casino, que está unido al Palacio, y me recorrí con calma las callejuelas y mercados típicos del viejo Cannes.

VILLAFRANCHE-sur-MER

A solo 8 minutos en tren desde Niza, en dirección Este, se llega a esta pequeña, pero muy pintoresca villa sobre el mar. Con solo 5 km2 y también con solo 5 mil habitantes, está pensada para el turismo pues dispone de una agradable y amplia playa, un mini puerto de barquitos de aficionados a la pesca y una hermosa falda, de las estribaciones alpinas, poblada por salpicadas casitas veraniegas. El hecho de que tengan un tren regional de cercanías que pasa cada 10 minutos, justamente, por delante de su playa, no cabe duda de que invita al viajero a apearse del mismo y quedarse… y eso hice yo: me apeé, me pasé la mañana en la playa y después me fui a comer por el puertecito.

VENTIMIGLIA

Este lugar es la frontera con Italia pero, ya es Italia y, sus gentes, en nada se parecen a los franceses. Yo diría que la división de ambos países está perfectamente definida por sus culturas las que, en este caso muy poco tienen en común. Así que los niveles de orden y limpieza son los italianos…Aquí nadie habla francés, no, exclusivamente italiano. El lugar no es nada especial pero, los viernes, tienen un mercado al que acuden los turistas de media Costa Azul. Éste, formado por miles de puestos, abunda en ropa de mujer y en objetos típicos pero lo más interesante, y que es el motivo por el que más turistas acuden, es la venta de aceites, quesos, embutidos italianos, pimientos secos, bacalao…etc. He de decir que el aceite cuesta casi 3 veces más que en España.

Subí a la colina sobre la que se encuentra la parte antigua de la localidad y en la que hay algún resto medieval, recorrí la desembocadura del río local, me paseé por la playa y por la parte nueva de la ciudad para, finalmente, dirigirme a la estación y tomar el tren. El pueblo no da mucho más de sí.