Zambia 98

Agosto de 1998

La República de Zambia, dentro del ámbito de la COMMONWEALTH, fue un protectorado británico llamado Rhodesia del Norte. Sobre la base de la constitución del 91 y las elecciones del 96, el partido que gobierna con amplia mayoría es el MMD (Movimiento de la Democracia Multipartidista). El Presidente es Chiluba, reelegido en el 96.

La superficie es un 50% mayor que la de España aunque con sólo 9 millones de habitantes de los que un 10% viven en la capital LUSAKA.

Aunque el idioma oficial es el inglés, lo que los zambianos hablan es el TONGA o el LOZY. Son mayoritariamente cristianos, en un 75%, habiendo un 25% de animistas. La moneda es el KWANCHA zambiano que equivale a 0,10 ptas.

Ahora, en agosto, la temperatura es muy agradable, al estilo de canarias: unos 25ºC durante el día y unos 10ºC durante la noche.

La agricultura se centra en la producción de maíz, mijo, arroz, mandioca, y caña de azúcar. En lo bosques tienen, además de los árboles propios de esta región, abundante teca. La vegetación es densa, en algunas zonas determinadas, pues llueve cerca de 1000 litros por metro cuadrado y año.

En minería cuenta con: cobre, zinc, estaño, algo de plata y carbón. Obtienen una gran cantidad de energía hidroeléctrica de los saltos de las cataratas Victoria, Kabwe y del lago Kariba (formado por el Zambeze y compartido con Zimbabwe).

Tienen algo de cemento, fábricas de tejidos de algodón y fertilizantes, así como algo de tabaco y cerveza propia. La renta per cápita no está muy mal para África: 400 US$. El analfabetismo supera el 20%. Recibe algo de turismo internacional.

Llegué a Zambia, y más concretamente a MTUWE, procedente de Malawi, y en una diminuta avioneta que había utilizado para recorrer el mencionado país. Desde MTUW me trasladé en un Land Rover al parque nacional de SOUTH-LUANGWA. Me alojé durante tres días en un lodge al lado del río Kafunta, desde donde partía para hacer largos game-drive dentro del parque que duraban hasta dos horas después de la puesta del sol. Por las noches siempre teníamos la visita de elefantes que buscaban comida en un pequeño huerto situado tras las cabañas. Conseguir que estos se fueran era toda una aventura que duraba dos horas cada noche. El vigilante tocaba un tambor y yo les gritaba para que se fueran. Después, a las cinco de la mañana, había que levantarse a desayunar para partir de nuevo, aunque muerto de sueño.

Es un placer recorrer el parque nacional de Luangwa y contemplar: leones, leopardos, elefantes, hienas, jirafas, un gran número de pájaros, hipopótamos, cebras, búfalos y antílopes de todas las clases. Tenía que cruzar el río Luangwa montando el coche en una plataforma que se desplazaba al tirar, a mano, de un cable colocado de orilla a orilla.

En este parque no hay rinocerontes, pero hay leopardos y muchos leones. Un día, un tanto especial, estuve siguiendo la actuación de tres familias distintas de leones que cazaban al anochecer. Entre machos y hembras estuve al lado de 18 leones en un solo día, todo un récord y un placer enorme al ver a estos gatos saltar sobre sus presas, habitualmente búfalos, mordiéndoles por el pescuezo y derribándolos.

Los leones o los leopardos se dejan ver después de la caída del sol que es cuando cazan y, aunque el seguimiento es muy interesante, las fotografías no son muy buenas, a menos que se lleve un flash muy potente.

El nivel de vida de Zambia es más alto que el de Malawi: se ven bicicletas y alguna que otra moto. Recorriendo los pueblos de los alrededores encontramos unas ramas de árbol en medio de la carretera. Al preguntarle al chofer qué significaba me dijo” esta señal indica que en el pueblo inmediato ha habido un muerto”. Él quiso que nos acercáramos a preguntar por el difunto, pues tenía familiares que vivían en él. La sorpresa fue que se trataba de un hijo de una de sus hermanas que había muerto a los dos años, víctima de la malaria.

Se quedó triste y yo también. Después me comentó que tenía diez hermanos y que la hermana que había perdido el niño, con 22 años, tenía otros tres más. Con este comentario la situación me pareció “menos dramática”. Todo es relativo. La medicina, la que al parecer es más eficiente contra la malaria, se llama Halfan y me propuse comprarla y llevarla en todos mis viajes. Los zambianos son gente muy agradable, humilde y hospitalaria. Te saludan por la calle o por la carretera cada vez que te los cruzas, aunque sea desde el coche. Los blancos que viven en este país, al igual que en

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Malawi, tratan a los negros locales con mucha paciencia y simpatía aún cuando, tratándose de anglosajones, en su interior pudieran estar maldiciendo contra ellos. En cualquier caso, es notoria la diferencia de actitud de los negros cuando han sido colonizados por los franceses. Quiero decir que en este caso los negros son algo arrogantes, ya que sus colonizadores lo fueron con ellos. Igual ocurre con las ciudades: las que fueron dominadas por los ingleses se mantienen limpias y ordenadas, lo que no ocurre, en absoluto, con las dominadas por los franceses, que están algo sucias y abandonadas.

Este país debido a las muchas devaluaciones que ha ido teniendo, ya no emplea monedas pues, prácticamente, ya no tienen valor alguno.

Días después me desplacé al parque nacional de North-Luangwa a una zona llamada Kaingo (que quiere decir leopardo), en donde dicen está el reino de los leopardos. Pasé un par de días en una cabañita, sin luz ni agua corriente, construida sobre el borde del río Luangwa, en una zona que está apestada de cocodrilos e hipopótamos. El lugar era muy tranquilo e interesante.

La visita fue muy productiva: sólo 4 chozas componen el campamento (en total caben 8 personas) pero, eso sí: una maravillosa fauna que disfrutas en solitario en 30 Km. a la redonda. Vi como dos leones cazaban y se repartían un búfalo y como tres leopardos atacaban sendas presas. Fue algo inolvidable.

Tan aisladas y tan integradas están estas chozas en la selva que, unos días antes de mi llegada, un leopardo se había metido en mi choza a dormir. Vi verdaderas manadas de búfalos, elefantes, hienas, hipopótamos, etc. toda la fauna típicamente africana.

Este pequeñísimo campo de Kaingo es completamente africano y automáticamente virgen. La hora de las comidas se anuncia a golpe de tambor africano. Se trata de un sitio inolvidable. Su dueño, que hace de guía por el parque es, curiosamente, un sueco llamado DERECK. Es una persona muy agradable y humana que ha adoptado y apadrinado un niño negro. Él ha dado nombre a los leones y leopardos que más frecuentan la zona; algo increíble. ¡Tengo que volver! ¡Hasta pronto!

Nuevamente con la avionetilla regreso a Malawi, para al día siguiente volar a Suazilandia.