Costa Rica 80

Agosto de 1980

En algunos países centroamericanos resulta difícil, al menos para un español, saber cuando es verano o invierno. A veces se llama verano a la época en la que astronómicamente es invierno: en ambas estaciones llueve, sale el sol, las temperaturas son parecidas, en fin un lío. Después de haber preguntado a varias personas, un taxista me respondió: “señor, el verano es cuando los chicos no van a la escuela…”

El nivel medio de vida de la región centroamericana, me refiero a este año de 1980 es, en general, ligeramente más bajo que otros países latino-americanos. El idioma, a pesar de querer ser un buen castellano resulta, en algunos casos, difícil de entender. No es el caso de Costa Rica donde se habla perfectamente. Es más, puede que mejor que en España.

La corrupción, no es algo que abunde, más bien son un ejemplo en la región. La delincuencia en general, los robos, atracos y asesinatos, no alcanzan las cotas de Europa. No hay gente que alfabetizar pues es un país ejemplarizante con un 0% de analfabetismo. En algo sí coincide con los países vecinos: se han ido americanizando en la forma de vestir, en las bebidas, en los coches, en las costumbres, etc.

La población total del país no sobrepasa los 2,5 millones de habitantes y su capital San José, situada a una altitud de 2.500 m., tiene unos 300 mil .Perteneció a Guatemala y a las Provincias Unidas hasta mediados del siglo XIX en que proclamó su independencia y República. Después de la segunda guerra mundial surgió la nueva constitución, aboliéndose el ejército regular. La producción agrícola es la típica de Centroamérica.

Están tratando de industrializarse. La población es blanca y algo cobriza. No hay ningún problema racial por ser un mosaico de razas. Los partidos políticos son muy moderados. La banca está nacionalizada. Las carreteras son aceptables. La moneda es el Colón. Es muy interesante la visita al museo nacional y al museo del oro. Noté en la gente un cierto temor a que tomara fuerza en el país un partido comunista.

Es, sin lugar a dudas, uno mis países preferidos dentro del mundo de Hispanoamérica: su antigua democracia y tolerancia, su forma de mirar al medio ambiente, su honestidad, etc. Son un ejemplo digno de admiración. Tiene preciosas zonas tropicales, grandes parques nacionales, costas de océanos diferentes…Jamás olvidaré mi viaje, de ida y vuelta, en un pintoresco tren que me llevó a Puerto Limón, sobre una antigua vía con un trazado lleno de curvas y atravesando zonas de virgen y densa vegetación. Visité pueblos y plantaciones de cítricos, pasé por estaciones del ferrocarril pintorescas y al lado de casas de madera pintadas en lindos colores pastel que daban aire caribeño.

Cómo olvidar el “gallo pinto” que a todas horas comía, o una pastelería dedicada, exclusivamente a “donuts”, miles de ellos y de distintos sabores; jamás había visto cosa igual. Recorrí un par de parques, hice amigos en San José, estuve en un hotel de emigrantes españoles, comí por los chiringuitos al lado de las carreteras, escuché cantar a los pájaros y ver florecer los flamboyanes. Recuerdo lo del parecido entre un matrimonio y un flamboyán…las flores y las vainas…en fin gratos recuerdos de un país hospitalario y respetuoso con los visitantes. También comprobé que se vendían armas: revólveres, pistolas, etc. en mercados públicos.

¡Volveré!