Portugal 76

En un principio no era mi intención incluir en “sabinoelviajero.com” los pequeños viajes hechos por España y por los países europeos más conocidos, dado que estos están a la altura de cualquier viajero. Me decidió, el hecho de pensar que alguna fotografía pudiera ser un documento de interés para algún seguidor de la web.

Abril de 1976

Mi viaje empieza en Salamanca donde visito a un buen amigo: José Luis Menéndez. En este viaje, lo mejor de mi cortísima estancia en Salamanca ha sido “un fabuloso entrecot”. Continúo hacia la frontera y hago noche en el Parador Nacional de Ciudad Rodrigo. La ciudad es muy medieval, limpia y tranquila. Buen vino y mejores riñones al ajillo. Problemas con mercado negro de escudos portugueses. Después de varias gestiones los pago a 2 ptAs. (0,01€).

Por la mañana paso la frontera. Paisaje similar a Salamanca aunque un poco más verde y el campo más atrasado. Abundancia de enormes bosques de eucaliptos, olivos, pinos y chopos. Las carreteras son malas, estrechas y con muchas curvas. De camino a Oporto atravieso pueblos en los que no hay nada destacable salvo su enorme parecido con los de España.

Conduzco deprisa, pero no consigo medias superiores a 50 Km/hora. Atravieso La Guarda, Viseu, etc. y llego finalmente a Oporto. Es una ciudad tremendamente pintoresca, románica, situada sobre la bella desembocadura del Duero en el Atlántico. Tiene una población de unos 400.000 habitantes y está formada por dos colinas, una sobre cada margen del Río Duero, de una altura de unos 200 m unidas por dos puentes de 100 m de altura y unos 300 m de longitud que dan a la ciudad un bello aspecto, sobre todo cuando se la contempla desde la desembocadura al mar. Recorro durante horas la ciudad. Las elecciones, que tendrán lugar la semana próxima, están dejando una clara huella, pues toda la ciudad (paredes, balcones, edificios oficiales, calzadas, jardines, monumentos, etc. etc.) aparece pintada con propaganda de los partidos políticos, amén de carteles y anagramas de todos colores.

Esto parecen los restos del “Carnaval de la libertad”, orgullo del país, por lo que no se preocupan del lugar donde pintan ni de borrarlo posteriormente. Han sido tantos años de Salazarismo… En la ciudad no hay nada más importante ni que se pueda rendir más culto que a la desembocadura del Duero. La construcción es vieja y mala. Hay poca construcción moderna. Entre las pocas cosas que el portugués, en mi opinión, tiene de latino es que es un ciudadano sucio que tira todo a la calle. Los jardines están sucios también y las aguas residuales son vertidas directamente al río. Los famosos lavaderos de Portugal siguen existiendo por todo el país. Lavan la ropa en fuentes y lavanderías públicas, la transportan hasta su casa en una gran cesta sobre su cabeza y después la cuelgan del balcón.

Después del largo recorrido por la ciudad me como un buen rodaballo “menier” con una botella de Oporto (vino generalmente muy tinto y algo ácido).

Los habitantes de Oporto son maravillosamente hospitalarios y gentiles.

Por la mañana, salgo hacia Coimbra. Elijo un trayecto que pasa por la costa y observo que las playas son grandes y abruptas, pero no coquetonas para el turismo. Las zonas turísticas no están cuidadas y aparecen abandonadas. En Coimbra me decepciona la Universidad por su mala arquitectura y dimensiones. Sus interiores tampoco están cuidados. Lo que más me gustó fue una pequeña iglesia románica (Sé Velha) con una delicada arquitectura y decoración en su interior. La ciudad de Coimbra, en general, no ofrece el interés que corresponde a la fama que tuvo en otros tiempos. Como, en un restaurante típico, una especie de anguila de mar de color azul y me encamino hacia Lisboa.

La carretera atraviesa enormes bosques de eucaliptos y la circulación se hace lenta. Abundan los camiones cargados de madera. Me desvío hacia Fátima, cuya Basílica no tiene valor alguno, pero sí una gran explanada delante de ella, donde se colocan los enfermos y visitantes.

Por fin 30 Km. de autopista antes de llegar a Lisboa. Llego de noche, ceno un buen pescado (chicharros frescos) con vino del país y un arquitecto del Ayuntamiento, a quién conozco en la calle, me dedica su tiempo hasta la una de la madrugada ayudándome a buscar pensión. Amabilidad inexistente en los días en que vivimos Las pensiones y hoteles estaban invadidos por gente de Angola y era muy difícil encontrar una habitación.

Por la mañana recorro la ciudad, cuyo principal atractivo es el mar, el puerto, el Monasterio y Catedral de "Los Jerónimos" y el puente colgante (exacto al Golden Gate de San Francisco). Oporto me pareció más pintoresco y romántico.

Visito Estoril, su casino y la casa del Conde de Barcelona. Nada me causa excesiva admiración, aunque reconozco belleza y limpieza en toda la zona residencial. Bonitas vistas al mar durante el trayecto.Vuelvo a entrar en España pasando por Badajoz y me veo obligado a pasar la noche en el coche al no encontrar habitación en la bonita villa de Mérida. Por la mañana continúo viaje deteniéndome en Trujillo y Toledo.

Impresiones

Como he podido constatar, los portugueses son extremadamente hospitalarios y gentiles. Son dóciles y socialistas por naturaleza. Son, al mismo tiempo, tradicionalistas y conservadores y por tanto se indignan con el partido comunista que pretendía convertir el país en una provincia de Rusia. Los comunistas emplean pancartas de Stalin en su propaganda política y esto es demasiado en un país de Europa Occidental.

Entré en contacto con estudiantes, gentes en bares, trabajadores y hasta un arquitecto y un legionario. Nadie está contento con el resultado de la Revolución, pues no esperaban que supusiera tan gran retroceso en su economía.

El portugués es muy poco latino y nada violento. La gente convive fácilmente y no necesitan gritos ni gesticular para entenderse. Es un pueblo que ama la paz y la tendrá a través de su nueva democracia y si el P. C. no incordia demasiado.

La gasolina vale 40 ptas. el litro (6,655€), cuando en España, uno de los países más caros, vale 26 ptas. (4,326€). Se come mucho bacalao y patatas y la carne escasea. Las gentes viven como se vivía en España hace 15 años. La clase media no es elevada en número y se pasa del pobre al rico.

Anécdotas

"Pensión" de Lisboa, Legionario y Arquitecto.