Nicaragua 16

Febrero de 2016

No había vuelto desde noviembre del año 1985 a Nicaragua. Lo que ahora me encuentro es mucho mejor que lo que dejé; entonces era un país en guerra y la revolución sandinista, en la que había estudiantes, trabajadores, campesinos, profesionales, etc. luchaba denodadamente contra las fuerzas del dictador que, finalmente, apoyadas por Estados Unidos a través de la famosa “contra” hondureña, derrotó a la que fue una maravillosa revolución cuya ideología debería haberse extendido por toda la América latina, siempre que la URSS se hubiera mantenido al margen… lo que nunca estuvo dispuesta a hacer. Lo viví de cerca y me uní, en la retaguardia, al apoyo de esa ilusionada revolución. Han pasado 31 años que han servido, de alguna forma, para mejorar el país y para echármelos, yo también, a la espalda. En cualquier caso siguen siendo pobres, muy pobres, mucho más que la mismísima Guatemala; algo así como 18 veces más pobres que España y doblemente más pobres que Guatemala, que ya es decir.

En la actualidad, la República de Nicaragua anda por los 7 millones de habitantes y la aglomeración urbana de Managua ronda el millón y medio. La superficie viene siendo una tercera parte de la de España; la moneda, llamada el córdoba oro, tiene muy poco valor fuera de sus fronteras dada la humilde economía que la respalda. Daniel Ortega, líder de la revolución sandinista, (Frente Sandinista de Liberación Nacional) al que conocí personalmente en mi anterior visita, lo he encontrado ahora cambiado y suavizado políticamente y tras adaptar sus ímpetus revolucionarios a los nuevos tiempos ha conseguido, ya hace unos años y en las urnas, el puesto de Presidente y Jefe de Gobierno. Su pretensión política actual es la de mantenerse en una social democracia, buscando votos al mostrar simpatías por Chávez y Maduro… así que arreglado está. Hay que ver la capacidad de adaptación que tienen los políticos: pasar de líder de unas fuerzas armadas revolucionarias y beligerantes a muerte contra el capitalismo a colocarse en la cabeza de un sistema capitalista “democrático”.

Entonces era ateo, marxista, dictador de una izquierda radical y no se sabe cuántas cosas más. No obstante en 1985 Europa, sobre todo países tan liberales y generosos como Noruega, apoyaban su valentía en la lucha contra una dictadura de derechas apoyada por EEUU. A mí me hacía ilusión presenciar esta apasionante revolución y aquí me vine en el 85 cuando a los europeos no les gustaba nada hacerlo. Al final todos lamentamos que esa interesante revolución no triunfara: Rusia acabó mostrando la verdad de su oculto apoyo armamentístico y todos nos vinimos abajo con nuestros ideales. Ahora me he encontrado con los carteles de la última campaña electoral de Daniel Ortega, colgando en algunas oficinas de Correos (adjunto fotografía del póster), en los que tiene la osadía de citar en primera línea la Fe, la Vida Cristiana y La Vida Familiar. Comprobé que, también él, se había echado 31 años más a la espalda. Los políticos, si fuera necesario, serían capaces de disfrazarse de lagarteranas con tal de conseguir el poder.

Hablan de una tasa oficial de desempleo del 10% pero la gente me dice que es al menos del 15%. Es también la gente la que me comenta lo caro y lo incompleto que es el sistema de seguridad social. Un joven me explicó que debido a una caída que tuvo, se fracturó un hombro y debido a ello le pusieron una placa que él mismo tuvo que pagar, al igual que los medicamentos. Al parecer las prótesis y las medicinas las paga siempre el paciente. Yo mismo traté de comprar un medicamento en una farmacia y dado que el precio pasaba del doble del que pagamos en España desistí de hacerlo. Una medicina puede fácilmente suponer el sueldo de un mes de un trabajador nicaragüense.

Aunque el idioma oficial es el español, no es menos cierto que la gente habla el chibcha y que de sus habitantes hay un porcentaje altísimo de población mestiza, solo un 15% de población blanca y otro 15% entre población negra y amerindia. Los católicos vienen siendo un 60% y los protestantes un 20%; los restantes son no religiosos o ateos. El café, el azúcar y los textiles son sus principales exportaciones junto con los ingresos por turismo. Alguien de un estanco me comentó que han abandonado sus plantaciones de tabaco y las han sustituido por campos de melones. Los frijoles, de primera calidad, el maíz y el arroz son los productos que ellos consumen a diario pero que apenas exportan. Entre las cosas buenas que suelen aportar los movimientos socialistas está la casi total alfabetización de la población así que les doy la enhorabuena. Tienen casos de malaria y el agua canalizada solo llega al 80% de la población. Necesitan 28 de sus córdobas para comprar un euro.

En la maniobra de aterrizaje pasamos al lado del volcán Momotombo, a orillas del Lago Managua, que estaba echando humo por el cráter; todo un espectáculo. Eran solo las 8 de la mañana y ya había 25 grados de temperatura. Durante el día pasábamos siempre de los 33 grados pero como la humedad no era muy alta, se soportaba bien.

Con las patatas hacen una especie de aros y tirabuzones que rebozan con harina, salsa de marisco y otras especias y que después fríen; a veces me sabían a calamares fritos y me atrevería a recomendarlos. En las carreteras hay anuncios particulares, hechos con tiras de sábanas, que cruzan de un lado al otro de las mismas y que dicen cosas como: “VENDO LINDA CASITA”.

En el país hay siempre alguna triste actividad sísmica: cuando no es un volcán lanzando lava, es un terremoto destruyendo pueblos o bien tienen algún movimiento sísmico. Viven bajo esa amenaza. Por ejemplo, traté de subir al volcán Masaya, hasta la famosa Cruz de Boadilla, al borde de su cráter, y me detuvieron los bomberos, que allí hacían guardia, diciéndome que había alarma amarilla pues echaba humo y hacía ruido…Este volcán, muy activo, tuvo una fuerte erupción en el año 1976 y produjo grandes daños; así que me limité a caminar sobre los campos de lava, a su pie, y a recorrer la orilla del lago que lleva su nombre.

Para el pequeño transporte de mercancías dentro de los pueblos se utilizan los triciclos a pedal y también los pequeños carros tirados por unos famélicos caballos. El triciclo de motor se utiliza para el traslado de personas como si de un taxi se tratara.

Los pueblos de la antigua retaguardia sandinista, que visité al norte de Managua en el 1985, tales como Matagalpa, Jinotega, etc. son ahora pequeñas ciudades sin interés que no me han atraído nada. No obstante sí que, por sus montañas, hay grandes plantaciones de café que en su día visité con mis amigos “cafetas”. También hay algunas cascadas, ríos y desfiladeros que bien merecen ser recorridos. Claro que, por supuesto, no en estas fechas pues ya acabó la recolección del café y, por otra parte, no es época de lluvias por lo que los ríos y las cascadas, tienen muy poco caudal. En el mes adecuado, justo tras acabar las lluvias, debe visitarse la reserva nacional de Bosawas, el cerro Musún con la maravillosa cascada escalonada y el cañón de Somoto…

Mejor suerte han corrido los pueblos y ciudades al sur de la capital que, tras unos años de bonanza turística, han ido mejorando en su limpieza, su aspecto, sus hoteles, etc. y tienen ahora más colorido pues hay más dinero para pintar las casas, arreglar iglesias antiguas, mejorar carreteras, etc. Tal es el caso de las ciudades de Masaya, Granada, León y otras. En el 1985 estas ciudades no tenían ni color ni interés alguno pues estaban bastante abandonadas.

En Masaya visito la antigua iglesia de La Asunción cuyo único interés está en su curioso techo de cañizo barnizado, también un pequeño mercado de artesanía de escaso valor y el parque de la interesante Laguna de Apoyo tras la cual, y en dirección sureste, aparece la figura del volcán Concepción sobre la isla de Ometepe en el Lago de Nicaragua. La panorámica es muy agradable cuando se contempla desde el mirador de Caterina por donde siempre vuelan los zopilotes.

Por cierto, hace solamente unos días, un conocido viajero-aventurero de Oviedo, Juan Manuel Feliz, ha subido al volcán Maderas, también en la isla de Ometepe, e igualmente cruzado desde el Caribe al Pacífico por el Lago Nicaragua y Río San Juan. Enhorabuena.

La comida es sabrosa: frijoles de primera calidad, gallopinto, los nacatamales (masa de maíz rellena de carne), el vigorón (típico de Granada) acompañado de yuca, el chicharrón, la sopa de mondongo, etc. Por supuesto, al igual que en Guatemala, tienen de postre la exquisita tarta de 3 leches (bizcocho empapado en nata, leche condensada y leche entera)

Pasé por San Juan de Oriente, famoso pueblo por su cerámica, para recorrer sus hornos y ver la cerámica actual y la de estilo precolombino que ellos fabrican a mano con bastante gusto. Desde aquí me fui a visitar la Reserva Natural del Volcán Mombacho.

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Anduve un par de días por el área de Granada a la que entré al tiempo que aparcaba a un lado y dejaba pasar un entierro con carro de caballos y familiares y amigos detrás. Debido a ello, me pregunté cuál sería la interpretación que un nica supersticioso haría de esto. Casi todas las edificaciones antiguas están restauradas o arregladas o al menos pintadas. Así que comencé por la humilde fortaleza del Polvorín, para continuar por la iglesia Alteva, la de La Merced (obra y regalo de las monjas catalanas), los agradables edificios de la época colonial del parque central, para acabar dándome de bruces con la atractiva catedral de Granada, tras cuyas torres aparece vigilante el Mombacho, y seguí por el convento de San Francisco y su bonito claustro de palmeras. Finalmente y tras tomarme una cerveza Victoria en el paseo peatonal que conduce al lago Nicaragua, vi al pasar la última de sus iglesias, la de Ntra. Sra. de Guadalupe, construida ya en hormigón. El ambiente de la ciudad es muy agradable y tranquilo y el parque y los hoteles que lo rodean forman un conjunto equilibrado e invitante para el turismo. Las calesas con sus caballos decoran todo el ambiente dándole un aire lúdico a la ciudad.

En Managua, y en los lugares más destacados de la ciudad, hay figuras decorativas metálicas pintadas en modernos colores, que simulan grandes árboles y las ramas que parecen estar formadas por seises, números que son precisamente llamados del demonio. Como se trata de una población que siempre ha mezclado lo cristiano con lo pagano y la superstición, algunos dicen que se trata realmente de una obra del diablo… Igual me ocurrió cuando visité el mirador de la ciudad bajo el cual, me decía un tal Ángel, “que existían unas celdas que utilizaba la policía sandinista para torturar a la oposición…”El nicaragüense es dado a mezclar realidad con fantasía. Lo que sí hay por esa zona, es un monumento al ejército, una más de las muchas estatuas de Sandino y algún que otro tanque viejo ruso dejado como muestra y recuerdo de aquella revolución fallida.

En cuanto a la vegetación, los bosques, muy cerrados y con una gran biodiversidad, no resultan muy atractivos a la vista, ni a la cámara de fotos. Su color verde es muy oscuro y sin brillo, debido a la falta de lluvia y al polvo que la cubre, y tampoco abundan los árboles con flores, tan característicos en este tipo de bosque de zonas tropicales. Sin embargo, delante de la ventana de mi hotel y en este mismo momento, cuando escribo esta nota, tengo delante un árbol del fuego (sus flores rojas parecen llamas), una especie de pándano con flores blancas, unas esbeltas palmeras cocoteras con cocos amarillos listos para comer, un gigantesco mango lleno de fruto todavía verde, un almendro tropical y unas palmeras más bien decorativas que no dan fruto alguno pero tan finas y exquisitas que en lugar de corteza solo tienen una fina piel de color grisáceo. Si miro debajo de la ventana veo flores de jengibre de varios colores, buganvillas rojas en flor y heliconias. Por el campo se ven los gigantescos ceibos tan abundantes por estos paralelos. De vez en cuando se ve algún precioso colibrí de oscuros colores.

En esta época del año hay fruto de la pasión, ellos lo llaman zapote y en otros sitios lo llaman guaba, también melón, sandía, papaya, uvas, etc. sus gustosos mangos siguen todavía verdes en el árbol.

En el aeropuerto, al tomar el vuelo de regreso, vi por allí, abandonada, diminuta y cutre, la que fue su terminal en el año 1985 cuando vine por primera vez. El tiempo no se detiene.

Hasta otra.