Tailandia 73

En junio de 2010, cuando habían pasado ya 37 años, coloqué en mi página web el texto íntegro de los comentarios que hice en su día: Agosto de 1973, y que aquí transcribo. Sea indulgente el lector con las fotografías y con lo que ocurría en aquel entonces.

Agosto de 1973

Esta es mi primera visita a la antigua Siam. Calor sofocante, húmedo y pegajoso. Ríos por todas partes a los que me tiraría de cabeza para salir de este tormentoso sopor. Mucha pobreza, muchos harapos y demasiados militares dando por el saco. La dictadura está servida. Todo comenzó, hace ya tres décadas, con una Monarquía Constitucional con régimen parlamentario y derivó, con golpes militares, en una dictadura. Hay una gran belleza en la vegetación tropical, abundan los árboles con flores, la gente dulce y servicial, el colorido de sus ropas, los rickshaws, las bicicletas y barcas llevando pasajeros, comida o mercancías por los innumerables ríos que componen el principal medio de transporte. Todos cuantos ríos he visto son navegables y el tráfico de pasajeros y mercancías muy denso.

Me alojé en el hotel más bonito de cuantos había visitado antes; auténtico lujo oriental, delicado en su diseño y en su decoración: el SIAM, quizás uno de los mejores en el área de Bangkok. En mi amplísima habitación me esperaba un inmenso centro con frutas tropicales entre las que abundaba el mango, la papaya, piña tropical, etc. Sus jardines eran de ensueño. Como uno más de los visitantes del país asistí a danzas típicas, desfiles con elefantes, coros, músicos y, además, visité el jardín rosa, boxeo autóctono (puñetazos y patadas), luchas entre toros, paseos en elefante, etc.

Templos y más templos budistas. Se accedía a ellos por el río y tenían su propio embarcadero; de bellos colores, con tejados cubiertos por vistosos azulejos que forman una figura, con cuidados motivos budistas en sus porches y fachadas. Hay algunos conventos de mujeres, siempre al lado del río, y puede verse la actividad que llevan.

La visita obligada en Bangkok es el templo Aurora, una verdadera joya del arte religioso budista; bellísimos edificios, esculturas, estupas, tejados orientales, etc. También el impresionante Palacio Real en cuyo interior hay estupas doradas, templos, esculturas gigantes de guardias de templos, tejados puntiagudos, mosaicos, escalinatas, etc. Además el templo del buda de esmeralda. Un par de meses antes de iniciar este viaje había asistido, como miembro, a un congreso mundial de Grandes Presas. Durante el mismo hice amistad con una chica encargada de las relaciones públicas y, curiosamente, la encontré aquí en el Palacio Real… ¡Qué pequeño es el mundo!

Otras visitas obligadas son las de los templos de Wat Pho y Wat Traimit, en cuyos interiores hay un buda de oro de 6 t de peso, el templo de los Monzos, el buda reclinado mayor del mundo (46 m. de largo y 16 de alto) y el templo de los 500 budas (250 budas y 250 pagodas). El mercado flotante, muy interesante, consiste en tomar una canoa y recorrer, a muy tempranas horas de la mañana, un mercado formado por las canoas de los campesinos que se desplazan lentamente cargadas con comida, frutas, verduras, etc. que desean vender.

Los compradores pueden ir también en barca o bien estar en la orilla, sobre el muelle, o bien asomados a la ventana de su casa, construida sobre el río. Los productos del campo parecen haber sido arrancados un par de horas antes. Por supuesto, en esa zona del río el agua está sucia y trozos de verduras o frutas flotan sobre ella.

Tailandia tiene en estos momentos una superficie y una población similar a la de España y un turismo en aumento generador de divisas que les ayuda a desarrollar el país. Estados Unidos les echa una mano para así evitar la entrada del comunismo que está por todas las fronteras que lo rodean: Laos, Camboya, Malasia y Birmania. La moneda es el baht y no vale nada más que para uso interno. Tendré que volver pues me queda mucho país por recorrer.

Hasta otra.