Israel 81

Prólogo: Estamos en junio de 2010 y procedo a pasar las fotos, ya deterioradas por el paso del tiempo, y los comentarios de este viaje a mi página web, limitándome a escanearlo todo. Han pasado casi 30 años y, por ello, el lector debe de tomar nota de ello, sea para bien o para mal. En el caso de algunos de mis viajes, no quiero decir que sea éste en particular y, tras tanto tiempo transcurrido, podría no suscribir ahora lo que con tanto ahínco defendí entonces.

Abril de 1981

No son suficientes ni el masivo apoyo americano a Israel, ni el propio intento de occidentalización, para ocultar o disimular su raíz semita; ni tampoco el sello con que Oriente Medio marcó a los israelitas, ahora algunos de ellos israelíes. El radical monoteísmo, las tradiciones a lo largo de los siglos, Abraham, Jerusalén, el idioma, etc. son los mismos para árabes que para judíos…son semitas ambos pues sus lenguas lo son. Los israelíes no parecen querer ser como los árabes, pero son parecidos y no deberían avergonzarse de ello.

El ambiente, las casas, las calles, el campo, el desierto, la comida, la fisonomía de la gente, etc. corresponden a Oriente Medio. Israel tendrá que admitirlo a pesar de que el nivel intelectual de algunas de sus gentes pueda, tras muchos años y generaciones viviendo en Occidente, ser algo superior o mas avanzado que el de sus vecinos. Aceptar este punto no conlleva establecer una diferencia. Para nada, son todos semitas porque su lengua, su descendencia de Abrahan... su historia y territorio es el mismo: la antigua Palestina, cuna, también, del cristianismo.

Geográfica y climatológicamente se trata de un país de contrastes. En el Norte, la región de Galilea entre montañas y verdes prados, el río Jordán y el lago Tiberiades.

En el centro, de un lado el Mediterráneo y, del otro, el Mar Muerto a 400 m bajo el nivel del mar Mediterráneo. Tel-Aviv y Jerusalén constituyen una zona típicamente mediterránea oriental donde abundan olivos y encinas entremezclados con grandes extensiones de cultivos intensivos y riegos por aspersión y goteo. Una especie de norte de Argelia.

El sur es más africano y desértico, donde suele llover tres veces al año formado principalmente por el desierto del Néguev, Gaza, etc. La agricultura, sobre todo de cítricos, está muy avanzada y hay verdaderos vergeles, aún en sitios totalmente desérticos. Los famosos kibutz, situados en zonas alejadas de núcleos urbanos y que, en la actualidad ocupan a unos 100 mil trabajadores, funcionan muy eficazmente y lo hacen en régimen de autogestión.

Han sido de gran interés mis visitas a los altos del Golán, al Mar Muerto, al desierto de Néguev, Eilat, Sinaí, etc. Por el contrario Tel-Aviv es una ciudad sucia y sin interés turístico alguno. Jerusalén tiene más historia que todos los otros sitios de Israel juntos. Durante mi visita a esta ciudad me pasé horas recorriéndola y hablando con vecinos, de cierta edad pero de distintas religiones: judíos, cristianos, árabes y armenios. Todos coincidían en decir lo mismo: antes de la guerra del 67 contra los árabes, vivíamos todos en Jerusalén en perfecta armonía. Me acordé que nuestra Toledo pasó por una situación parecida. Palestina que es la Tierra Bíblica de los judíos es, también, Tierra Sagrada para los árabes…aquí está el problema cuya solución puede que no llegue nunca.

Lo establecimientos de alojamiento son malos, sucios y caros, algo típico en Oriente Medio. La comida es mediocre, pero los quesos frescos y los yogures son inmejorables. Las carreteras y el transporte público entre ciudades son buenos y baratos.

En las zonas que Israel usurpó a los árabes, denominadas zonas verdes, los soldados de Israel están siempre preparados para entrar en acción. Llevan su fusil cuando van al cine o cuando meten mano a la novia, en los aseos, en el autobús, de paisano, en casa, durante el fin de semana…un coñazo.


Los árabes que viven en Israel tienen las peores casas, tierras y pueblos. Labran el campo con burro y sus casas no tienen agua. Un 70% de esos árabes no tiene derecho al pasaporte, ni derecho a voto. En Israel hay 1,5 millones árabes y 3,5 millones de judíos y, no obstante, un millón de esos árabes no figuran ni en las estadísticas, o sea no pueden votar. Por tanto, ¿cómo puede Israel llamar terroristas a los de la OLP? Resulta un tanto cínico descalificar de esta forma al que reclama lo que le pertenece.

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En los días que viajé bordeando la frontera con Jordania y debido a que de vez en cuando se producían incursiones jordanas, el ejército me aconsejó que durmiera en un búnker. Así lo hice un par de veces. El ambiente era agradable pues había otros viajeros y teníamos conversaciones interesantes. Intuyo que hice unos 2.400 km de recorrido en unos 8 días; de ellos unos 500 han sido por los desiertos de Néguev y Sinaí. Recogí coral en el golfo de Akaba y sin apenas tener que sumergirme. Visité un par de kibbutz y recibí toda clase de información. Me quedé con la impresión de que el sistema funcionaba muy bien. El ejército judío del Golán me permitió pasear un poco por el tranquilo frente.

Ahora es Semana Santa en el mundo católico y también en Israel, en el mundo judío, simplemente, porque Jesucristo era judío y se siguió la tradición. Digo esto porque me alojé en dos ocasiones, una de ellas en el Golán, en pequeñas pensiones familiares y, cómo durante estos días los judíos no pueden hablar de dinero o negocios, entonces se silenciaban, pero me daban acceso a la habitación y a la cena en el comedor. Yo solía ser el único cliente. Por ello fui testigo, desde un rincón del comedor, de la cena en familia llamada Sabah. (No estoy seguro de que se escriba así). Fue interesante y muy íntima. Árabes, judíos y cristianos tenemos mucho en común pero me da la impresión de que nuestros respectivos gerifaltes religiosos se han encargado de hacer más hincapié en las diferencias. Es el mismo truco que emplean los políticos nacionalistas.

Siempre que pude llevé soldados que hacían autoestop, sobre todo en las zonas peligrosas tanto del Golán como de Cisjordania. Me sentía protegido. En una ocasión llevaba un par de soldados y conducía de noche por la peligrosa frontera con Jordania cuando detecté, a media altura y en medio de la oscuridad, una fuerte luz que se desplazaba constantemente. Se la mostré a los soldados y les dije: ¡Helicopter! Ellos reconocieron que la luz fija provenía de una torre de control, que el que se movía era yo, y me gritaron riendo: ¡you are the helicopter! Nos reímos un buen rato dada la tensión que teníamos pensando que podía ser un ataque jordano.

En el aeropuerto, en el momento de pasar mi maleta por “rayos”, detectaron, muy claramente, una pistola. Fui, inmediatamente, detenido e inmovilizado. Solo fueron unos segundos pues el oficial responsable cayó en la cuenta de que era la maleta anterior a la mía. Salieron corriendo y detuvieron a una madre con un niño que llevaba una pistola de juguete. ¡Qué susto¡