Singapur 00

Mayo de 2000

He perdido la cuenta de las veces que he venido a SINGAPUR: unas para quedarme un par de días, otras para quedar unas horas en tránsito en el propio aeropuerto y salir zumbando para otro destino del Sudeste asiático, etc. El aeropuerto, como he dicho en otras ocasiones, es un ejemplo de limpieza, orden, calidad en los servicios, etc. y ya no digamos su moqueta limpísima y de preciosos motivos, jardines exuberantes en su interior, hospitalidad, aceros inoxidables por todas partes, etc.

El caso es que siempre es agradable andar por aquí, aunque solo sea para descansar o hacer alguna compra de equipos de nueva o avanzada tecnología. Su nivel de vida sube y sube. La esperanza de vida también: el hombre 77, la mujer 81. La población está compuesta por chinos en un 75%, malasios un 15% e indios un 10% y sus lenguas van desde el chino al inglés y desde el malayo al tamil. Y así de variopintos son sus religiones: budistas y taoístas un 55%, musulmanes un 15%, protestantes un 10%, hinduistas y católicos un 10% y el 10% restante ateos.

Con una renta per cápita de 20 mil USD conforman el país más rico de la Región del Sudeste asiático. Este año ha alcanzado los 3,2 millones de habitantes. Su principal industria es la pesca y sus divisas provienen del turismo y de su enorme puerto por el que pasan mercancías para todo el mundo.

Sigue estando prohibido fumar por la calle, salvo multa de 1.000 dólares, ídem tirar un papel al suelo, etc. Tener una pistola o 15 gr. de droga supone la pena de muerte. Además de compras puede uno tomar un funicular y “volar” sobre el enorme puerto, el más grande del mundo en contenedores, o visitar el magnífico Parque Zoológico, acercarse a Malasia y visitar plantaciones de árboles caucheros, subir a una colina y disfrutar de la vista de la ciudad, en fin muchas son las cosas en las que gastar tiempo y dinero.

Seguro que volveré, no me queda más remedio ya que está en medio del camino a Asia o al Sudeste asiático, así que, hasta otra.