Bután 17

Febrero de 2017

En mayo de 1997 visité por primera vez Bután del cual salí diciendo que era dulce y encantador lo que, aún ahora, es totalmente cierto. Situado al pié del Himalaya, tiene una superficie similar a Cataluña o a Extremadura o a La Mancha y una población que, ahora, se acerca a los 794.000 habitantes. Es extremadamente montañoso y llueve más del doble que en Santiago de Compostela, que ya es decir. En el año 1997 presumían sus autoridades de ser una Monarquía Constitucional pero no era cierto ya que el rey reinaba y gobernaba y, además, nombraba a un importante número de miembros del Parlamento. Ahora mismo la situación ha mejorado pero el rey sigue nombrando a dedo algunos miembros de su sistema bicameral.

Su capital, Thimphu, ya se acerca a los 100.000 habitantes y su divisa, el ngultrum, está equiparada a la rupia india y hacen falta 70 unidades para poder comprar un euro. La renta por habitante se acerca a los 2.800 dólares, lo que supone, aproximadamente, una décima parte de la de España y la esperanza de vida es de 68 años, tanto para la mujer como para el hombre; tienen solo 0.33 médicos por cada 1.000 habitantes, lo que también supone 10 veces menos que en España. Hay casi un 40% de analfabetismo. Están hermanados con la Unión India hasta el punto de haber puesto en sus manos el Ministerio de la Guerra, el de Asuntos Exteriores, etc.

Aunque su idioma oficial sea el dzongkha, lo que más hablan son dialectos nepalíes y tibetanos, ya que la población tiene su origen en Nepal y Tíbet. Un 75% son budistas y un 25% hinduistas. Su economía es de subsistencia: arroz, maíz, miel, cardamomo, manzanas, pimientos, etc. No hay que olvidar la exportación de su carísima madera de teca tan apreciada en todo el mundo.

Su mayor riqueza radica en la gran producción de energía hidroeléctrica, que exportan a India, originada por la orografía del país y las grandes precipitaciones que llegan casi a los 5.000 mm anuales. Son las empresas y bancos indios los que construyen y financian las costosas obras hidráulicas de Bután que producen la energía eléctrica que posteriormente venden a La Unión India. También supone la creación de puestos de trabajo. El turismo es otra buena entrada de divisas. Conocen España por la Liga, el Barça y el Real Madrid, pero no sabrían marcarla en un mapa. Bueno, en España son pocos los que saben dónde está Bután…

Enero y febrero son casi los únicos meses en los que llueve poco, el resto del año llueve sin parar; así que ahora, los campos de arroz están labrados, pero secos, esperando las lluvias de marzo para plantarlo una vez que estén inundados. Las casas tienen casi todas el mismo tipo de arquitectura: muy robustas, techos altos, aleros y ventanas en madera, dibujos en las fachadas, muros muy gruesos y en talud del 5% para darles más estabilidad y para enfrentarse mejor a un movimiento sísmico, etc. Ahora en invierno los días son muy cortos y tras caer el sol comienza un frío espantoso que llega a 0 grados.

Volé a Bután desde Katmandú, Nepal, y de forma paralela a la cordillera del Himalaya; el día era claro y resultaba muy agradable ver los 7 y 8 miles cubiertos de nieve. Dado que la cordillera está, más o menos, en el caluroso paralelo 30 ello supone que la nieve no comienza hasta los 5.000 m; algo así como el Teide en Canarias que solo tiene su pico nevado. En otros viajes a Tíbet, había visto y fotografiado el Annapurna y el Everest que están situados algo más al oeste. En este vuelo reconocí el monte Jomolhari de 7.800 m.

Tras aterrizar en el pequeño y peligroso aeropuerto de Paro, fui recibido por un guía, con un confortable vehículo y su correspondiente chofer. Los tres resultaron ser muy agradables. El viaje comenzó trasladándonos a Thimphu, la capital de Bután. Aprendí a decir kushu, que es algo así como ¡hola! Por el camino nos detuvimos en el cruce con la carretera que llega al país desde Darjeeling, Unión India, por donde yo había entrado hacía 20 años; en aquella ocasión en la frontera me pidieron 100 dólares por cada día que permaneciera con ellos y a cambio me daban, al igual que ahora, guía, coche, chofer, hotel y pensión completa. Lo pasé muy bien, aunque el tiempo no me ayudó mucho pues llovía y el cielo estaba plomizo.

Ahora, al entrar en el primer barrio de Thimphu, la capital, descubrí una depuradora de aguas residuales por el sistema de lagunaje que desprendía un cierto olor; entendí que la habían construido con anterioridad a este barrio nuevo, época en la que el caudal era inferior y no olía. Las ordenanzas sobre el tipo de edificios y arquitectura obligan a no pasar de 6 plantas, a que los tejados tengan una forma determinada y en color verde, a que las ventanas y decorados exteriores sigan unos modelos, etc. Lo primero que se observa en el centro urbano es su pequeña Torre-Reloj en la plaza principal, que ya estaba entonces, un activo guardia de circulación, alojado en un pequeño quiosco, que regula el tráfico y, por otra parte, auténticas manadas de perros sueltos y sin dueño con sus líderes a la cabeza.

Pasé dos noches en Thimphu, situada a 2.300 m sobre el nivel del mar, y pude ver sus sitios de mayor interés como el Buda Point, enorme buda sobre un precioso templo de casi 100 m de altura total, que no existía cuando vine la primera vez. Igualmente, el Memorial Chorten, que es una estupa de grandes dimensiones alrededor de la cual los creyentes caminan y rezan; también el Monasterio Changangkha al que llevan a los recién nacidos para que les asignen nombre y apellido pues aquí los padres no están autorizados para hacerlo.

Curiosamente, muchos de los nombres son utilizados indistintamente para hombres o mujeres. El monumento más destacable de la ciudad es la fortaleza/monasterio medieval Tashichhodzong, que visité en su día, de la cual la mitad pertenece al gobierno, donde está el trono del rey, y la otra mitad pertenece a los monjes como monasterio. Es una bella e inmensa construcción muy robusta, construida como fortaleza o defensa de grandes dimensiones y muros muy gruesos con paramentos inclinados del orden de un 5%. Esta edificación se parece mucho a la del Tíbet ya que de allí vinieron muchas gentes que dieron al país también su cultura y su religión budista. La parte de la administración del estado del edificio lleva color amarillo y la parte de los monjes color naranja. A su lado, y con arquitectura del mismo estilo, está el Parlamento y en medio de ambos hay un palacio dorado en el que vive el rey. También visité la Biblioteca Nacional en la que contemplé el que quizás sea el mayor libro del mundo. Finalmente visité una pequeña fábrica de papel artesanal.

Aun cuando el sistema bicameral haya aprobado una ley, el rey puede rechazarla. Es una suave y dulce dictadura encubierta con un aire de monarquía parlamentaria, en la que el rey reina y gobierna. Bután ha sufrido varios movimientos sísmicos, aunque no de la intensidad de los que ha sufrido Nepal. La diferencia horaria con España es de +5 horas.

Dejé la ciudad y fui en dirección al famoso valle de Punakha, a unas 3 horas de coche, para lo cual tuvimos que pasar por el puerto de Dochula, a unos 3.000 m de altura, subiendo por una carretera de montaña en obras y llena de curvas. Las carreteras en construcción están llenas de mujeres trabajadoras que hacen el mismo trabajo que los hombres y tienen las pobres un aspecto que da pena En el punto más alto han construido una gran estupa y, sobre ella, han colocado 108 pequeñas estupas funerarias que corresponden a los 108 soldados muertos en esas montañas defendiendo el país contra los invasores indios. Desde aquí, y en ocasiones de muy buen tiempo, pueden verse picos del Himalaya. Recorriendo estas montañas, yo diría que casi en cada vaguada, garganta o torrentera en la que discurra el agua de lluvia, hay una pequeña construcción religiosa en cuyo interior, y movido por el agua al pasar, hay un cilindro de mantras que sirve para proteger el bosque, sus animales y la posible población humana de la zona. He visto yaks pastando por la zona del puerto.

Descendimos hacia el valle de Punakha, a 1.300 m y visitamos el templo Chimi Lhakhang, llamado de la Fertilidad, al igual que el pequeño pueblo de sus inmediaciones en donde las fachadas están decoradas con dibujos de penes y demás figuras y esculturas fálicas. Es un valle precioso, con hermosos y caudalosos ríos, con gigantescas plantaciones escalonadas de arroz, ahora secas a la espera de las lluvias para plantar. También visitamos un convento de monjas, ubicado en la cima de una colina, de gran belleza en el interior de su templo que me prohibieron fotografiar. Por cierto, en todo el país, ha de entrarse descalzo en los templos y jamás hacer fotos en su interior. Después visitamos, en la misma zona, una fortaleza del siglo XVII “Dzong de Punakha”como dicen ellos de impresionantes dimensiones, con la robustez que caracteriza estas construcciones, con su torre central, con la separación de la administración y el monasterio, con su templo muy decorado en su interior, etc. Un bonito puente sobre el río que lo bordea da acceso a la fortaleza.

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Dormimos dentro del valle de Punakha, a cota más baja que Thimphu y por tanto a temperatura más agradable y, al siguiente día, regresamos nuevamente por el puerto de Dochula para acercarnos a Paro tras una parada, sin interés alguno, en el mercado de frutas y verduras de Thimphu. Aprovecho para comentar que tienen mucha producción agrícola orgánica. Nos cruzamos en la carretera con el rey y su sequito de seguridad y el tráfico fue detenido para darles paso; nada parecido a lo de hace 20 años cuando su padre pasaba en moto o en 4x4 sin séquito alguno. También entonces las familias tenían 5 hijos, de los que uno se metía a monje con el fin de ayudar al resto en temas de nacimientos, funerales, trámites administrativos, etc. En la actualidad las familias no suelen pasar de 3 hijos.

En Paro, nos alojamos en un hotel muy agradable, cerca del aeropuerto y al borde del rio. Hacía mucho frío. Al día siguiente atravesamos Paro para subir cuanto pudimos hacia las montañas para contemplar las vistas, visitar el Monasterio de Kyichu y acercarnos cuanto pudimos al famoso Monasterio de Taktshang o Nido del Tigre como hice hace 20 años. Encontré muy interesante la visita al Dzong de Paro, fortaleza-monasterio de grandes dimensiones con la correspondiente torre central, los pasillos de madera decorada, los templos interiores que siempre se visitan descalzos, los bellos revestimientos y ventanas en madera, etc. La edificación del pueblo de Paro tiene mucho encanto y está construida siguiendo el estilo de su arquitectura clásica a la par que muy bien conservada.

La sociedad está compuesta por aquellos de familias rancias, próximas a la familia real, junto con los de nivel económico alto, los profesores de universidad y profesionales importantes, y después viene una amplia clase trabajadora que vive y trabaja en condiciones no muy buenas. El rey que yo conocí personalmente en el año 97 ha abdicado en favor de su hijo y ahora es éste y su mujer los que aparecen fotografiados por todas partes. Este tipo de publicidad es conveniente para dar estabilidad al país. Las gentes son muy creyentes, muy practicantes y muy tradicionales en todo. Lo cierto es que el rey actual tiene 4 esposas: se casó con una mujer que tenía 3 hermanas y ella autorizó o pidió a su esposo que desposara a sus hermanas también. Con relación a sus hijos el rey será padre y tío a la vez, y los niños serán hermanos a la vez que primos carnales. Qué jaleo.

Hay un 75% de budistas y un 25% de hinduistas. Dentro del budismo de Bután hay 2 tendencias: la radical, en la que los monjes se van durante 3 años a monasterios aislados en la montaña donde ni se duchan ni afeitan ni cortan el pelo durante ese tiempo, y la clásica, en la que los monjes están en monasterios próximos a las ciudades, con aseo diario, teléfono móvil…y además los grandes jefes o maestros en su jerarquía pueden contraer matrimonio. Todos llevan los hábitos de color naranja y los he visto usar el móvil frecuentemente.

Los hoteles no están, para nada, preparados para el frío: no suelen tener calefacción central, ponen radiadores, las ventanas son de madera y sin doble vidrio y el aire las atraviesa con facilidad por lo que las habitaciones están heladas. Las comidas más destacables y que suelen servirse en cuencos, son sus fideos de siempre y en ocasiones planos y muy anchos, el pollo de muchas formas, las verduras muy bien hechas y en su punto, la carne de ternera guisada y acompañada de pimiento, tomate y cebolla; las pequeñas albóndigas acompañadas de pisto y, por supuesto, el arroz no puede faltar. Se come sin pan y el picante no escasea. Siempre te preguntan si quieres con la comida agua fría o caliente. La fruta ha sido toda ella mala, lo que supongo tiene que ver con el mes en el que estamos.

Los perros no suelen tener dueño y van siempre sueltos por la ciudad en la que debe de haber varios miles de ellos. En la noche, las ciudades pertenecen a los perros que, unidos en manadas, luchan unos contra otros por la comida o bien para conseguir dominar ciertos barrios. Es muy difícil dormir por la noche pues ladran y aúllan constantemente. No entiendo como en un país que cree firmemente en la reencarnación y que considera que el perro está en la escala inmediatamente anterior al hombre, pueden dejarlos abandonados sin darles cobijo.

Las gentes se ven serias y solo a algunos chicos se les puede escapar una sonrisa. Si es que son felices, como se dice, debe de ser una felicidad interior. Me parecieron más felices en mi primera visita. Tuve que entrar en la oficina principal del Banco Nacional para cambiar dinero y comprobé que la gente, que llenaba la sala a rebosar, llevaba horas esperando para ser atendida. A mí me atendieron directamente por ser un extranjero y para ofrecer al exterior una buena imagen. Me pareció, además de vergonzoso, una comedia de cara a los extranjeros y, por si esto fuera poco, al estar el guía conmigo no tuve que presentar pasaporte ni ninguna otra documentación. De hecho, en los hoteles, no nos pedían pasaporte alguno pues la presencia del guía ya garantizaba la identidad.

Los hombres con buenas posibilidades económicas pueden tener varias mujeres. El divorcio existe, pero no se da frecuentemente y, por otra parte, el aborto está muy perseguido. Los butaneses no solo son buenos creyentes y fantásticos practicantes, no, van más lejos y viven su vida a través de su religión. Está prohibida la venta de cigarrillos en todo el país y el alcohol y el wisky lo fabrican o controlan, al parecer, los militares. Hay algo muy curioso: reconocen que el budismo prohíbe matar animales, pero ellos, astutamente, importan carne de su vecino La Unión India y para “esconder” el pecado alegan que lo que no les permite su religión es presenciar la muerte del animal…

El turismo exterior solo llega, cuando más, a 2.000 personas al año; ahora bien, reciben turismo “interior” de la Unión India que no es muy provechoso debido a que tienen su misma moneda y no supone por tanto una entrada de divisas. El paro real, según me ha dicho mi guía en un par de ocasiones, se acerca al 60% en invierno y desciende algo en verano con la llegada de los turistas. Los datos oficiales de que dispongo son totalmente dispares. Dudosa felicidad con tanto paro. No hay mendigos pidiendo por la calle, lo que más bien quiere decir que está prohibido hacerlo ya que con ese paro sería muy comprensible.

La orografía consiste en montañas puntiagudas entre las que, muy de tarde en tarde, aparece un diminuto valle donde se han construido algunos pequeños núcleos de casas diseminados. Buena parte de las incontables montañas están cubiertas por densos bosques en los que apenas identifiqué nuestros árboles europeos. Los troncos parecen tener piel en lugar de la dura corteza habitual, como ocurre con los abedules. No hay más allá de un 30% de caducifolios. De vez en cuando aparecen coníferas como el cedro, el pino del Himalaya y creo que el tejo.

El aeropuerto tiene una corta pista de aterrizaje; es muy peligroso su acceso por aire y solo hay vuelos durante el día y con aviones no muy grandes. Para aterrizar o despegar debe el piloto volar entre montañas e ir descendiendo o despegando con mucha atención y pericia. Ellos dicen que es el más peligroso del mundo.

La ciudad de Paro, a poco más de una hora de coche de la capital Thimphu, también está a 2.300 m de altura como la capital, es mucho más pequeña y tiene menos actividad a pesar de tener el aeropuerto en sus inmediaciones. Nos alojamos en un cómodo hotel, al borde del rio, y por la mañana nos acercamos al famoso monasterio Takshang o "nido del tigre" cuya pronunciada subida de 900 m no me atreví a hacer dado el resfriado que llevaba encima. Puede uno subir una parte del recorrido a lomos de un caballo o un mulo, pero el resto hasta el final es muy pronunciado y ha de hacerse a pie. En mi viaje del 97 creo que fue la lluvia la que me impidió hacerlo. ¡Quizás tenga que volver!

Las gentes, en general, tienen la piel algo oscura o morena, propia del frío de las alturas en invierno o bien del fuerte sol del verano, y sus marcados pómulos se colorean un poco como le ocurre a la gente andina. Visten ropas regionales con agradables colores y se sienten orgullosos de su clásica vestimenta. La ropa típica de ellos se llama Gho y la de ellas se llama Kira. Muchos hombres mascan doma que es una yerba de color rojo, como betel en otros países, que les estropea mucho la boca y que no creo sea alucinógeno sino más bien algo para entretenerse pero que llega a ser adictivo. Por otra parte, y supongo que muy discretamente, los campesinos obtienen del arroz una especie de sake de alta graduación alcohólica lo que les dará problemas de hígado. A la entrada de todos los monasterios, templos y demás edificios religiosos están las ruedas de rezos, cilindros que tiene escritas en su interior diferentes mantras, que se hace rodar con la mano como una especie de rezo individual. Las chicas no llevan bolso, indicio de falta de presunción, su ropa no tiene marcas y además no llevan pantalones vaqueros ni de ningún otro tipo.

Por todas partes se ven y hasta se venden, también, los famosos mandalas budistas, influidos por la cultura tibetana, que llaman el círculo sagrado, centro y alrededores de la vida, tienen un colorido muy armónico y se pintan sobre telas o papel y en ocasiones emplean tierras o arenas de colores. Parece que traen paz y evitan desastres naturales.

Son gente muy honesta, servicial, humilde, voluntariosa, amable y hospitalaria. Su sumisión y resignación no cabe duda provienen de su religión budista alejada siempre de la confrontación y de la intolerancia. De ahí que sean considerados por algunos como una de las gentes más felices del mundo. Si observamos las condiciones de vida de su entorno nos resulta difícil de creer cuando, de alguna forma, tomamos referentes de nuestro mundo occidental: paro, esperanza de vida, servicios públicos, sanitarios, enseñanza, bienestar, etc. No cabe duda de que quizás su religión y el conformismo que ella conlleva son la explicación de ese alto FIB (felicidad interior bruta) que ellos dicen tener. Sí es cierto que no se aprecia violencia alguna, que hay mucho respeto entre ellos y que un turista es algo sagrado que les ayuda económicamente. He de reconocer que, tras haber recorrido todos cuantos países hay en el mundo, llevo bastantes años recorriéndolos por segunda vez y éste es de los pocos que al salir me he sentido feliz de haberlo visitado nuevamente tras 20 años de ausencia. Esto sí que para mí es muy significativo.

Como viajero que ha visitado ya dos veces este país me atrevería a recomendaros que también lo hicierais vosotros. Os encantará, animaros.