Córcega 87

En un principio no era mi intención incluir en “sabinoelviajero.com” los pequeños viajes hechos por España y por los países europeos más conocidos, dado que estos están a la altura de cualquier viajero. Me decidió, el hecho de pensar que alguna fotografía pudiera ser un documento de interés para algún seguidor de la web.

Noviembre de 1987

Córcega es una isla, aproximadamente tres veces mayor que Mallorca, con una población de solo 300 mil habitantes. Muy montañosa, hasta el extremo de que, toda ella, parece una gran montaña. Efectivamente, en el centro hay una montaña, de 2.700 m, y el resto de la isla parece su falda, la cual se extiende hasta el mar.

No ha sido, al igual que Mallorca, estropeada por urbanizadores sin escrúpulos. No. Los mallorquines, uno a uno, deberían pasar unos días en esta isla para tomar conciencia del daño causado y, al mismo tiempo, imaginarse cómo hubiera sido Mallorca si no hubieran existidos los “malvados urbanizadores y sus amiguetes municipales”.

También podría decir que, en este año 87, esta isla se parece a la Mallorca de principios de los años 40.

Se trata de una isla verdaderamente bella: llena de ríos y torrentes, cañadas, verdes valles, amplios bosques, etc. todo ello dentro de una orografía tremendamente accidentada. La costa, además de virgen, tiene preciosos pueblecitos de pescadores, puertos naturales protegidos y pintorescos. En esta época del año, noviembre, los bosques aparecen teñidos de ocre en distintas tonalidades amarillentas. Hasta los chopos toman un color amarillento y marrón a la espera de que sus hojas se desprendan.

Casi todas las construcciones tienen, nada más, dos o tres plantas, incluso los hoteles y, además, están pintadas en marrón claro y tejado con teja árabe o pizarra de color verde claro; abunda la persiana de madera de color marrón más oscuro para contrastar con las paredes y, finalmente, se trata de edificios pequeños que pueden presentarse agrupados.

Está muy poco desarrollada y no hay, por parte de sus habitantes, deseo alguno de que eso ocurra. Por eso, las carreteras son todavía demasiado estrechas y llenas de peligrosas curvas que discurren por trazados antiguos sobre acantilados y abismos. Por ellas discurren: cerdos, vacas, cabras, caballos, etc. que aparecen frente al conductor sin previo aviso.La gente lleva apellidos italianos aunque sean franceses. Los cementerios están en las mismas ciudades como si desearan tener sus muertos cerca. Son católicos practicantes y hay iglesias por todos los rincones de la isla. Hay cientos de playas vírgenes y cientos de verdes valles en los que no hay ni una sola casa pero sí miles de ovejas, cabras, vacas, etc.

Hay muchos bosques de encinas, alcornoques, chopos y plataneros. El corso es bastante hospitalario y amable con los extranjeros, no así con los franceses continentales. Hay tan poco turismo que estuve los primeros 4 días sin ver un solo turista. Ni siquiera en el avión, ni a la ida ni a la vuelta. Fantástico, ¿verdad? Los hoteles, todos familiares, cerrados casi en su totalidad; en los que encontré abiertos me detuve a pasar la noche y comprobé que los dueños vivían en él.

La costa desde Ajaccio a Bonifacio no tiene mucho de especial. Bonifacio, por el contrario, tiene mucho interés pues se trata de una ciudad amurallada, al estilo de Ibiza, muy bien conservada, con un puerto natural escondido detrás de las murallas, y comunicada por transbordador con Cerdeña.

El FNL (Frente Nacional de Liberación) de Córcega dinamita las propiedades que no se pintan o ajustan a las "normas establecidas". Su bandera, caracterizada por llevar la cabeza de un corso, ondea por todas partes y no va acompañada de la francesa. La mejor época para viajar a Córcega es del 15 de mayo al 15 de junio y del 1 al 30 de septiembre. Ajaccio, la capital, podría tener 150 mil habitantes y casi todos los lugares destacados llevan el nombre de Napoleón, por haber nacido él aquí. De esta capital solo destacaría el puerto y la Avenida de Napoleón. Córcega se llama, cariñosamente, “corsica” pero si preguntas a la gente no saben decirte el porqué. Le he dado 10 puntos, de 10, a esta virgen y preciosa isla. Volveré el año que viene.