Bahamas 94

Febrero de 1994

Por cuestiones de trabajo me trasladé a la isla de Gran Bahama para, posteriormente, volar a las de New Providence y Eleuthera en la cabina del piloto de una pequeña avioneta de hélice... lo que puedes conseguir cuando eres un turista simpático… Fue un trayecto corto pero muy agradable. Jamás había visto una variedad de colores tan amplia en las aguas del mar…tan espectaculares eran que llegaban, en ocasiones, a malvas y que cambiaban continuamente de azul turquesa a verde esmeralda o verde jade. Solo por esos minutos valió la pena el viaje a estas islas.

En un coche de alquiler que tome en el aeropuerto recorrí los 110 km que tiene la isla Eleuthera de punta a punta. Solo tiene 3 km de ancha, por lo que parece una especie de longaniza. Tuve una experiencia muy interesante: fui invitado a pasar al interior de una pequeña iglesia protestante donde los negros del lugar celebraban un oficio especial con motivo del 35 aniversario de su fundación. Canté y bailé con ellos durante largo rato música religiosa moderna que me emocionaba y ponía la carne de gallina. Había visto esto anteriormente pero jamás había sido invitado a participar. Fueron muy acogedores y se sentían orgullosos de que yo disfrutara con su compañía, su religión y su música. Iban todos engalanados con sus mejores atuendos.

Las islas en general son muy vírgenes y el turismo no ha dañado la belleza natural de las mismas. Lo que ocurre es que la vegetación, aunque muy densa, no es muy atractiva pues no tienen palmeras, ni árboles tropicales, ni flores, etc., sino arbustos y pequeños árboles formando una especie de selva impenetrable. El mar y las playas son preciosos y nada estropeados. Dormí en el único hotel que había en una playa de 4 km de larga que tenía una arena blanca y fina, pero con unas moscas muy diminutas que me destrozaron las piernas a mordiscos y de cuyas picaduras brotaron unas pequeñas ampollas que tardaron semanas en desaparecer.

En estas islas, pobladas exclusivamente por negros, son las mujeres las que manejan los negocios y ocupan los puestos de responsabilidad. Los hombres, negros como el resto de la población, son muy irresponsables y tienen un comportamiento muy infantil. La gente es muy honesta y, quizás, debido al hecho de ser muy religiosos no hay casi delincuencia. Son tranquilos y lentos para entender. No tienen sentido del humor, pero hay que reconocer que es muy agradable hablar con ellos a pesar de la dificultad de entender su inglés criollo.

Una vez más, al igual que cuando visito el Pacífico, mis ojos toman un tono verde claro y me cuesta trabajo creerlo cuando me miro al espejo.

La isla de Nueva Providencia, donde está la capital del archipiélago, es muy pequeña, pero muy poblada; en ella están los bancos y las oficinas gubernamentales y donde se concentra el 80% de la población total. Las demás islas tienen poblaciones ridículas (varios cientos o pocos miles), lo que las hace tan encantadoras y vírgenes. La actividad principal, por no decir única, es el turismo americano. Tiene algunas refinerías de petróleo. La población total de las islas es de 220.000 habitantes.