Somalia-Somaliland 01

Julio de 2001

Llevaba mucho tiempo tratando de encontrar la forma de visitar la peligrosa SOMALIA. Este país, desde hace años inmerso en una guerra civil, no tiene gobierno, no tiene embajada en ningún país del mundo, no tiene ejercito, no tiene teléfonos, ni correos, ni vuelos, ni Policía, ni nada de nada.

Durante mi viaje a Ruanda y Burundi hice averiguaciones y descubrí que al Norte había una región, llamada SOMALILAND, que aunque había pasado por una guerra civil, ahora tenía una situación más tranquila; al parecer volaba una pequeña compañía aérea privada desde Nairobi llamada Regional-Air, que en Europa nadie conocía. Finalmente, a través mi amigo Joseph de Nairobi, conseguí ponerme en contacto con ellos. Me dijeron “que volaban” y me dieron una dirección de correo electrónico de alguien que podía ayudarme a concretar mi viaje por el país. Se trataba de un tal OUBAH MOHAMED. No entendía nada.

A través de varios e- mail, esta persona me facilito la información necesaria en la que me decía: “que podía volar a la capital de SOMALILAND; que me buscaría alojamiento y un vehículo 4X4 de alquiler con chofer y algunas indicaciones sobre el vestir: usar manga larga, pantalones largos y quizás algo para tapar mi cabeza”. También descubrí que había dos vuelos semanales, con una avioneta, desde ADDIS ABEBA en ETIOPÍA. Esta combinación me pareció mejor que la de Nairobi. Así que allí me fui.

ETHIOPIAN AIRLINES me ofreció un billete en BUSINESS a un precio tan bajo que no lo pude rechazar ya que la idea de compartir asiento, en turista, con "disparadores de gases" no me hacía mucha ilusión. Sólo éramos 3 personas y me trataron a cuerpo de rey…Tuve que hacer escala durante unas horas en el tránsito de ADDIS, antes de tomar el pequeño avión a HARGEISA, capital de SOMALILAND.

La distancia que separa a ambas ciudades es de 700 km., que el avión de hélice cubrió en 3 horas, incluyendo una parada por el camino para repostar. Mientras esperaba para embarcar, descubrí a un blanco de pelo rubio; me pegué a él como una lapa y lo estuve bombardeando con preguntas sobre el país. Trabajaba para ECO, organización de ayuda al tercer mundo de la Unión Europea, y era de nacionalidad alemana. Se dedicaba a enseñar a la Policía y al ejército. Tenía auténtica pinta hitleriana. Me recordaba al alemán protagonista de la película EL DORADO.

Cuando llegamos, y con el correspondiente retraso, a la ''Terminal'' del aeropuerto de HARGEISA, especie de caseta sucia y desordenada, me di de bruces con mi contacto: UNA MUJER, vestida de negro hasta las rodillas, incluido un velo negro que le cubría toda la cabeza dejando un hueco para la cara. ¡No podía creérmelo! Se hizo a un lado y me dejó solo con la Policía, pues una mujer somalí, por tratarse de un país musulmán fundamentalista, no puede intervenir en nada. Tuve mucha suerte y con 20 dólares conseguí un visado para una estancia de 7 días.

OUBAH, que así se llamaba la somalí, me pidió que le hablara en francés pues tenía escasos conocimientos de inglés.

Afuera esperaba RODAR, el chofer, con un Toyota Land Cruiser. Me acompañaron al alojamiento. Por el camino la Sra. OUBAH me fue comentando que: “había emigrado, años atrás, a Francia vía DJIBOUTI, pero había regresado por sus profundas creencias religiosas. Tenía 30 años y dos niños.” De momento no comprendí cómo podía haber dejado Francia para vivir en aquellas condiciones ya que me horrorizaba la miseria que iba viendo. Siguió contándome que: “ni en la capital ni en ningún sitio del país había electricidad y que si alguien quería disponer de ella tenía que comprarse un grupo electrógeno. Tampoco había agua corriente así que la gente iba con garrafas de plástico a buscarla cerca del río donde había que hacer cola para tomarla de un pozo.”

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Cuando llegamos al hotel, nuevamente se echó para atrás y dejó que yo arreglara las cosas con el recepcionista. Me pidieron 40 dólares día, incluido el desayuno y la comisión de ella. Después nos sentamos en el bar a tomar algo. Ella se levantó, sacó su dinero y pagó su naranjada, pues quería que viesen todos que yo no la invitaba. Así estaban las cosas.

El precio del coche con chofer lo cerré con OUBAH por 40 dólares al día asegurándome la libertad para ir dónde y cuando quisiera por el Norte del país. Sobre mi mapa, que me había procurado en España, y junto con RODAR, marcamos las carreras aceptables, asfaltadas o no, por las que se podía circular, al igual que los itinerarios que podíamos hacer.

El hotel MAANSOUR, que equivalía a una pensión grande, estaba muy limpio y ordenado y, por supuesto, era el mejor sitio de la ciudad y del país. Ninguna mujer trabajaba allí, sólo hombres podían estar en contacto con hombres. Los empleados fueron muy amables y serviciales conmigo. Los hombres, en general, se llevan muy bien entre ellos en los países musulmanes y árabes. En el hotel se alojaban cuatro blancos más, quizás americanos de alguna de las organizaciones humanitarias de la ONU. Fue todo cuanto vi, en mi viaje, de raza blanca. La comida era mala. En una ocasión el cocinero me dijo que me haría una tortilla española: se componía de trozos de cebolla, tomate y pimiento, pero todo crudo y cubierto con huevo por encima. Me lo tuve que comer por cortesía y decirle que estaba muy bueno. Me hacía un pescado a la plancha que no sabía muy bien pero que era todo lo que me atrevía a comer por temor a una diarrea. La luz, que funcionaba con un grupo electrógeno, se paraba de vez en cuando, la daban a las 6 de la tarde cuando se ponía el sol. Dentro del hotel teníamos treinta y tantos grados y mi ventilador, que no iba muy bien, no bastaba.

La población nativa se compone de un 98% de somalíes y un 2% de árabes; no es negra sino muy cetrina o agarena, tipo los árabes o bereberes, quizás el resultado de la mezcla de las etnias del cuerno de África. No he visto ningún negro, como se ven en Sudán y en otros países africanos. Las mujeres van vestidas al estilo árabe-musulmán: tapadas de arriba abajo, frente a los hombres que lo hacen a la europea aunque, en ningún caso he visto a nadie con pantalones cortos o con manga corta.

Dejé mi pasaporte, la mayor parte de la "pasta" y el billete de avión de vuelta, depositado en el hotel y a las 4,30 de la mañana del día siguiente, justamente una hora antes de amanecer, cuando en los minaretes de las feísimas mezquitas cantaban a oración iniciaba, junto con HODAR, la excursión prevista. Hacía frío y nadie podía creer que a mediodía íbamos a ver en el termómetro del coche los 46°. Me encanta ir por los países en los que no veo gente de mi raza, ni turistas ni mierdas de esas. Allí estaba, tratando de descubrir un país que ni siquiera existe oficialmente pues nadie lo ha reconocido, ni siquiera la propia SOMALIA. Eso sí que es anticiparse. Estaba tranquilo, feliz y sintiendo la sensación de verdadera aventura; no pensaba “que cualquier problema de salud o un accidente podría acabar conmigo pues no hay ni hospital, ni médicos, ni puñetas.”

El país se rige por un consejo de ancianos. Ellos, reunidos, dicen quien es el culpable o inocente y el valor de la indemnización. El alemán que conocí en el avión me contó que “al poco de llegar había matado a un nativo con su coche. El Consejo lo castigó a comprar a la familia del muerto 100 camellos que costaban unos 4.000 dólares; pero que, dado que era un extranjero que estaba allí para ayudarles, redujeron la indemnización a la mitad”. No hay más ley ni más derecho que el del CONSEJO DE ANCIANOS en este país musulmán, fundamentalista.

Con anterioridad al año 1.960, SOMALILAND, había sido un protectorado británico y la SOMALIA, propiamente dicha, una colonia italiana formando parte de ABISINIA. En ese año ambos se unen para formar la GRAN SOMALIA. SOMALILAND siempre guardó una cierta autonomía. Después la antigua SOMALIA entró en guerras de todo tipo hasta llegar a la situación caótica en la que está ahora: no tienen gobierno. Por su parte SOMALILANDIA, que se declaró independiente de SOMALIA en 1.991, también tuvo su propia guerra civil entre 1.994 y 1.996. También hicieron un referéndum, sobre la independencia, en el que el sí ganó con un 98%. Mientras que la GRAN SOMALIA es un 30 % mayor que España y con una población de unos 10 millones, SOMALILAND (Somalia del Norte) es 1/2 de España y tiene sólo 1,5 millones de habitantes. El ecuador atraviesa el Sur del país. En un 50% de los partos muere la madre o el hijo. El 15 % de los niños que nacen vivos, mueren al poco tiempo. La esperanza de vida es de 45 años para el hombre y 48 para la mujer. Se estima que hay un "médico" por cada 10.000 habitantes. Las lenguas que se hablan son el somalí y el árabe que no está muy extendido. Son pobres hasta el punto de tener una renta per cápita de 100 dólares anuales. El paro pasa del 60 %. Lo único que exportan son algunos camellos y cabras. Se dice que en SOMALILAND hay algo de petróleo en el subsuelo pero que ninguna empresa se arriesga a invertir dada la situación tan inestable que existe.

El viaje con RODAR fue muy agradable; resultó ser un buen conductor que supo sortear con éxito todas las situaciones por las que atravesamos: sobre arena, rocas, carreteras de tierra, carreteras asfaltadas en las que los baches eran mayores que la zona asfaltada...etc. Como pinchábamos frecuentemente siempre llevábamos dos ruedas de repuesto que sucumbían cada día. Hablaba cuatro palabras de inglés, eso era todo.

El viaje comenzó de forma muy simpática: al hacer la cuarta fotografía de un carrete que acababa de poner en mi máquina, éste se rebobinó de repente y yo exclamé: ¡JODER! y el contestó: ¿QUÉ? Yo me reía a carcajadas y al final se lo tuve que explicar. Una hora después pinchamos y entonces RODAR dijo: ¡JODER!, y seguimos riendo. He encontrado a los somalíes agradables y muy amigables. La Policía, en los controles de las carreteras, me saludaba muy efusivamente y, en alguna ocasión, me pedían que les hiciera una foto. Las mujeres, salvo en un par de ocasiones, me insultaban si trataba de fotografiarlas. En los mercados, al aire libre, lo hacía desde el coche, cuando no miraban. Los comerciantes venden de día y de noche, como ocurre con los judíos y los chinos. Una organización de la ONU se dedicó a comprarles todas las armas que tenían en casa, después de la guerra civil, para destruirlas. El resultado fue un éxito: la gente las vendía porque necesitaban dinero para comer. Aunque el país es muy montañoso, el paisaje es un poco aburrido pues sólo tienen arbustos y alguna que otra acacia. Es un país muy seco, incluida la costa que tienen con el CUERNO DE ÁFRICA que da al Índico. El calor era tan insoportable que cuando pinchábamos y me bajaba del coche, tenía que abrir el capó y meter la cabeza dentro pues la temperatura de 46º a la sombra era bastante mejor que la de 50º al sol. Como las carreteras son muy malas siempre nos cruzábamos con coches que habían pinchado. El tráfico es mínimo y, en ocasiones, pasábamos media hora sin cruzamos con ningún vehículo. Como no había ningún sitio decente donde dormir, tenía que volver por la noche al hotel. Esto suponía unos 500 ó 600 km. diarios por lo que yo regresaba cansado y el chofer muerto… y a las 5 de la mañana del día siguiente, otra vez a empezar aunque en otra dirección.

Desde HARGEISA, situada a 1200 m de altitud, hice varios recorridos como a BORAMO, con su vieja universidad que da pena ver y a donde se llega por una mala carretera de montaña. SHEIK, en la parte Este, situada a 2.300 m y llena de montañas agrestes; aquí me encontré una bonita casa con una entrada formada por una puerta metálica pintada con los colores típicos de aquí y, cuando me acerqué, vi que vivía gente de la Comunidad Europea (ECO). Así nos gastamos el dinero. Por supuesto visité la ciudad y el puerto de BERBERA (que ellos pronuncian Bárbara) de poco valor, lugar por donde salen y entran las mercancías que importan o exportan y que son muy pocas; está lleno de ibis que han sustituido a las gaviotas, hay millones de ellos y todos son blancos con partes negras.

Cuando visitaba los mercados públicos alguien se acercaba a mí para decirme:” I don't like Clinton” o, “I don't like italians”. Yo simplemente me reía y daba a entender que yo tampoco. Por supuesto debían de pensar que era americano o italiano. Los chavales conocían España por el fútbol y por los contratos millonarios de Figo y demás pandilla futbolística. ¿Cómo pueden saber esas cosas si no tienen televisión? En general se ve una gran miseria en los mercados, en las casas (muchas bombardeadas durante la guerra civil), en el transporte público, en la abundancia de burros, en el transporte a mano del agua de las casas, en el olor de los pueblos y las bolsas de plástico esparcidas por todas partes, en las chozas, tipo yurtas, hechas con cartones, telas y chapas, etc. Utilizan carbón de leña para cocinar y un elevadísimo porcentaje de la población se dedica al pastoreo.

Lo que se ve por todas partes son: camellos, cabras, cuervos, facoceros, guineanas, etc. Los cuervos vienen a la mesa donde comes a robarte la comida. En uno de los mercados vi a un tipo que tenía un gran "pito" de madera al que ponía y quitaba condones para que los hombres vieran lo fácil que era su funcionamiento y, así, dejaran de preñar a sus mujeres.

En las familias somalíes las mujeres son las responsables, pues los hombres son un poco indolentes y andan siempre por la calle, dándoselas de machos. Estos, además de no darles libertades, les exigen todo. Es un mundo de hombres. Sobre este asunto hablé con OUBAH y, ella, víctima del sistema, lo defendía y me añadía: “esta es nuestra vida, nuestra religión y nuestras tradiciones y si el mundo occidental nos pide que cambiemos algo a cambio de darnos ayuda, se equivoca totalmente.” “¡Nos arreglaremos solos!” ¡Qué orgullosos son! Permiten que mueran niños y mujeres durante el parto antes que cambiar el CONSEJO DE ANCIANOS por un ministerio de justicia o dotar a las mujeres de más libertad. Y eso lo dice una mujer, que ha vivido en Francia. Así que no tienen trenes, ni electricidad, ni televisión, ni agua corriente, ni hospitales, ni correos, ni sellos, etc. y dicen “¿que pueden arreglárselas solos?”¿Cómo? ¿Exportando unos camellos? El orgullo musulmán es inmenso. Pensar que el mundo occidental va a apoyarles cuando, todavía, el país está gobernado por clanes, es ser muy ingenuo.

Recorriendo las carreteras, he visto niños solos tapando con arena los infinitos baches. Los conductores, de tarde en tarde, les daban algo así como una peseta (0,0060€). Mi chofer tomaba el famoso QAT, que son unas ramitas tiernas de un arbusto parecido al té que mascan y almacenan en la boca, entre la encía y el labio, durante un par de horas hasta que se desintegra. Ni que decir tiene que supone un problema para los que ganan poco o están en paro, pues vale caro y tienen que consumirlo cada día. En el YEMEN, el QAT suponía el 30% del PIB. La gente más pobre se crea necesidades que no puede pagar. Los somalíes no toman café, sino té.

A veces se ven manadas de monos babuinos. Al mediodía, al estar el país cruzado por el ecuador, no hay sombra alguna y aunque la busques no la encuentras pues está entre tus pies.

Entre otras cosas curiosas que recuerdo figuran: No hay ni un solo Banco pues su dinero no vale para nada, como si fuera el dinero que se emplea en los juegos de los niños. Los mangos que tienen son deliciosos. El sueldo de HODAR, que trabajaba sus buenas 12 horas diarias, no llegaba a 50 dólares al mes. También vi alguna cigüeña y a perros jugar con los ibis en un vertedero. Hay preciosos hormigueros que asemejan figuras como la de un león, un elefante, una escultura moderna etc. Las familias, aparte de la asquerosa choza, tienen 3 o 4 cabras o bien 1 o 2 camellos. Hay muy poca agricultura pues llueve muy poco y el país es seco y semidesértico. Las mujeres son muy bellas.

La Sra. OUBAH me acompañó al aeropuerto. Allí tuve que esperar unas 3 horas de retraso. Pasé un horrible calor pues, cuando el avión iba a despegar, aparecieron unas cabras en la pista que hubo que apartar. Durante la larga espera, hice amistad con un muchacho que había emigrado a Canadá años atrás y que regresaba después de visitar a su familia y haberse echado novia. Me contó “que nunca pudo estar solo con ella, que siempre estaba la familia delante, que no podía besarla ni en la mejilla hasta después de haberse casado y que aun casados nunca le preguntaría si había pasado por una ablación”. Me recordó un estudiante, que conocí en SANAA, YEMEN, que me decía “que ni siquiera antes del matrimonio podía verse la cara de la novia.

El problema que tenía este chico de SOMALILANDIA, HOUSEIN OSMAN ANMED, es que quería una chica virgen y unida a sus tradiciones para que viviera con él en Canadá donde la vida es otro mundo diferente y opuesto. En el aeropuerto pude ver mujeres de una belleza increíble. Tienen los pómulos salidos, tipo BO DEREK, URSULA ANDREWS, LINDA CRISTAL, etc...mis preferidas. Debido al retraso perdí el vuelo y tuve que hacer noche en un hotel de ADDIS. Una bellísima somalí regresaba a Nueva York... ¡qué mundos más diferentes!

ADDIS, y en general Etiopía, me pareció mejor que hace 4 años cuando estuve la última vez. Este mes lloverá en ADDIS el 50 % de lo que llueve en algunos sitios de España en un año. Se ve todo muy verde. Etiopía está intentando buscarse una salida al mar a través de BERBERA.

Volveré, sin lugar a dudas, a esta zona de África. Hasta otra.