Portugal 94
En un principio no era mi intención incluir en “sabinoelviajero.com” los pequeños viajes hechos por España y por los países europeos más conocidos, dado que estos están a la altura de cualquier viajero. Me decidió, el hecho de pensar que alguna fotografía pudiera ser un documento de interés para algún seguidor de la web.
Marzo de 1994
Han pasado 17 años desde mi última visita a Lisboa: sigue siendo antigua y "cutre", pintoresca y sucia, algo más europea y algo más abandonada. Sus preciosas colinas, que dan tipismo y romanticismo, no brillan de esplendor debido a sus sucias calles, a las fachadas semiderruidas, a las puertas y ventanas podridas. Nada en Lisboa parece haber sido pintado en los últimos 30 años.No obstante hay mucho tipismo en sus calles, en sus barrios altos, en sus tranvías y funiculares, en bares y terrazas, etc. Lisboa necesita brillo,pintura “a tope", que se arreglen los tejados que se caen en pedazos, que se cuiden los jardines y se limpie la mugre que invade toda la ciudad.
¡Qué pena! Creían, en mi última visita realizada en el 76, que la democracia les iba a solucionar muchos problemas. Ahora parecen desilusionados y esa música tan dulce, romántica y triste, como es el Fado, parece reflejar un oculto y lánguido conformismo. Tuve el placer de escuchar a algunas viejas figuras, cantándolos.
Me alojé en un antiguo y monísimo hotelito llamado York House con hermosísimos mosaicos y cuidados baños. El pescado y el arroz con marisco son buenos y además el café es inmejorable. También son muy buenos los quesos de oveja, la pastelería y los vinos blancos jóvenes y afrutados. En la comida suelen servir enormes raciones de lo que pidas trayéndote, en ocasiones, una cazuela entera. En general casi todo cuesta un 30% menos que en España.
Además de visitar Lisboa realicé durante varios días un recorrido por pueblos y lugares típicos por la zona sur de Portugal. Por ejemplo la inolvidable villa real de SINTRA llena de palacios, castillos, monasterios. etc., ubicados, casi siempre, en el pico de una montaña, o bien el pintoresco pueblo de CASCAIS, zona residencial, o los acantilados impresionantes de GUINCHO y sus playas vírgenes. Dormí en el hotel Fortaleza, que tiene una maravilla de azulejos sobre todo en los baños. Igualmente visité ERICEA, QUELUZ, con su palacio real sucio y abandonado, pero con un restaurante de ensueño, etc. etc.
Hay algo común a todos los lugares visitados: los azulejos azules y blancos, el buen pescado, sobre todo el bacalao, el fantástico café, la amabilidad de la gente y el abandono general.