Andorra 12

Junio de 2012

Había estado otras veces en Andorra. La primera visita allá por el año 1966 la realicé en pleno invierno y pude disfrutar de la nieve y de mis esfuerzos por mantenerme erguido sobre los esquís. Posteriormente, creo que por los 80, regresé para, nuevamente, caerme y caerme…y así hasta abandonar. Lo intenté en otra ocasión, en las pistas de San Isidro en León, hace de esto unos años, y esta vez sí que salí adelante. Recuerdo al monitor diciéndome: “Antuña, mete la cuña…”

Andorra bien podría haber sido un país de ensueño. Montañoso, blanco en invierno y verde en verano, tiene una orografía completa y pintoresca. Lamentablemente el andorrano, que piensa y habla el catalán, su lengua oficial, ha sido victima de “la pela” y ha dejado que se edificara demasiado y demasiado mal, en esos preciosos valles verdes y en esas dulces laderas de sus espectaculares montañas. En fin, esperemos que se queden ahí y no sigan estropeándolo más.

Con un coche alquilado en el aeropuerto de Barcelona recorrí palmo a palmo este pequeño país con una superficie equivalente a un cuadrado de 22 km de lado. Cuenta con una población de 85.000 habitantes que han aceptado el euro como su moneda. El Gobierno está conformado por un Consejo General compuesto por 28 miembros elegidos cada 4 años. Tienen una alta esperanza de vida: 81 años el hombre y 87 la mujer. Además del catalán, hablan muy bien el español y el francés. Hay un 40% de auténticos andorranos, un 35% de españoles, un 18% de portugueses y un 7% de franceses. Un 90% son católicos y el 10% restante vaya usted a saber…

Su principal actividad es el turismo y, además, es un pequeño paraíso fiscal. Son unos buenos pillos que saben, entre otros idiomas…el “latín”. Su renta por habitante es muy superior a la de España: 45.000 dólares, ¡ahí queda eso! En los núcleos urbanos abundan los grandes almacenes a los que acuden los visitantes creyendo que es más barato…Lo cierto es que, actualmente, ya casi no hay nada que interese comprar en Andorra; es más, los andorranos pasan la frontera para comprar comida y otros artículos en España.

Sus casas, muy bien aisladas térmicamente, llevan un grueso revestimiento de piedra oscura y pizarrosa, no muy atractiva, que les da un aire demasiado sobrio. En este mes de junio, Andorra es el país del deshielo: por todas partes hay torrenteras, pequeñas cascadas, riachuelos, ríos, etc. arrastrando enormes y cristalinos caudales de agua. En la parte alta de las montañas, la vegetación es oscura y está quemada por las nieves del invierno; no ofrece buen aspecto. En algunas cumbres hay nieves perpetuas. Hay frondosos y sanos pinares alternados con verdes prados y chopos.

El campo está lleno de florecillas diminutas que surgen por doquier. Me gustaron zonas como la subida, a través de valles y montañas, hasta el Castellar (Arcalís) una zona con instalaciones de esquí. También encontré interesante el Parque Nacional Vall de Rialb, Arinsal (popular como Soldeu). Haría hincapié en el Coll de Ordino, el Grau Roig, el Vall de Incles, la iglesia románica de Sant Joan de Caselles, etc.

Otros lugares, no tan bonitos ni interesantes, pero muy populares son: Canillo, Soldeu, Pas de la Casa, etc. y, por supuesto zonas “feas” urbanas como la capital Andorra la Vella, Escaldes, etc. lugares más bien horribles y que bien podrían ser borrados del mapa…