Nueva Caledonia 98

Mayo de 1998

GENERALIDADES: En la actualidad un 45% de la población, de origen kanaka, melanesio, apoya la independencia a través del partido de Liberación Nacional; otro 35%, de origen europeo, y descendiente de aquellos que se asentaron aquí en su día, apoyan la dependencia de Nueva Caledonia con Francia, así como un pequeño porcentaje de chinos y vietnamitas que no saben/no contestan...

Frente a este serio problema, y habiéndose producido altercados, se ha firmado un acuerdo por el que se prolonga por quince años la situación de dependencia, aunque otorgándoles, Francia, una cierta autonomía de gobierno. Al final de este periodo se celebrará un referéndum de autodeterminación.

A mí llegada al aeropuerto de Noumea, fui testigo del ensayo general del recibimiento al primer ministro francés Lionel Jospin, cuya visita era esperada el día siguiente. Había muchos militares franceses, desplazados de Francia, para tal evento.

Alquilé un Fiat Uno y durante cinco días sólo me apeé del coche para hacer fotos o para meterme en la cama, rendido, después de tantas horas y tantos kilómetros. Entendí el porqué esta isla es llamada la Gran Terre y es que la puñetera es enorme. Es algo así como la comunidad Valenciana y con una población de 160.000 habitantes de los que casi la mitad viven en la capital Noumea, que está en la punta sur de la isla, con lo que el resto de la misma queda casi vacía. La densidad de población es tan baja que pasaba horas y horas sin encontrarme con otro vehículo.

Aunque el idioma oficial es el francés, los kanakas hablan una buena treintena de diferentes dialectos melanesios. La unidad monetaria es el franco CFP (comunidad francesa del pacífico) que equivale a 1,6 Ptas., y cuya paridad con el franco francés está sobrevalorada para evitar así que los americanos y los australianos puedan introducirse.

Por otra parte, se evita la entrada de extranjeros de forma masiva y así las pruebas nucleares francesas tienen mucha menos resonancia política. Cultivan: copra, maíz, patata dulce, mandioca, madera, etc. Ganado vacuno, cuya carne exportan, pero la leche del país siempre es en polvo. Me sorprendió ver que tienen muchos caballos de carreras. La riqueza principal es la minería: níquel, cromo, cobalto, hierro y manganeso. Las minas se distinguen de lejos: una montaña negra volcánica que se la van comiendo, poco a poco y de arriba a abajo, aunque el color cambia según el mineral.

La isla, está torcida: yo digo que está orientada a las 10h 20 min (considerando las 12h el Norte). Tiene casi 400 km de larga por unos 50 km de ancha. Afortunadamente para el que suscribe, el 70% del territorio lo constituyen unas preciosas, pero enormes montañas, que forman una cadena que va de punta a punta, con lo que al no estar poblado el interior y no tener carreteras entre pueblos, resulta más fácil de recorrer, rodeándola.

Por tanto, de las carreteras que bordean una costa se salta a la que bordea la otra, atravesando las montañas. Hay cinco cruces, que he hecho uno a uno, y que son la parte más bonita de la conducción. La carretera de la parte norte no recorre toda la costa ni, además, está toda asfaltada; pero he de decir que es la más bonita o pintoresca. Es al cruzar, transversalmente la isla, que se pasa por valles y montañas verdes y de frondosa vegetación. La mitad de la isla, la parte norte o como digo yo, la que mira a las 10h, es más seca y más volcánica. En cualquier caso llueve muchísimo. La sur, la que mira a los 20 min., es más húmeda, más tropical y más verde. Yo diría que más que un simple régimen de lluvias, se trata de una zona volcánica más joven y una más vieja. La más joven, con poco espesor de tierra, sólo tiene hierba o matorral. La vieja, con más aluvión de la erosión, tiene arbolado de gran desarrollo y vegetación, en general, más tropical. Claro que esto es tremendamente subjetivo.

Los cien turistas que, en teoría, entran en el país diariamente, se difuminan, pues al ser tan grande la isla y ser ellos en su mayor parte japoneses (que son pequeños de por si…), no hay forma de encontrarlos.

Una buena parte de la población kanaka trabaja, mejor o peor adaptada, en la capital. El resto está desperdigado por las miles de tribus que hay instaladas por el país formando clanes que no son más que familias completas en las que se incluyen los primos, tíos segundos, cuñados, etc. Viven en chozas o cabañas circulares en las que el techo, de forma cónica, llega hasta el suelo. Están hechas, como ocurre por toda la melanesia, de una estructura de troncos finos cubiertos con ramas de palmeras.

Como buenos melanesios los kanaka se ven atraídos por la vida de la tribu: un poco de pesca, una horita al día trabajando en el huerto que tienen detrás de la cabaña y el resto del día para disfrutar de no hacer nada... están tirados a la sombra o están charlando o jugando al fútbol. El problema principal es la adaptación: trabajan una semana en la ciudad y con el dinero que cobran pueden aguantar, perfectamente, un mes o más en la tribu a la que pertenecen sin dar golpe.

Las aldeas donde viven las tribus están convenientemente señalizadas y con acceso desde la carretera principal. Parecen felices. Siempre me saludaban con la mano cuando me cruzaba con ellos por la carretera. A los chicos les gusta jugar al fútbol, como ocurre en otras partes de la melanesia. Las mujeres son mucho más responsables y trabajadoras que los hombres: esto ocurre casi siempre dentro de la raza negroide. A los Kanaka no les gusta que les des propina, prefieren tu simpatía y tu aceptación. No les importa el dinero. Quieren ser amigos.

He hablado con kanakas y con franceses asentados aquí desde hace años. Son de mundos distintos, dos escalas de valores totalmente opuestas: dinero, ambición, placer, tiempo libre, etc. son conceptos distintos para cada uno. Por otra parte hay rivalidad entre tribus y en caso de que adquirieran la independencia sería un problema para ponerse de acuerdo.

Aunque durante el recorrido de la parte sur de la isla el maldito tiempo no estuvo de mi parte, pues estuvo cubierto, he podido contemplar esas enormes montañas de 1.600 m de altura, plagadas de bosque denso, de valles de verdes intensos, de vegetación tropical: helechos gigantes, gaics, niaoulis, árboles endémicos de Nueva Caledonia, bananos, flamboyanes, etc. No he podido hacer tantas fotografías como hubiera querido pero... otra vez lucirá el sol; la verdad es que he visto zonas que me han recordado a la maravillosa y exuberante Samoa, otras me han recordado a mi queridísima Asturias por su hierba, por su color, por sus vacas... otras, más secas, me han recordado Castilla­ León y, finalmente, me ha parecido ver paisajes de Lanzarote y de Namibia. ¡Qué contraste de país!, Cada una de las seis veces que crucé de una costa a otra me he encontrado con algo diferente. En ocasiones no hay ni un sólo árbol y, en otras, están tan pegados que parecen una enorme coliflor. Pero he de decir que he visto algunos colores verdes que no había visto antes en mi larga vida de viajero.

La laguna que rodea la isla, al parecer la más grande del mundo, con unos 1000 km de longitud tiene, de un lado, los manglares de la costa, y del otro el arrecife que la circunvala. Y entre esos hermosos límites, las aguas de poca profundidad, toman los colores más bellos que uno puede imaginar: azules fuertes, turquesas, verdes esmeralda, etc. Lo malo es que para verlos hay que sobrevolar la laguna o bien subirse a algún acantilado o colina que esté pegado al mar. Por supuesto tiene que hacer sol; la marea ha de estar en su momento idóneo; debe haber una determinada brisa; el sol debe de estar a una altura determinada... etc. Es muy complejo pero, cuando finalmente ocurre es un espectáculo ¡maravilloso! Loco por conseguirlo llegué a poner a mi coche en la cúspide de un acantilado, tras subirlo campo a través y con muchísima pendiente. ¡Coche y yo estamos en forma!

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La meteorología es más difícil que en Asturias. A lo largo del día puede llover, hacer sol, cubrirse, hacer frío… ¡Pero todo esto 1000 veces en una hora!

Si los kanaka fueron amables conmigo, los franceses lo fueron aún más: invitándome a entrar en sus enormes fincas y en sus casas. No se parecen en nada a los franceses de la metrópoli. El país está muy limpio y no se ve ni un papel, ni una lata, ni un plástico.

La injusticia que se está cometiendo con los fiyianos, por parte de los indios o indostaníes, es similar a la que los oriundos franceses están cometiendo con los kanakas. En pocas palabras: los nativos de unas islas se ven sometidos por los que llegan de fuera.

VARIOS

-A los kanakas de las tribus les encanta hacer autostop; siempre te solicitan que les lleves a alguna parte. Su cara tiene en ocasiones aire feroz, como ocurre con otros habitantes de la Melanesia, pero en la práctica son agradables. También les encanta dejarse el pelo largo como los rastas.

-La comida es principalmente comida francesa.

-No veo la abundancia de fruta que suele caracterizar a estos países. Por ejemplo no he encontrado papaya, ni mango.

-Algunas montañas del lado norte que no tienen vegetación muestran una arcilla roja, impermeable, similar a la de Madagascar.

-Las islas Lealtad forman parte del mismo archipiélago y pueden verse, cuando hay buena visibilidad, desde las montañas del lado norte. Tienen poca población.

-Algunas carreteras, malas y sin asfaltar, del norte de la isla, evitan construir puentes sobre los ríos que cruzan; utilizan balsas sobre las que colocan los pocos coches que circulan. Sólo caben dos coches, lo que da una idea del "pesado" tráfico. Otras carreteras del norte se recorren las horas pares en una dirección y las impares en otra. Si llueve no puedes circular porque están hechas en tierra y se patina con el barro que se forma.

-Los mosquitos de Nueva Caledonia son de una gran agresividad. Si te pones repelente en las manos, ha de ser por ambos lados pues te pican en las palmas. ¡Qué puñeteros!

-Hotelitos, casas particulares kanakas, cámpines, etc., en todos he encontrado enormes cucarachas. Normal.

- Abundan los pinos y hasta hay una isla muy bonita en el Sur, llamada la isla de los pinos.

-Hay muy poca variedad de pájaros. A veces se ven miles de unos que son pequeñísimos, casi como colibríes; se ven muchos “martín pescador malaquita” puestos sobre los hilos del teléfono, cuando las líneas cruzan los ríos, y miles de Indian Minor Bird o como se llamen, que están por toda la Melanesia.

-Una noche, tras muchas horas de conducir, estaba buscando un hotelito y me perdí. Hice 60 km. por una pista de tierra, que tenía agua además de muchos charcos, y al final tuve que dar la vuelta y volver a empezar por otro camino, también de tierra. Fue agotador y peligroso.

-Hay arbustos de café, árboles de cacao, plataneras, bananeras, cocoteros.

-Noumea, la capital, no vale mucho pero está limpia y tiene un puerto importante. Tiene un faro antiguo llamado Amedée.

Los kanakas no quieren ser fotografiados pues se sienten como bichos raros. Creo que no me quedó un maldito kilómetro por hacer de esta preciosa isla a la que volveré cualquier día.