Salomón 98

Junio de 1998

GENERALIDADES: Independientes desde 1978 e inmersas en la Commonwealth, las islas Salomón, algo así como unas 900 (contando los islotes), componen un ancho archipiélago con una población total de 300.000 habitantes. Sólo seis están pobladas. Su capital, Honiara, en la isla principal de Guadalcanal, tiene 35.000 habitantes. Son muy pobres y tienen una economía de subsistencia. Casi el 90% trabaja en la agricultura y pesca. Probablemente sea uno de los países más pobre del Pacífico Sur, junto con Vanuatu, antigua colonia de la Corona británica.

Además de las típicas lenguas melanesias hablan el pidgin que, en este caso, se deriva del inglés. No obstante tienen palabras españolas; para decir “no sé”, dicen: "mi no sabe" y para decir pequeño dicen: "piquilín". Lo que más gracia me hizo, al hablar con ellos, fue descubrir que el nombre de Sabino es muy utilizado en las islas de Makera, eso ¡me emocionó!

Son católicos y protestantes, pero quedan unas tradiciones muy fuertes de tipo animista: tabúes y totemismo ocultos. Dentro de esas tradiciones están: la de creer en los espíritus de los muertos, en la iniciación de los jóvenes para convertirse en responsables padres y miembros del clan, la de mantener algunas zonas "tabúes" y hasta algunos temas también "tabúes", etc. En el caso de la "iniciación", que se da más entre familias de pescadores suelen, además de las enseñanzas clásicas, relatarles los lugares secretos donde ir a pescar.

La iniciación puede durar dos años, tiempo durante el cual están alejados de sus familiares en áreas de la misma isla o en otras islas próximas.

La moneda es el dólar de Salomón que viene costando unas cuarenta pesetas y que no vale nada fuera del país. Sus únicos recursos económicos están en la agricultura: la copra, las patatas, el aceite de palma, el cacao, etc. El mar que les rodea les ofrece mucho pescado: atunes pequeños y grandes, langosta, pargos, bonito, etc., que compran o bien pescan ellos mismos en la orilla con un anzuelito. Mucha gente no trabaja pues no hay trabajo. Como la naturaleza les garantiza la comida y el clima no les exige una casa cara, sino que se arreglan con una cabaña de cañas o palmas, así pueden ir trampeando por la vida.

Son encantadores y muy hospitalarios. Siempre me han saludado al pasar por un camino o por una carretera. Cuando entraba en su aldea o pequeños clanes, todos venían a darme la mano. Nunca me han pedido nada. Siempre me han ofrecido fruta y se han ofrecido ellos mismos a que les hiciera alguna fotografía.

Por ello me he sentido muy bien por aquí. Nadie piensa en robarte ni en molestarte. Así fue como pude, yo solo, recorrer detenidamente algunas islas. Salvo en Guadalcanal, en la que hay en total 80 Km. de carreteras, en las demás islas del archipiélago no hay ni carreteras ni caminos. Esto quiere decir que cuando llegas a una isla sólo puedes visitar el puerto y su pueblecito, pues el resto de la isla es inaccesible. Son típicamente volcánicas: una enorme montaña de unos 1000 metros en el centro, con unos taludes tan verticales hacia el mar que no hay forma de hacer una carretera que la rodee. La propia capital Honiara no tiene asfaltada ni su calle principal.

La nominación de las islas y de algunos pueblos fue realizada por el navegante español Álvaro de Mendaña en 1568, el cual vino de Perú animado por una leyenda que decía que aquí había mucho oro. Aunque no encontró nada de valor, a su regreso contó a sus patrocinadores reales increíbles historias sobre las “riquezas de las islas” diciendo que se asemejaban a las legendarias minas del Rey Salomón. Parece ser que de ahí viene su nombre. Y mi nombre, quizás, provenga de algunos de los marineros vascos que anduvieron por aquí. Las islas tienen nombres como: San Cristóbal, Santa Cruz, Santa Isabel, Espíritu Santo, etc., y los pueblecitos: San Jorge, Santa Ana, etc.

Los melanesios, son en general, de piel oscura y raza negroide, cabellos crespos, fuertes, etc. Es decir son los negros de Oceanía. Son de cuerpo fuerte, miembros robustos y en algunas islas, como ocurre en las Salomón, hay más de un 50% de ellos con pelo rubio. Curioso, ¿verdad? Les encantan las cosas artísticas, para las que tienen una cierta habilidad, como las esculturas de madera, oficio que aprenden de sus padres.

El calor es la tarjeta de visita. La temperatura, durante mi estancia, ha estado siempre por encima de 33° C pero con una humedad que te podías morir. Siempre hay nubes. La diferencia entre el invierno y el verano no es más que el hecho de que esas nubes traigan más agua o menos agua, pero llover siempre llueve y nubes siempre hay.

Con el calor y la humedad, caldo de cultivo para los insectos, es fácil encontrar de todo en la habitación de un cutre hotel como el que yo tenía, y era el mejor. Al parecer ya era cutre en 1942 cuando llegaron aquí los japoneses. Así que cucarachas, hormigas, lagartijas.... etc., de todo eso tenía yo. Hasta llegué a hacerle una foto a una ranita que me entró por la terraza. Debe de ser una de las ranas más pequeñas del mundo. Por cierto que hay millones y millones de un determinado pájaro (podría se un Pinzón grande o el Indian Minor Bird) que ocupa el puesto de los gorriones los que, por cierto, no vi ni uno.

Se conduce por la izquierda y las monedas tienen en una cara la reina de Inglaterra. Se come pescado y marisco por todas partes: langostas, gambas, langostinos, etc. Por el precio de los espaguetis: 500 Pts., puedes tomar una langosta entera y muy fresca. Lamentablemente la langosta no me dice nada, pero de las gambas he de decir que no se parecen en nada a la buena gamba española. Comen también: taro, tapioca, ñame y boniatos; algo de cerdo salvaje, parecido al jabalí, perros y algunos reptiles: supongo que debido a la influencia de la población china y vietnamita.

Mis desayunos siempre empiezan con un coco, después un gran plato de riquísima papaya con un poco de limón, sandía dulce, piña tropical, zumo natural de tomates frescos de árbol, pomelos dulces, etc.

También, otra cosa simpática es la de su "flota" aérea compuesta por dos aviones: uno de cincuenta plazas y otro de quince. La fotografía de la flota está por todas partes. Con el pequeño, que se puede caer en cualquier momento, visité las islas vecinas y con el "grande" volé a Vanuatu. Tres horas de trayecto.

Las familias viven muy unidas en las mini aldeas. Visité muchas pues están construidas al lado de la carretera, sobre la orilla del mar, y cuando paraba para hacer una fotografía salían todos a saludarme. Por las carreteritas casi no hay vehículos y se ven muchos árboles de frangipanis, mangos, palmeras cocoteras, palmeras de aceite, árboles de cacao, tapioca, taro, etc. También hay millones de palmeras con el tronco rojo, debido a un liquen que se desarrolla sobre la corteza. Ya no digamos otros árboles de gran desarrollo tipo: Mahogany, Rosewood, Ébano, etc. Cuando recorría la parte oeste de Guadalcanal me acordaba constantemente de Samoa. Tanto los niños como los adultos te saludan al pasar incluso detienen su trabajo para hacerlo. Son encantadores.

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He visitado las islas más próximas a Guadalcanal: Malaita, Santa Isabel (nombre de la mujer de Malasaña) y Florida. Tuve un tiempo lluvioso y feo. La belleza de estas islas radica, principalmente, en los colores de los arrecifes y lagunas o bien en la vida submarina de la fauna coralina. Más que islas, yo diría que son montañas rodeadas de mar. En las lagunas hay manglares con árboles de grandes dimensiones.

Lo que ha dado fama a la isla de Guadalcanal ha sido la famosa, dura y sangrienta, batalla entre los japoneses y los americanos, allá por finales de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Por toda la isla te vas encontrando cañones, bunqueres, aviones, tanquetas, etc. que forman los restos del enfrentamiento entre los japoneses y los americanos: un auténtico museo de la 2ª Guerra Mundial. Una película con el título "Guadalcanal", mostrando las heroicidades del ejército americano y, al mismo tiempo, la crueldad de los japoneses, dio la vuelta al mundo varias veces. Fue una de esas de "guerra", tema inagotable. Curiosamente, debido a la guerra, los americanos construyeron las actuales carreteras (que son poquísimas) con fines estratégicos, lo que creó una infraestructura que serviría para desarrollar la isla.

Sus casas-cabaña están construidas a base de un débil "esqueleto" de trozos de madera y tanto techo como paredes están hechos de ramas de palmera. La existencia de una malaria mortal causa estragos en la población. La esperanza de vida está en los cincuenta y tres años. Por ello la jubilación es a los cincuenta. No se conoce prácticamente el turismo. Los extranjeros que vienen lo hacen por motivos de negocios o trabajo. Por otra parte la infraestructura hotelera es prácticamente cero. La malaria desanima siempre al turista.

Honiara, la capital de Guadalcanal tiene un pequeño Chinatown en donde viven los ricos, que son los chinos que inmigraron y que supieron ganar dinero. El mal tiempo me ha impedido hacer un mejor reportaje marino.

De nuevo…a coger una de las avionetillas cuyo mantenimiento, en manos de estos isleños, te ponen los pelos de punta. Hay que pensar que siempre son dos horas sin ver tierra por lo que cualquier pequeño accidente... ¡en picado al mar!