Ecuador(el) 12

Octubre de 2012

Hacía una veintena de años que no regresaba a Ecuador. La última vez vine para visitar las Islas Galápagos; me detuve algo en Quito pero veo que ha cambiado tanto en estos años que apenas recuerdo nada de ella. Tanto entonces como ahora he notado la influencia de la altura la cual hace que escasee el oxígeno y haya que respirar con más frecuencia y más profundidad para no fatigarse. El pulso puede alterarse pues el corazón ha de bombear con más frecuencia. Las infusiones de coca son lo más recomendado, al igual que los caramelos y el descanso.

Se trata de una república con una superficie equivalente al 50% de la de España y con una población de unos 15 millones de habitantes, de los cuales 2 están en Quito y 2,5 en Guayaquil. Desde hace años, adoptaron como moneda el dólar americano. Casi desde su independencia de España en 1822, mantienen un eterno conflicto de fronteras con Perú que acarrea algún muerto y, debido a ello, fui testigo de una manifestación frente al gobierno. A pesar del desarrollo que ha venido experimentando todavía tiene una mortalidad infantil alta que llega al 2%.

Entre la población hay un 10% de blancos, un 45% de indígenas quechuas y un 45% de mestizos. Prácticamente todos católicos. Su PIB anda por los 4.000 dólares; cuentan con poca inflación y poco paro ya que son muchos los que emigran. Su economía depende, casi exclusivamente, de los hidrocarburos que exportan. Su puerto principal es Guayaquil.

Tiene un considerable turismo, sudamericano en su mayor parte, que le entra a través de Quito o de las islas Galápagos. La gente parece estar muy contenta con el presidente Correa: la seguridad social ha sido ampliamente mejorada al igual que la educación, donde se han abaratado el importe de matrículas. Por otra parte, ha habido una sensible mejora en el campo del transporte: carreteras y vehículos. He podido comer decentemente en restaurantes de gente humilde un menú por importe de 1,5 euros, incluido un enorme zumo natural de frutas.

Quito tiene el centro histórico o casco antiguo mayor de Suramérica. Yo diría que uno de los mejores y más representativos de la impuesta cultura española de los siglos XVI y XVII. Citaría la maravillosa Basílica gótica de Nª Sª de Guadalupe y la dorada iglesia de la Compañía de Jesús, de estilo barroco, en cuyo interior los altares están revestidos de pan de oro, lo que supone una fortuna pagada por las gentes humildes. Son muchos los hermosos y bien cuidados edificios de la época colonial, al igual que las enormes plazas, las iglesias, los conventos, etc., etc. Por otra parte, barrios enteros, construidos en el siglo XIX, han sido bien restaurados. En la periferia de la capital y concretamente en la parte alta de las laderas que encierran la ciudad, existen barriadas en las que se aprecia un cierto chabolismo. El sueldo mensual del simple trabajador es solo de 300 dólares, unos 240 euros.

Los propios ecuatorianos reconocen tener un alto grado de delincuencia y criminalidad. No obstante, la impresión recibida en la Capital fue de tranquilidad; claro que he de decir que la vigilancia policial es muy fuerte. La policía y el personal de seguridad vigilan por todas partes: se roba muchísimo. Un español que conocí me confesó que le habían robado en el bus la máquina de fotos que llevaba dentro de su funda y colgada del cinturón.

Por las calles se observa mucha gente andina que quizás viene a hacer gestiones a la ciudad o a pedir limosna. Su fisonomía, color de piel e indumentaria los hace inconfundibles.

Curiosidades: En Ecuador, he podido constatar que es de los pocos países del mundo que elabora mermelada de piña tropical de buena calidad. Quito es, quizás, la única ciudad del mundo en la que no existe calle alguna que no tenga el nombre de la misma escrito en todos y cada uno de los cruces. Es sencillísimo andar por ella. También diría que aunque, dado su nivel de vida, pudiera haber muchos restaurantes sencillos o humildes, el nivel de limpieza en todos ellos es admirable. Resulta difícil encontrar 3 metros seguidos de acera decente en sus calles. Algo muy interesante son las paradas de autobuses urbanos: cubiertas, ubicadas en medio de la calle para atender clientes y autobuses en ambas direcciones y con puertas que abren automáticamente frente a las de los autobuses; la gente paga al entrar en ellas y así no hacen falta inspectores en los autobuses ni conductores que cobren billetes. En la parte sur de la ciudad hay un alto cerro sobre el que se ha construido una virgen alada de grandes dimensiones. Desde ese punto se divisa toda la ciudad.

Quizás la zona más agradable de la capital, tras la del casco histórico, esté en el barrio Mariscal y, más concretamente, en las inmediaciones de la calle Río Amazonas. Hay tiendas, restaurantes, bares, etc. La ciudad se puede recorrer muy bien con el bus turístico. Hay hermosos parques como El Ejido, La Carolina, La Alameda, etc.

En Guayaquil, existe un equipo de fútbol de 1ª división llamado “Barcelona”; le vi jugar un partido internacional y, lamentablemente, perderlo.

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Durante una semana recorrí, en tren y también por carretera, más de 1.000 km para adentrarme en la zona andina poblada de gigantescos volcanes, de vegetación exuberante, de barrancos, de hermosos y verdes valles entre los volcanes, de cañones, etc. Los volcanes, que ofrecen una imagen distinta según el lado o ángulo de observación, suelen mostrar su enorme cráter, a veces activo, y ofrecen el poderío de su altura: todos los que he visto han estado entre 4 y 6.000 m. Entre ellos y en sus laderas aparecen hermosos prados en los que pastan vacas, caballos y ovejas. Por encima de los 3.500 m el bosque desaparece, las coníferas mueren en vida y el ganado pasa a estar formado por llamas y alpacas. He aprovechado para visitar mercados típicos, pueblos andinos, observar pájaros, recorrer el bosque húmedo, etc. Volcanes famosos como el Cotopaxi de 5.897 m, el Cayambe de 5.790, El Illiniza Sur y el Norte de 5.248 m, el Corazón, el Antisana, el Cotacachi, etc. etc. todos, en 5 miles, han sido captados por mi máquina de fotos, además de los bosques, la laguna de Cuicocha, y las gentes. En sus restaurantes típicos se come cuyes, que son una especie de roedor, muy parecido a la rata y del tamaño de un gazapo.

Quizás lo que mejor ha capturado mi cámara han sido los pájaros a mi alcance: cientos de colibríes y pájaros locales. Las ciudades y pueblos que he visitado han tenido siempre un sabor andino: Otavalo, Machachi, Boliche, Ambato, Latacunga, Baños, Mindo, Cotacachi y su mercado de piel, etc. Desde Baños, a unos 150 km al sur de Quito, donde visité su volcán activo Tungurahua, descendí a Puyo en dirección a Tena, sobre el famoso río Napo, en la Amazonia, para contemplar cascadas, zonas de jungla, ríos, etc. La lluvia, en esa zona, me hizo bastante la puñeta. Afortunadamente, el tiempo durante mi estancia en Ecuador fue bueno.

Pues bien, volveré otra vez.