Colombia 80

Nota:En Junio de 2010, cuando habían pasado 30 años, coloqué en mi página web el texto íntegro de los comentarios que hice en su día: Agosto de 1980, y que aquí transcribo. Sea indulgente el lector con las fotografías y con lo que ocurría en aquel entonces.

Agosto de 1980

En algunas áreas de los países centroamericanos resulta difícil, al menos para un español, saber cuando es verano o invierno. A veces se llama verano a la época en la que astronómicamente es invierno: en ambas estaciones llueve, sale el sol, las temperaturas son parecidas, en fin un lío. Después de haber preguntado a varias personas, un taxista me respondió: “señor, el verano es cuando los chicos no van a la escuela”.

El nivel medio de vida de la región, me refiero a este año de 1980, es ligeramente más bajo que otros países latino-americanos. La corrupción, por tratarse de países con regímenes autoritarios o bien “democráticos en apariencia”, es abundante. La delincuencia en general: robos, atracos y asesinatos, alcanzan cotas muy superiores a las de Europa. Todavía hay mucha gente que alfabetizar pues, algunos países de la región, este es el caso de Colombia, superan el 20% de analfabetismo. En algo coinciden todos: se han ido americanizando en la forma de vestir, en la bebida, en los coches, en las costumbres, etc. Totalmente normal.

Colombia dobla en superficie a España y, actualmente, tiene 24 millones de habitantes de los cuales la mayor parte son de origen indio. Una mínima parte, la que precisamente presume de ser de origen español, rige el país apoyada por la iglesia católica. Y juntos, también, arrinconan a los partidos marxistas. El colombiano habla un maravilloso castellano.

El país es muy rico pero, aparentemente, pobre; existen grandes fortunas y enormes cantidades de pobres. Con producción y tráfico de drogas a gran escala, con escasa comida para los desamparados, con una democracia que oculta una autocracia. Es un país de contrastes. Tiene una enorme riqueza agrícola: café, cacao, maíz, etc., y un subsuelo en el que abundan: petróleo, oro, carbón y hierro. Por cierto, su museo del Oro es una joya inigualable.

Su envidiable personaje Simón Bolívar, a mediados del XIX, dio al traste con la conquista de Alonso de Ojeda. Tras la guerra civil que vivió en los 50, se estableció una reforma bipartidista, con alternancia de poder cada 5 años. Forma parte del grupo Andino. Tienen una civilización muy antigua, llamada Chibcha, de la que se han encontrado algunas esculturas y objetos de orfebrería.

Bogotá es tremendamente española y turística. Al lado de un rascacielos moderno puede haber un prado con vacas pastando. Pegado a una zona de grandes edificios aparece un barrio de casitas bajas. Tanto la Catedral, la plaza de Simón Bolívar, el Parlamento, la casa del Presidente, las plazas y fuentes de la capital son de exquisita belleza.

Se me permitió asistir a una sesión de la cámara. Me sentí deleitado con ese fantástico castellano con el que se expresaban. Otra cosa fue, una acusación de corrupción por parte de un parlamentario a otro de la cámara. Éste contestó, mas o menos, que sí, que a él le había ido bien, pero no tan bien como al que le acusaba que tenía avioneta y todo…¡ Vaya espectáculo !

El colombiano me ha parecido hospitalario y gran conversador pero algo supersticioso. Envidio su castellano.

¡Volveré!