Líbano(el) 10

Mayo de 2010

Hacía la friolera de 35 años que no había regresado al Líbano. Mi última visita, allá por 1975, estuvo salpicada por peligros e incidentes propios de una guerra civil que comenzaba y que duraría, nada menos que 15 años. Nunca llegué a saber nada de las gentes que conocí en aquel viaje ni de la suerte que corrieron durante esa maldita guerra. Entonces, había personas en Líbano que planeaban irse a Canadá.

Este país puede que jamás llegue a ser estable. Nunca se ganó su independencia; quizás por tratarse de un territorio poblado por gente de distintas religiones, distintas tradiciones, distintos objetivos y, sobre todo, con vecinos poderosos que no los dejan en paz y con odios ancestrales entre la población

La oligarquía musulmana pensó en 1975, que con la ayuda de los palestinos podría tomar todo el poder…pero se equivocó totalmente. En fin, ahí están, viven al día, comercian como nadie en el mundo y parecen felices a pesar de lo que han sufrido siempre peleando entre ellos o contra los otros. Una oligarquía, maronita y musulmana, que vive de maravilla y que ha sabido sobrevivir a todas las calamidades habidas y por haber aunque, por supuesto, ha dejado muertos a lo largo del viaje… Este país jamás cambiará. Tuvo años de esplendor en los que corría el dinero que traían los jeques árabes de otros países y lo gastaban en el gran casino, en los hoteles y restaurantes de lujo, en las joyerías, etc. Uno se pregunta: ¿cómo sería el Líbano si no hubieran entrado los palestinos?

Lo lamentable, aparte de los muertos que van dejando por el camino, es que apenas hay clase media; así que de la rica oligarquía se salta a la casi pobreza del pueblo. Los musulmanes han ido aumentando pues tienen más hijos. Los sueldos de los más humildes son muy bajos y por ello se ve mucho personal en los establecimientos públicos. Todavía hay campamentos de refugiados palestinos de la primera guerra con Israel en el 48.

La conducción es algo diferente al resto del mundo, ya lo era en el año 74, en mi primera visita. Las carreteras son insuficientes, mal conservadas y sin señalizar. En la capital, los destartalados taxis no llevan taxímetro nunca y te cobran (te roban) todo cuanto quieren.

No saben conducir despacio. Por si fuera poco la seguridad no existe: No hay cinturón, no encienden las luces en los túneles, conducen como locos sin seguir norma alguna, la velocidad es alucinante, fuman mientras hablan por teléfono durante la conducción a más de 100 Km hora, van por direcciones prohibidas, se saltan los semáforos en rojo, les encanta derrapar en las curvas, tocan el claxon constantemente, van driblando a los demás…auténticos amantes de la Fórmula 1. Se ven motos, con 2 ocupantes sin casco, levantadas sobre una rueda y a 100 por hora. Otra cosa curiosa que pude constatar es que, los conductores de cierta edad solo llevan gafas de lejos, así que no pueden leer ni un mapa, ni una nota. Los italianos, al lado de los libaneses, son perfectos y prudentes conductores.Hay muchísimos coches caros y, con frecuencia, conducidos por mujeres, sobre todo a las horas de las compras.

Alquilé un coche y me fui a Baalbek, famosas ruinas romanas, que ya me impactaron en la primera visita que hice en 1974. Tuve que cruzar el famoso valle de la Bekaa, en donde antes estaba el ejército sirio, y parar en un amplio número de controles que me recordaron la visita del 75. Al menos ahora el ejército es nacionalista. El valle es precioso, muy verde, lleno de frutales, hortalizas, patatas, vid, pastos, ovejas…etc. Es un país tremendamente montañoso y nevado, algo difícil de creer que exista en Oriente Medio. Visité Byblos, Trípoli y Bcharre y descendí a Sidón, y subí en el funicular al templo de la Virgen María…etc. repetí mi recorrido del 74. Las viviendas son humildes, mal construidas o sin terminar.

En una hora puedes pasar de estar esquiando en montañas de 3.000 m de altura a nadar o tomar el sol en la playa pues, al borde del mar, la temperatura es muy buena. Hay algo que resulta incómodo al visitante: te cobran de más en todo, ya sea en el taxi, el cambio de divisa, un simple café… En todo te “machacan” bien. Hay que ir con especial cuidado porque son muy “comerciales”. No hay que olvidar que eran “fenicios” y, por tanto, se parecen un poco a los judíos…Al que no fume o le moleste el humo le recomiendo que no vaya al Líbano: es el paraíso de los fumadores, se fuma hasta en el aeropuerto.

El centro de Beirut, en donde están los edificios gubernamentales, ha sido preciosamente restaurado y en nada se parece a lo que dejé atrás hace 35 años. Las fachadas están construidas con bloques de piedra arenisca en tonos ocres, tallados en entradas y balcones. Aún quedan sin restaurar algunos edificios destrozados por los obuses en sus múltiples guerras. Se han desarrollado centros comerciales en los que puede verse: Zara, Massimo Dutty, etc. los que, por supuesto, tienen mucho personal de vigilancia en el exterior y en el interior. Son las zonas de los ricos.

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En cuanto a la población, ahora hay 4 millones y en el 74 había sólo 2 y algo. Visten a la europea. Las jóvenes musulmanas llevan el hijab. En Beirut, les encanta ir a la playa, salir de marcha, ir a comer por ahí, tener buenos coches…me refiero al grupo de ricos, sea cual sea su religión; en cuanto a los más modestos, pasean por su larguísimo, aunque algo desangelado, paseo marítimo, a cuya orilla vierten las putrefactas aguas residuales de la ciudad. Salvo en las zonas “chulas”, frecuentadas por los pudientes, se ve el abandono propio de la falta de mantenimiento: no se pinta nada, las paredes se desconchan, aparece el óxido por doquier, etc.

En cuanto a la comida hay, como es lógico, la influencia de la Francia colonialista, que se ve reflejada en el pan, bollería, pasteles, etc. y la árabe en las legumbres, los quesos y los yogures. En sus desayunos hay platos de cocidos, purés de legumbres, huevos, etc. Son adictos al famoso chupa-chups que exportan los catalanes. Esto mismo he visto en Kosovo con los cubitos de gallina blanca. Y en cuanto a la divisa, las libras libanesas no valen para nada; hasta puedes pagar en correos por los sellos en dólares. Lo mismo pasa con los taxis, bares, restaurantes, etc. No quieren las libras, prefieren los dólares. Por cierto, no he visto ni un solo turista; es posible que en el verano vengan algunos. Tampoco he visto un solo perro.

Líbano es exactamente igual, en superficie, que Asturias: 10.000 Km2 y montañoso también, aunque no tan agreste. Tiene unos 300 mil refugiados palestinos y unos 500 mil trabajadores sirios (la mayor parte clandestinos). El 85 % son árabes y hay un 15 % entre armenios y kurdos. Son musulmanes el 57% y cristianos maronitas, ortodoxos y drusos el 43% restante. Todos hablan árabe y, curiosamente, tras haber sido colonia francesa, su segunda lengua es el inglés. Su renta per cápita es la quinta parte de la de España. Apenas tienen clase media y todavía tiene un 11% de analfabetismo.

En cualquier caso es un pequeño y completo país, lleno de inseguridad o inestabilidad política, al que me alegré de regresar para hacer las paces con mis recuerdos. Agradable, hospitalario y soleado. Tremendamente mediterráneo. Hasta otra.