Paláu 99

Febrero de 1999

El estado independiente de Paláu, en el archipiélago de Las Carolinas, fue establecido en 1994, tras una larga dependencia de EE.UU. desde 1947. Actualmente tiene un sistema Democrático y es miembro de la ONU. Los nativos, en su lengua local, lo llaman Belau. Curiosamente es el único país del mundo que tiene nombre catalán. Supongo que quiere decir Palacio.

Volé allí desde el archipiélago de Yap. Cuando llegábamos a la isla principal el piloto se animó a darnos una vuelta alrededor de ella y también de las pequeñas islitas incluidas dentro de la misma barrera de coral. Realmente fue todo un placer y, a pesar de que estaba cubierto el día, pude apreciar el espectáculo de las aguas azul turquesa y verde esmeralda de las lagunas de las innumerables islas que hay dentro de la mencionada barrera de coral.

La vegetación era densísima y, en muchos casos, de auténtica selva o jungla tropical. Llueve la friolera de 4.200 mm al año, lo que quiere decir 2,5 veces lo que cae en Santiago de Compostela, que ya es decir; lo hace en verano y en invierno. Prácticamente llueve todos los días.

En esa densa vegetación, además de enredaderas y lianas, hay muchos Pandanos, Papayas, Taro, Palmeras cocoteras y de Nuez de Betel, Manglares, etc. El pájaro favorito de la isla es la Paloma de la fruta, que es blanca y de tamaño parecido a las nuestras.

La superficie de la isla y su archipiélago, en el que hay 20 islitas habitadas y más de 400 Islotes, no llega ni a la mitad de la superficie de la isla de Menorca (IB). Su población es de 15.000 habitantes y la etnia dominante es la de los Palauanos, con un 85%, el resto son Filipinos y de otras islas de la Micronesia. La capital es Koror que tiene 10.000 habitantes, estando los otros 5.000 repartidos por las demás islitas del archipiélago. .

Los idiomas son el Palauano y el Inglés. Como religión hay un 40% de católicos y un 60% de protestantes. La moneda oficial es el Dólar americano, pues son pocos y pobres para emitir su propio dinero. Los recursos económicos son pocos: Batata, Copra, Pesca y Turismo. El año pasado recibieron una media de 120 turistas diarios.

Además de un pequeño Parlamento, en los pueblos y en las islas se gobierna por medio de los Clanes. Estos son 10, y cada Clan pone a un hombre en el mando y se forma un consejo. Al mismo tiempo, y como contrapartida, las respectivas mujeres forman otro consejo que es el que se encarga de las normas de comportamiento, de las propiedades y del dinero. Se trata de una sociedad en la que las mujeres “hace mucho que han dicho a los hombres que no saben lo que hacen y que les dejen hacer a ellas”. En nuestro mundo pasa igual, pero nuestras mujeres no han creído conveniente decirnos a los hombres que son ellas las que mandan. Algunos lo tenemos bien claro. Aquí, como por toda la Micronesia, el hombre es un poco indolente y la mujer más responsable. En las oficinas que he visitado son siempre las mujeres las que tienen la responsabilidad. Los hombres hacen de chofer, pescadores o agricultores. Antiguamente se encargaban de pelearse con los de otros pueblos o de ir a la guerra.

Paláu está situado a unos 1.000Km, al este de Filipinas, en el Paralelo 8°. El 80% del interés turístico está en las Islas-roca: islotes pequeños, verticales, auténticos peñascos... pero tienen encima una vegetación verde, tan densa, tan impenetrable, que les da una gran belleza. No se puede subir a ellas, por lo escarpadas y por la densidad de la jungla tropical que tienen. Entre ellas, que son unas 300, hay preciosas lagunas de múltiples colores, playas, coral, etc. Navegué por ellas durante varios días y pude, también, ver un maravilloso coral con una amplísima fauna y flora a solo unos palmos de profundidad. Hay 700 especies de coral y unas almejas gigantes de casi un metro de largas.

Algo me alegró mucho en Paláu: el nombre de Sabino es casi popular. No podía creerlo. Al parecer, entre los españoles que vinieron por aquí habría alguno asturiano ó vasco con ese nombre. Me ocurrió algo parecido cuando estuve en la Isla Salomón, (Melanesia), aunque mi nombre no era allí tan popular como aquí. Palau, integrada en Las Carolinas (dominadas por España desde 1885 a 1899), fueron vendidas por España a Alemania ante el temor de que los americanos nos las quitaran por haber perdido nosotros la guerra contra ellos en Cuba, más o menos por esas fechas. Al comenzar la 1ª Guerra Mundial, Japón se las quitó a Alemania y al perder Japón la 2ª Guerra Mundial, EE.UU. se quedó con ellas. Cuando estuvimos por aquí nos trajimos a los Capuchinos, los cuales enseñaron a estas gentes el alfabeto.

Las gentes locales me parecen filipinas, más que micronesias. Su idioma es casi igual que el filipino y se entienden muy bien entre ellos. No quieren admitirlo pero me parece que los primeros habitantes debieron de ser filipinos, debido a la proximidad de Filipinas y a los vientos dominantes en ciertas épocas del año. Comprendo que no quieran decir que son de origen filipino pues los filipinos no suelen caer bien a nadie por esta región, salvo a Miguel Boyer, claro.

Llueve muchísimo, pero suele ocurrir que para pronto y sale el sol. A los 5 minutos, vuelve a llover otra vez y vuelve a parar y así sucesivamente. Así es la Micronesia. Otro punto curioso es la gran humedad que hay: tuve una camisa secando durante 3 días y, al final, tuve que ponérmela húmeda.

Los palauanos no aportan mucho al tipismo de la Isla. Son buena gente, muy hospitalaria y muy honesta, como caracteriza a la gente de la Micronesia, pero parece que quieren ser americanos pues están olvidando sus tradiciones. Sin embargo su música ancestral sigue siendo muy dulce, agradable y gusta mucho por esta zona del Pacífico.

El nivel de vida es uno de lo más altos de la Micronesia. El salario de un trabajador es de 400 pts/hora y esta cantidad es muy alta por estos lugares. Los edificios y las casas están construidos en ladrillo ó en bloques, lo que no se ve por otras partes de la región. La gente mastica menos Betel que en otros sitios, con lo que su boca da mejor aspecto.

Como resumen diría que es un archipiélago encantador, poblado por gente muy agradable, con una vegetación y unas islas preciosas, pero con un clima que no hay dios que lo entienda. Muy posiblemente vuelva.