San Kitts y Nevis 13

Febrero de 2013

Desde el año 1991 no regresaba a estas islas, llamadas también San Cristóbal y Nieves. Por aquel entonces yo hacía largos recorridos por los archipiélagos de la zona así que, dada la similitud de estas islas de barlovento, solo recordaba la riquísima caña de azúcar que comí, la dulce melaza que bebí, alguna que otra piña colada y las enormes plantaciones de caña así como los camiones que la transportaban. La moneda sigue siendo el Dólar del Caribe Oriental, amparado por la libra británica, y que sirve para todas las ex colonias británicas de esta área; su valor equivale, aproximadamente, al 40% del dólar americano. Las dos islas están separadas por el estrecho de Narrows, de 3 km. Es el país más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población.

Volé en una avioneta de hélice desde San Juan de Puerto Rico y desde el aire contemplé algunas islas e islotes. Al llegar nada me hacía recordar mi viaje anterior. Por otra parte mis fotos de entonces, puestas en un álbum y muy deterioradas con los años, no me sirvieron de mucho, así que comencé de nuevo. Me alojé en un hotelito frente al mar desde el que contemplaba los cruceros con turistas, algo que no existía en mi primera visita. Presencié desde mi balcón algunas tormentas tropicales que amenazaban con partir las palmeras que me separaban del mar. Son sobrecogedoras y hacen sentir al hombre impotente frente a la naturaleza. También observaba a los pelícanos y otras aves lanzarse verticalmente sobre el agua para capturar algún pez…después aparecían las agresivas fragatas para acosarlos y hacerles soltar la presa que, con gran habilidad, recuperaban ellas en el aire.

A pesar del bajo nivel de vida de la población, negra en casi su totalidad, los chicos y chicas van muy bien vestidos con sus uniformes limpios de colegio…algo muy común en todos los países que fueron colonias británicas. Apenas hay analfabetismo. Los mercados públicos, con muy pocos productos del campo que ofrecer en esta época del año, no resultan de interés para el viajero. La comida y el idioma callejero son criollos. La zona del puerto es quizás la única de la capital, Basseterre, insegura. El resto es tranquilo pero no queda claro si nos respetan a los extranjeros o nos ignoran con cierto orgullo debido, probablemente, al daño que el blanco les ha hecho a lo largo de algunos siglos.

Esta isla, la de St. Kitts, que llamamos en castellano San Cristóbal, ha dejado de producir azúcar debido al coste de la mano de obra y de los fletes; ahora, el ferrocarril que se utilizaba para transportar la caña ha sido convertido en un tren turístico que recorre la isla, aunque con muy poco éxito. Yo di la vuelta a la misma y pude visitar la zona y restos de aquellos caribes que encontró Colón, los primeros asentamientos británicos junto con su fortaleza, el bosque húmedo, las pocas plantaciones de caña que quedan, la escarpada costa, las miles de iglesias católicas y protestantes que corresponden a una población de unos 40 mil habitantes tremendamente religiosa, el punto de encuentro del Atlántico y el mar Caribe, pasé por sus hospitales, colegios y pequeñas universidades, etc. etc. Desde esta isla se salta a la antilla holandesa de Sint Eustatius , de muy poco interés, en la que hay una zona franca que invita a comprar pues no hay IVA ni aranceles.

Estos meses, de invierno y primavera, se consideran la estación lluviosa; los meses de verano, en los que apenas llueve son, lamentablemente, en los que se producen los huracanes y los cruceros dejan de venir pues el turista no quiere riesgos. Las temperaturas son siempre muy agradables y, hasta en los días lluviosos, el sol aparece varias veces para saludarte.

Salté a la islita de Nevis, Nieves para los españoles, que tiene un alto y gigantesco volcán que ocupa la mayor parte de su superficie y una mini capital llamada Charlestown. Poco tropical, salvo un bello palmeral que fotografié, cuenta con unos 12 mil habitantes. De forma redondeada, no tiene más allá de 12 km de punta a punta. Al igual que St. Kitts, el turismo es casi su única industria y son tan religiosos que el número de iglesias llega a 63; lo que más abundan son las cabras, que se encuentran por doquier, los pelícanos y los matorrales.

Por supuesto la rodeé lentamente, comí un sabroso bocata de langosta, visité alguno de los hoteles con playas de arena oscura y la zona de aguas termales que suele siempre haber en las islas volcánicas…en ella se cuentan 14 inactivos. Es muy tranquila y desde ella se observa la isla de Montserrat, destruida por su volcán hace un par de décadas, y en la que estuve hace años para contemplar el dantesco panorama.

Existe un cementerio judío pues en ella se albergó una comunidad en tiempos de la primera guerra mundial. Hace ya años, se abandonaron las plantaciones de caña de azúcar. Mi estancia coincidió con el día de San Valentín y comprobé la euforia con que se vivía: los niños, muy bien uniformados, salían del colegio con globos y otros detalles para llevar a sus casas. En este día, no solo se celebra el amor entre las parejas sino, también, todo el amor que les rodea, como entre padres e hijos, entre amigos y amigas.