kuwait 17
Noviembre de 2017
Mi primera visita al país, tuvo lugar por los años setenta y tantos, aprovechando mi estancia en el Golfo Pérsico y mi segunda ocurrió en febrero de 1997, ya finalizada la guerra del Golfo, en la que fueron invadidos y además destruidos muchos de sus edificios e instalaciones por el ejército iraquí en el año 1990.
Ahora, pasadas exactamente dos décadas, regreso a un Kuwait más desarrollado, más rico, más cuidado y algo más occidental. En estos momentos 1 dinar de Kuwait (1 KWD) equivale a 2,85 euros o bien 1 euro es igual a 0.351 KWD. El dinar kuwaití se divide en mil fils.
Traté de encontrar habitación en el hotel Le Méridien en el que había estado hacía 20 años cuando, ya en aquel entonces, estaba restaurado tras haberlo bombardeado el ejército de Sadam Husein. Ha pasado a llamarse Royal y está en mal estado; una especie de vieja gloria. Me busqué otro no muy lejos de las Torres de Kuwait. Los precios de los hoteles son elevados. He podido constatar que la bóveda, elemento fundamental en la arquitectura islámica, está presente en muchos edificios modernos del país.
Entre las visitas obligadas por su interés yo citaría:
The Avenues. Las Avenidas son un conjunto de calles y plazas que, cubiertas por una gran bóveda, disponen todas ellas de aire acondicionado, lo que anima a la gente a venir de compras. Aquí están las tiendas de las grandes marcas como Louis Vuitton y otras.
Las Torres de Kuwait. Son tres y fueron construidas en los setenta Ya las visité y fotografié en el año 1997 y en esta ocasión las he tenido delante del hotel y, por supuesto, volví a disfrutarlas. Son más bien un símbolo de la moderna Kuwait. Tienen unos 180 metros de altura y en ellas, en forma de esfera, hay dos grandes depósitos de agua, un restaurante, etc. Es interesante su visita, que también puede hacerse de noche para contemplar los edificios iluminados de la ciudad.
Las Torres del Agua. Son grupos de depósitos elevados de agua, en forma de setas, que resultan atractivos por el original diseño y por estar pintados con bonitas franjas verticales blancas y azules. Ya había una cuantas “setas” en mi primera visita de los setenta. Actualmente puede que pasen de treinta, todas ellas dispersas en grupos de unos ocho elementos.
El Souk Al-Mubarakiya. En otro tiempo eran unos interesantes zocos que ahora se han convertido en simples tiendas y mercadillos en los que, además, hay puestos de pescado, fruta, etc. A mí, personalmente, me atraía mucho más el antiguo zoco de los 70 y 80.
La Gran Mezquita, construida hace unos 10 años, es una expresión del lujo y de la riqueza del país en épocas en las que el barril de petróleo andaba por encima de los 100 euros. Tiene una gran bóveda que permite rezar juntos a muchos miles de creyentes ya que su superficie útil se acerca a los cinco mil metros cuadrados. Hay oro y piedras preciosas por todas partes y realmente se trata de una de las mezquitas más caras del mundo. Al parecer es la octava por sus dimensiones. Es, sin lugar a dudas, una visita obligada.
La Torre de la Liberación, que además de ser la torre de TV tiene varias actividades interesantes en su interior y marca el centro de la ciudad ya que, por su altura, se observa desde todas las partes de la capital.
En cuanto a la moderna edificación que caracteriza a los países del Golfo Pérsico, he de decir que, si bien Kuwait tiene un par de edificios remarcables, (uno de ellos de 421m llamado Al Hamra, Alambra) lo cierto es que está muy lejos de acercarse a la edificación futurista que tiene Doha, en Qatar o Abu-Dhabi, en los Emiratos Árabes, y ya no digamos de la de Dubái de la que se encuentra a varios años luz. La economía ha de ser tremendamente floreciente para que un país se lance a este tipo de edificación y éste no es, por supuesto, el caso que nos ocupa. Sin ir más lejos, su renta no llega al 50% de la de Qatar.
Kuwait es una Monarquía constitucional pero no tiene, para nada, el corte de las europeas en las que el rey reina, pero no gobierna, ni influye tampoco en las decisiones parlamentarias. Tiene una superficie similar a la provincia de León y una población de unos 4 millones de los que, en su capital, Kuwait, están el 60% de ellos. El Rey nombra al primer ministro e influye en las decisiones importantes; parte del Parlamento lo elige el pueblo. Sufrieron en el año 1990 la invasión y destrozó a cañonazos de los tanques de las fuerzas de Irak y en mi segunda visita en 1997, contemplé las dantescas fotografías de la capital y del hotel Le Méridien, en el que me alojé tras su restauración. Son musulmanes de mayoría sunitas, pero con la inmigración de filipinos y de indios se les han colado un 10% de católicos y otro 10% de hinduistas.
Son quizás la monarquía más pobre del golfo ya que su renta es actualmente de solo 30 mil dólares, así que España le va a la zaga. No tienen paro, solo hay un 4% de analfabetismo y viven a diario pendientes de la cotización del petróleo ya que es su única exportación.
Los hombres, al igual que en casi todo el Golfo Pérsico, van vestidos con la kandura (la impoluta saya blanca que visten los árabes tradicionales) y muchas mujeres van envueltas en sus abayas negras.
En Kuwait prácticamente no he visto ningún turista; de hecho, en los hoteles no hay mapas, tampoco los hay en las tiendas o kioscos de la ciudad; no hay postales, no hay tiendas de suvenires, etc. En cierto modo eso me ha gustado.
Para llegar aquí, volé desde Madrid pasando una noche en el hotel de Tránsito del Aeropuerto de Dubái. El hotel, en sí, era cómodo pero frío y no tan agradable como el que tienen en Tránsito en el Aeropuerto de Doha en Qatar. El aeropuerto de Dubái empieza a hacerse pequeño.
En los últimos 20 años me ha parecido que, si bien la capital ha crecido mucho, el encanto del país parece haber menguado pues se observa cierto abandono o falta de cuidado o limpieza: escasea la jardinería y el arbolado en las autopistas y en la propia ciudad se ven calles o avenidas muy mal asfaltadas, al igual que hay algunas áreas con edificios en malas condiciones de mantenimiento.
La temperatura, ahora en noviembre, pasa ampliamente de los 30 grados, pero al haber muy poca humedad se puede soportar; hay algo de brisa con polvo, una especie de harmatán local, y la visibilidad se ve afectada. En otras ocasiones hay brumas persistentes. Debido al bajo precio del combustible el taxi es barato y se ven muchos vehículos particulares de gran potencia y doble tracción.
Hasta otra.