Hong Kong 73

En junio de 2010, cuando habían pasado 37 años, colgué en mi página web el texto íntegro de los comentarios que hice en su día, y que aquí transcribo. Sea indulgente el lector con las fotografías y con lo que ocurría en aquel entonces.

Agosto de 1973

No cabe duda de que éste es un lugar diferente al resto del mundo. Me atrevería a decir que está extremadamente aferrado a un sistema capitalista muy duro, nada escrupuloso, inhumado y brutal. Es para echarse a temblar pensando lo que va a ocurrir cuando, en solo unos años que faltan, la Corona Británica devuelva a China esta especie de protectorado que es Hong-Kong. He podido constatar que cuando un país ha vivido muchos años bajo un sistema socialista radical y, posteriormente, pasa a otro capitalista, éste es más perro y radical que cualquier otro de un país que haya tenido siempre un sistema capitalista. En la actualidad, la Bolsa, la Banca, los empresarios y las gentes, en general, están inquietos por la incertidumbre que crea el hecho, inevitable, de ser devueltos a China.

En una, casi ridícula, superficie de 1.000 km2 (equivalente a una décima parte de la provincia de Asturias), formada por la isla que lleva el nombre del país y por una zona continental, llamada Kowloon, viven varios millones de chinos cantoneses (que hablan el específico chino cantonés de la zona). Tienen un gigantesco comercio internacional, con un puerto franco que es la principal salida de mercancías de China y con enormes empresas y negocios a nivel mundial. Aeropuerto, puerto y tiendas turísticas en Kowloon y el distrito financiero, con sus rascacielos, en la isla de Hong Kong. Es posible que la superficie útil de vivienda por habitante no llegue a los 3 m2. Su divisa, el HK$, viene siendo un tercio del americano. Su renta per cápita anda por los 900 USD. Más que aceptable, comparada con el mundo occidental

La gente de a pie vive hacinada en barcos viejos, chabolas y porches. Si una fábrica tiene aire acondicionado, sus trabajadores la dejarían por otra sin él, a cambio de cobrar un 5% más. Se entiende: el dueño de la empresa da a los trabajadores la mitad de la factura de aire acondicionado que se ahorra. Un sistema muy duro. La seguridad en el trabajo no existe. Vale dinero. Por otro lado en las tiendas, a las que acude el turista para comprar cámaras japonesas, hay que andar con extremado cuidado.

Son profesionales del engaño: frecuentemente, cuando llegas al hotel te das cuenta de que la cámara es de segunda mano; por supuesto, el precio no incluye el objetivo, tampoco incluye la funda que debe ser pagada aparte, o el fotómetro que ha sido quitado al envolverla…ya no digamos cuando la cámara es de marca japonesa pero no está hecha en Japón…en fin, se las saben todas. Mejor es no comprar, creerme, saben mucho más que cualquiera de nosotros. Son auténticos supervivientes.

Hay algo muy curioso: son muy supersticiosos; pagan verdaderas fortunas por matrículas de coches con cifras capicúas o formadas solamente por uno o dos números que se repiten. El gobierno subasta todas cuantas matrículas de automóviles tengan alguna particularidad, sea la que sea. Subiendo a algunas colinas, pueden verse preciosas vistas de zonas de playa, puerto, urbanizaciones muy exclusivas, el downtown, etc.

Es interesante visitar el jardín infantil, echar un vistazo por los mercados callejeros, recorrer el puerto Aberdeen Harbour y ver cómo la gente vive en los antiguos y destartalados barcos chinos tipo sampán o junco. Aproveché para darme un rápido salto a Macao y visitar un casino. Es posible que cuando allá por los años 90 todo pertenezca a China este lugar cambie mucho. No queda mas remedio que volver a Hong Kong pues está en medio de muchas rutas orientales y de Australia. En este viaje mi principal objetivo es Japón.

Hasta otra