Maldivas 92

Noviembre de 1992

Las Maldivas, es un estado formado por un conjunto de unas 1.200 islitas-atolones, maravilla de coral y un sueño para cualquier amante del mar, de las islas o del fondo marino. Solo 180 de ellas están habitadas y, salvo la is­la capital, Malé, no suelen llegar a tener más de 1.000 habitantes.

El aeropuerto es una isla, las oficinas del gobierno son otra isla, la cárcel es otra isla…y, por supuesto, muchos hoteles son una isla. El hotel que yo tuve como base en mi viaje por el archipiélago ocupaba una islita de 200m de diámetro, incluida la preciosa playa de arena que la rodeaba.

Las islas se apoyan sobre coral (al parecer de unas 120 especies distintas, incluida la negra) habitado por miles de peces tropicales que com­ponen la fauna de los arrecifes. La única industria que tienen es la pesca, principalmente de atunes, así como su posterior enlatado; además, algo de arroz para autoabastecerse, cocos y alguna fruta tropical. El nivel de vida es muy bajo, estimo que la renta per cápita ronda los 1.000 US$. De la fibra del coco hacen te­jidos. El coral roto y molido que llega a las playas es su material de construcción. La temperatura ronda los 28º todo el año, lo que unido a la belleza natural resulta muy atractivo para el turismo, que constituye la princi­pal riqueza del país

Los maldivos, todos ellos de religión musulmana, son de raza semi-negroide, pacíficos, hasta el extremo de no haber apenas criminalidad, por lo que las puertas no se suelen cerrar con llave. La prisión consiste en el destie­rro a una isla desierta. Entre los platos más conocidos de su cocina están: la Guridia a base de bonito, arroz y cebolla; el Valo Mas: variedad de pescado ahumado y el Diyanakapu: revuelto de frutas con miel de coco, etc.

Casarse y divorciarse son el principal pasatiempo de los nativos. Ocho de cada diez personas se ha divorciado alguna vez. Para ello, siguiendo la costumbre musulmana, basta que el marido repudie a la mujer dos veces. E­lla, por el contrario, tiene que acudir al Juez. Ellos no pueden casarse por 4ª vez hasta que su 1ª esposa no se haya casado de nuevo. Al parecer el ré­cord está en poder de un anciano que se ha casado ¡89 veces!

Los nativos: más bien bajos y un poco feos y las nativas: poco atractivas y vestidas de negro, forman un conjunto que no encaja muy bien, según nuestro punto de vista, con la belleza tropical del lugar. Navegué entre las islas, disfruté de la playa y de una pequeña cabaña sobre la arena de la playa y observé el precioso mundo de coral que, una vez más, me entusiasmó. Las lluvias me impidieron hacer un reportaje fotográfico más completo.

Pasé por una situación de peligro al navegar durante la noche y no poder encontrar, a través de los arrecifes, el canal de entrada a la isla en la que estaba alojado. lsla-Hotel Thulhagiri. Algún día volveré