Túnez 18

Octubre de 2018

Repasando mis viajes anteriores, pude ver que, en mi primera visita, en el año 1988 remarqué la excelente limpieza de este país africano y, es más, lo consideré como el más limpio del mundo árabe. Entonces tenía solo 7 millones de habitantes y apenas llegaba a 1.000 dólares de renta por habitante. Pasaron bastantes años y regresé en 2001, cuando la población ya había alcanzado los 9 millones y su renta se había duplicado. Seguía siendo muy limpio, era un gran productor de aceite de oliva y tenía suficiente petróleo como para casi autoabastecerse.

En el año 2004, volví de nuevo con motivo de una reunión que tuvimos los miembros del Club Internacional de Grandes Viajeros en Túnez capital, donde fui nombrado número 1 del Club, premiado y homenajeado por ello por el Ministro de Turismo pues había completado la larga lista oficial que se componía de 245 países. Pasé por ello unos días y también aproveché para visitar lugares relativamente próximos a la capital.

Así que esta es mi cuarta visita a Túnez cuya superficie viene siendo 1/3 de la de España. En la actualidad tiene casi 11.5 millones de habitantes y si no tiene más es porque sus jóvenes han ido emigrando a Francia e Italia principalmente. Su divisa, el dinar, no tiene mucho valor fuera de sus fronteras y se cambia a 3,30 dinares por un euro. Recuerdo que, en viajes anteriores, 1 dinar equivalía casi a un dólar americano. Túnez, la capital, ha crecido mucho y ahora llega a los 700 mil habitantes. Apenas hay población que no sea árabe-musulmana, salvo algunos bereberes que no pasan mucho del 1%. La renta por habitante también ha mejorado mucho y anda por los 4.000 dólares. Se habla mucho francés, debido a su pasado ligado a Francia, y en el colegio su estudio es obligatorio.

El tunecino siente mucha simpatía por Francia y por los ciudadanos franceses y, de hecho, tanto la tecnología como los estudios universitarios especializados, la investigación, etc. tienen mucho que ver con ellos.

De momento el único idioma oficial es el árabe, aunque la clase alta y snob hablan francés entre ellos para mostrar su nivel de educación y cultura.

En los hombres hay un 15% de paro y en las mujeres un 40%. El paro juvenil es muy elevado. Exportan material eléctrico, algo de petróleo y sus derivados, fertilizantes, aceite de oliva, dátiles, etc. El turismo ha sido siempre su mejor fuente de divisas, pero, lamentablemente, hace unos años algunos actos terroristas hicieron huir a los turistas europeos y ello trajo consigo una grave crisis. Decidieron abrir mercado con turoperadores chinos y rusos y así pudieron salir del paso.

La esperanza de vida está unos 10 años por debajo de la nuestra, teniendo 1,3 médicos por cada mil habitantes mientras que en España llegamos a 3. Al haber avanzado la población y también el desarrollo industrial, el petróleo propio no cubre más del 30% de sus necesidades. Astuta y humildemente han sabido pedir a Argelia suministros de petróleo y gas a precios irrisorios de “vecino amigo”. El litro de gasolina cuesta 0.66 euros. Hay inacabables terrenos de cultivo de olivos y son el 4º productor mundial de aceite tras España, Italia y Grecia. Pero lo cierto es que el aceite tunecino tiene muy baja acidez así que los italianos, grandes exportadores, se lo compran para mezclar y rebajar la acidez de sus aceites.

Resulta contradictorio el hecho de que estando, geográficamente hablando, al este de España, tengan una hora menos. Se debe a que no avanzan la hora solar como hacemos nosotros. También me sorprendió que, tras lo que han avanzado en los últimos años, en el interior del avión de Túnez-Air con el que volé desde Madrid, los asientos estuvieran llenos de escrituras con bolígrafo y además que los aseos estuvieran en mal estado.

Tomo un coche al llegar y salgo por la autopista hacia Hammamet, a 70 km, lo que me lleva una hora ya que los límites de velocidad son generalmente más bajos que en España. Así que llego a las 11 de la noche a mi hotel tras comprobar que la mayor parte de los hoteles de la zona están cerrados, lo que resulta desolador. Enorme daño ha sido el causado por los actos terroristas. De hecho, mi hotel, a un precio ridículo, no creo que tuviera más allá de una docena de clientes.

Arranco muy temprano hacia el sur, bordeando la costa, pasando por el Puerto Deportivo de Kantaoui de muy poco valor. Desde aquí hago unos 10 km para llegar a Sousse y, curiosamente, en ese tramo se supone que hay más de 100 hoteles…pero vacíos. En Sousse, ciudad de ciertas dimensiones, me paro para visitar su medina y la consabida muralla que la rodea. No hay mucho más que ver, así que continúo hacia Monastir donde el antiguo fuerte, el cementerio y el atractivo mausoleo del famoso dictador socialista Bourguiba conforman una visita obligada. Por cierto: en la época del dictador, que fue desde el 1956 hasta el año 1987, apenas había analfabetismo…ahora, con la moderna democracia existente, alcanza el 20%. Hay cosas incomprensibles.

Continúo hacia El Jem ciudad donde, tras comerme una buena dorada a la plancha en un restaurante formado por cuevas, visito su impresionante anfiteatro romano, muy bien restaurado, que constituye la mejor pieza arquitectónica romana que tienen y posiblemente el tercer anfiteatro del mundo. Recorro su interior que me resulta grandioso. Después otros 90 km para llegar a dormir a Sfax. A pesar de ser una ciudad muy industrial y con un millón de habitantes, no tiene turismo ni interés alguno, si bien es la capital de los negocios, de la industria textil y del petróleo.

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Salgo de Sfax y me voy a Matmata, deteniéndome en Gabes. Por cierto, por debajo del paralelo de Matmata la policía no deja bajar a grupos turísticos pues es fácil que un terrorista entre desde Libia. Por otra parte, tienen niveles muy bajos de criminalidad. Dicen, exagerando, existir 700 tipos diferentes de dátiles...y que los mejores duran casi 3 años sin perder sus cualidades. Me cuentan que debido a que este verano ha llovido mucho los olivos presentan un color plateado. La anchura de las líneas, o distancia entre los olivos, va aumentando a medida que se avanza hacia el sur. Se comprende que se debe a que cada vez llueve menos y al final acaban sobrepasando los 30 metros. Los pequeños pueblos que cruzo están muy limpios y ordenados, además tienen jardines muy cuidados.

Como Gabes no vale nada continúo mi camino y visito una serie de cuevas muy interesantes por la zona de Matmata. En ellas viven familias que evitan los fuertes calores del verano y los fríos del crudo invierno del desierto. El bereber, que forma parte de los habitantes de esta zona, es rubio con ojos azules. Me comí un buen cuscús y un fantástico cordero lechal. Hay muy buena miel, buenos yogures, inmejorables dátiles y malos cruasanes a pesar de la cultura culinaria dejada por los franceses; también hay horribles manzanas, malas naranjas, buen café, buenas empanadillas con un huevo entero dentro, muy buen hojaldre, buen puré de patatas, buenas verduras como el repollo, las zanahorias, etc.

También, en Matmata, visité las que fueron unas cuevas utilizadas como decorado en la filmación de la película STAR WARS y que actualmente han sido convertidas en un restaurante familiar. Continué por una carretera en construcción hacia Douz en donde me detuve a pasar la noche en el único hotel decente que había y que, por cierto, estaba en medio de un enorme palmeral. Esa noche degustamos, Charo y yo, una buena cena.

Por la mañana temprano visité el mercado de Douz, de poco valor, y rápido salgo hacia El Chott El Jérid. Por el camino, y de forma casual, me detengo a ver un pozo del que surge un gran caudal de agua a presión, sin utilizar bomba impulsora alguna, a más de 80 grados de temperatura y desde una profundidad de 400 metros. Para que se enfríe la pasan por unos canales al descubierto, y a continuación la canalizan a los palmerales para su riego. Al parecer hay en la zona otros 4 pozos surgentes de este tipo. Muy sorprendente e interesante.

Continúo en dirección a Tozeur atravesando unos 70 km del lago seco y salado llamado Chott El Jerid, a solo 39 m sobre el nivel del mar, y que yo había atravesado varias veces años atrás. Resultó muy agradable ver el Atlas tunecino justamente bordeando el lago. Me detengo a ver unas dunas petrificadas que estaban por la zona. Tras comer algo por el camino, hago un alto en las estribaciones del Atlas, auténtico desierto de roca, para visitar unos preciosos palmerales lo que me obliga a hacer un poco de montañismo.

El coche, un simple Hyundai, no podía cruzar el desierto y por ello alquilé un 4x4 para visitar las distintas zonas de desierto. Así que hice un recorrido por un desierto de rocas, por otro de arena, por zonas de dunas, etc. pasando por una cascada en el Atlas y de paso ver otro decorado de la película de Star Wars en medio del desierto. Subiendo y bajando las famosas dunas de Ong a buena velocidad, contemplando espejismos y con un recorrido total de unos 100 km. Más tarde aparece una bonita puesta de sol en medio del desierto. Pasé por los lugares llamados Chevika, Taverza y Mides. Duermo en un hotel de Tozeur en el que paso dos noches para poder recorrer esta zona más detenidamente.

Al día siguiente visito el casco viejo de Tozeur y la plaza del mercado. Esta es la capital del dátil y este mes es el de la recogida. El dátil da a esta zona una gran riqueza y de hecho tienen gigantescos palmerales. Hay puertas y vigas hechas en madera de palmera, aunque realmente no tienen mucho valor ni resistencia. Después conduzco hasta Nefta, un pueblo pequeño con un gigantesco palmeral llamado Corbeille.

Las carreteras que van por el desierto suelen llevar, a ambos lados, barreras hechas con ramas de palmera para impedir el paso de la arena que trae el viento; de otra forma la arena cubriría la carretera haciendo peligroso el tráfico. Las ramas, al detener la arena forman dunas. Por cierto, no entiendo cómo un país con tantas horas de insolación no tiene apenas plantas solares.

Abandono Tozeur a las 6 de la mañana para ir remontando hacia el Norte. Tras dos horas de conducción llego a las ruinas romanas de Sbeitla, de aceptable valor, aunque no llegan a la altura de las existentes en otros países mediterráneos como Líbano, Jordania, Livia, etc. Tras casi 3 horas más de coche llego a Kairouan, capital religiosa, completando en el día un total de 5 horas en el Hyundai. Lo primero que hago es visitar su preciosa mezquita: tiene grandes cisternas bajo su enorme patio y un gran minarete para hacer la llamada a la oración. Tanto en el interior como en el exterior hay cientos de columnas y arcos árabes con agradable estilo. Más tarde, tras comer algo, visito el Mausoleo del Barbero y unos depósitos medievales que llenaban desviando las aguas del río y que, ya en el siglo X, servían para el suministro de agua a la población.

Al día siguiente madrugo para salir en dirección a la capital, Túnez. La Medina estaba cerrada por ser domingo y me voy directamente a visitar una vez más el famoso museo del Bardo, (se dio este nombre siguiendo o imitando el nombre del Palacio del Pardo de Madrid, pero no habiendo P en árabe, ésta se cambió por una B). En este museo fue donde, tres años antes, decenas de turistas fueron ametrallados. Aquí disfruto de los esplendidos mosaicos romanos que son de primera calidad y, sin lugar a dudas, los mejores que jamás he visto. Posteriormente me voy hasta el bonito pueblo de Sidi Bou-Said a contemplar sus edificios blancos con puertas y ventanas azules. Gran belleza. En esta ocasión me negué a visitar Cartago pues no vale nada ya que nada hay que ver; algo que había comprobado en visitas de años anteriores.

Las carreteras son bastante buenas por todo el país. Hicimos unos 1.600 km y, en ningún caso y en ningún momento he visto un mal gesto por parte de los tunecinos; son muy educados, pacíficos y hospitalarios. Charo, mi pareja, también disfrutó mucho del viaje.


Hasta otra.