Sudáfrica 13

Noviembre de 2013

Recorrí esta república en los años 1980 y 2000, ambos reportajes se encuentran en mi web. Por supuesto hice, también, visitas cortas, de camino o regreso, en mis viajes a Namibia, a Suazilandia, a Mozambique, etc.; en pocas palabras un país, en cierto modo, familiar para mí. Ahora, noviembre de 2013 repito, un poco por encima, itinerarios hechos anteriormente. Comienzo volando desde París en ese gigantesco Airbus A 380 que, en este caso, estaba adaptado para 511 pasajeros que éramos los que viajábamos en él. Este avión o modelo no tiene ni diseño ni calidad: solo dimensiones gigantescas que permiten dos pisos malos y con feos tapizados. Por si fuera poco, Air France nos castiga con mala comida, incluidos los malos vinos tintos con los que ahora nos obsequia… Hace no muchos años, fue la compañía aérea preferida de “un servidor.”

En cada visita a este país, me sorprendo por los positivos cambios que veo en él, siempre dejando a un lado la violencia y la delincuencia que lo caracterizan. Su extensión, más del doble que la de España, sigue estando "pelada" de vegetación pero cada vez más poblada pues ya llegan a los 50 millones de habitantes. La capital administrativa y sede del Gobierno, Tshwane, que nosotros llamamos Pretoria, sigue siendo agradable y emblemática, a la par que una exposición de su pasado histórico.

Por supuesto la no muy atractiva ciudad de Bloemfontein es la capital judicial de la que nadie habla, a menos que se tenga un juicio pendiente...La población más conocida en el mundo entero es Ciudad del Cabo, favorita de todos los visitantes y que es la capital legislativa...un jaleo, ¿verdad? Pues bien, he de decir que, aunque tiene solo 1 millón de habitantes, está dentro de una aglomeración urbana de casi 3,5 millones.

Algunos datos: presidente, Jacob Zuma, unidad monetaria el Rand (que los bancos venden también en forma de moneda en oro fino y de una onza de peso). Las leyes, medio británicas y medio holandesas...Una 20% de la población es seropositiva. La esperanza de vida en el hombre es solo de 50 años y en la mujer de 53 (mala seguridad social y sida). Hay un 80% de bantúes, un 10% de blancos y otro 10% de gente de color. Se habla el afrikaner, el inglés y el debele. Un 40% son protestantes, un 30% cristianos, un 20% no religiosos o ateos y un 10% otras religiones. Hablamos de un país muy rico en oro y diamantes, con una clase media alta muy rica y con una clase obrera muy pobre; así que la renta por individuo es baja y no llega a 7.500 dólares. Ejemplo claro de una tremenda injusticia social. El paro es del 25%, en las mujeres del 50%. Hay mucha gente que vive del subsidio.

En el campo tienen uva y vino de calidad, caña de azúcar, tabaco, algodón y ovejas karakul. En el mar tienen mucha merluza y mucha sardina y en cuanto a minerales tienen de todo: mucho carbón, mucho oro, uranio, muchísimos diamantes, también mucho platino (3/4 partes de la producción mundial), además de cromo, fosfatos, etc. etc... Industria siderúrgica, energía térmica, una central nuclear, industria automovilística, industria textil... ¡Ah! del carbón hacen petróleo, ¡ahí queda eso!….Por si fuera poco el turismo proporciona una buena entrada de divisas. No parece creíble que un país como éste tenga una renta por habitante 1/6 parte de la de España…hay que tener en cuenta que el rendimiento del negro es muy bajo, que muchos de ellos están subsidiados y que el blanco, que es solo el 10% de la población, se lleva una buena parte del pastel. La enseñanza es obligatoria desde los 6 a los 16 años y solo hay un 12% de analfabetismo que, obviamente, está entre los negros. La sanidad gratuita solo cubre hasta los 6 años y también a las mujeres embarazadas.

Johannesburgo, en la que salir a la calle es más peligroso que pasearse por uno de sus parques lleno de leones, me ha recibido con sus encantadoras jacarandas, ahora en flor. En los hoteles siguen aconsejándote no caminar por la calle…Así que anduve por zonas tranquilas, residenciales, con centros comerciales y con abundancia de policía. Recordé que, en uno de mis viaje por el sur de África, tuve que hacer escala aquí por una noche y que, al cruzar la calle desde mi hotel a un restaurante, al otro lado de la calle, para cenar presencié como 2 negros, y en menos de 5 segundos, sujetaban a otro cliente blanco del hotel que se iba a cenar al mismo sitio que yo, y le arrancaban una bolsa que llevaba bajo la camisa con dinero y documentación. Fue muy violento y desagradable. Se me quitó el apetito….Así que esta vez me fui a la calle con las manos en los bolsillos y, simplemente, con la hoja de inscripción del hotel. Las estatuas de un sonriente Mandela, tan amado por su pueblo, abundan en Johannesburgo y en todo el país.

El número de minas en explotación disminuye ya que la mano de obra ha subido y las extracciones de carbón cada vez son más profundas y laboriosas. Por otra parte las normas de seguridad se han hecho más exigentes. Lo que conlleva gastos extras y un rendimiento más bajo Hay muchos poblados, tipo el famoso soweto, pero con cabañas mejor acondicionadas, aunque con el mismo aspecto (tales como casas de trabajadores de alguna mina). Aquí no hay camiones normales de 2 ejes ó 4 ruedas como los de España, no, todos son enormes y largos tráileres de más de 6 ejes que llevan madera, minerales, carbón, etc. El 70% de la energía viene del carbón y de las térmicas; también lo emplean para cocinar y para calefacción. Pasé por Belfast un pequeño pueblo a 2.400 m de altura en el Transvaal. En el trayecto entre Johannesburgo y el parque nacional de Kruger recorrí las provincias de Mpumalanga y Limpopo y visite lugares de gran belleza como “los tres Rondales” y los “Baches de la Suerte de Bouker” en el cañón del Río Blyde.

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En el área de Kruger estuve en un agradable lodge, llamado Elandela, donde desde las 5 de la mañana que amanecía venían a darme los buenos días los ibis hadeda, calaos, cebras, antílopes, hipos, etc. sin contar que durante la noche escuché rugidos de león varias veces. En la reserva del lodge había leones blancos, (traviesos errores genéticos), leones convencionales y muchos rinos blancos, ¡hasta 5 juntos conté una vez!…Esto no me había ocurrido jamás en África tras tantos años visitando parques nacionales. Por supuesto jirafas, toda clase de antílopes, etc. También entré en el gigantesco parque de Kruger, donde ya había estado anteriormente, para hacer un gamedrive y tropezarme con hipos, aves interesantes, elefantes, rinos blancos, águila culebrera, miles de impalas, etc. En este parque los elefantes solo viven un máximo de 55 años y ello es debido a que como son demasiados y acaban las hojas de los árboles, se ven obligados a comer ramas secas con lo que sus dientes duran poco y tienen problemas para comer y acaban muriendo de hambre. Además vi pájaros tejedores, un cocodrilo comiéndose un pez gato enorme, hipos, águilas pescadoras, águilas bacheleur, roller de pecho lila, ñus, elefantes, facoceros, jirafas, etc.

El bush del parque de Kruger y, en general de los parques sudafricanos, tiene el arbolado y el matorral mucho más apretado que el del resto de los países africanos; ello comporta una gran dificultad para encontrar animales durante un gamedrive. Y ya no digamos cuando en verano, y debido al calor, los animales tienden a buscar las sombras o se echan a dormir bajo los árboles o entre los matorrales. Igualmente pasa con las aves, que quedan ocultas entre la vegetación.

De Pretoria solo tenía el recuerdo de algunos edificios victorianos como su antigua estación de ferrocarril, el hotel Victoria y alguna de sus plazas. Ahora un tren, llamado Azul y de mucho lujo, parte de aquí para llegar en 2 ó 3 días a las cataratas Victoria. Pude ver, una vez más, la casa de Melrose, ahora convertida en museo. Todo ha cambiado tras tantos años transcurridos…todavía existía, me dijeron, el monumento al Afrikaans (idioma y libertadores al mismo tiempo) y vi, una vez más, el palacio del gobierno donde, en el 1994, Mandela recibió su nombramiento. Las jacarandas en flor embellecen ahora en primavera calles y plazas.

De Pretoria me trasladé al aeropuerto de Johannesburgo, unos 50 Km, desde donde embarcaría para Ciudad del Cabo. Entretanto llamaban mi vuelo, y mientras compraba algunos rands en una oficina de cambio, un ejecutivo suplicó que le dejaran hablar por teléfono para denunciar el robo de su coche…así es Johannesburgo.

En el avión, el pasaje se componía de 4 blancos por 1 negro y, teniendo en cuenta que hay casi ocho veces más negros que blancos, indica que tanto en el nivel profesional como en el económico, el blanco supera al negro 30 veces. Algo curioso ha llamado mi atención: son muchas las mujeres negras que llevan peluca y puede que se deba a que no están contentas con su pelo demasiado fuerte, lacio o rizado.

No he tenido suerte con el tiempo en Ciudad del Cabo, ha llovido y ventado durante buena parte de mi estancia. El waterfront, es una zona comercial muy agradable y con cierta clase, que ocupa los alrededores del pequeño puerto de yates y cabotaje de la ciudad. En ella abundan los restaurantes, boutiques, almacenes o malls con piezas de arte, manualidades, recuerdos, etc. Lugar de esparcimiento que gusta al visitante, al tiempo que recorre el puerto y come o toma algo en las terrazas o visita las tiendas que hay en el interior de los mencionados almacenes en los que venden, también, comidas típicas del país, al igual que sus fenomenales vinos blancos de excelente calidad. Al mismo tiempo pueden encontrarse manualidades típicamente africanas o joyería de alto valor.

No recuerdo que en el año 80 existiera el funicular a la Table Mountain, ni acceso a esa zona, ni tampoco que fuera fácil acceder a la costa Este pues el recorrido es muy accidentado y apenas se había desarrollado la construcción residencial.

Utilicé el autobús turístico de la ciudad para visitar todos los rincones a uno y otro lado de la famosa “Mesa”, así llamada la altiplanicie que ocupa el centro del territorio urbano, comprobando que en la parte nordeste de la misma, que acabo de mencionar en el párrafo anterior, hay un área residencial que tiene unas bonitas playas. Comí y pasé unas horas en ella. Aproveché para caminar por la playa y disfrutar del espectáculo que ofrecía el enorme oleaje provocado por el temporal del día anterior. El autobús turístico es práctico y confortable y te permite, no solamente ver la ciudad sino, también, pasar a visitar los viñedos y el kilométrico paseo marítimo. Ciudad del Cabo es muy turística, luminosa y entretenida para el visitante. No he visto una sola bicicleta, ya que todo son cuestas, ni tampoco perros; esto último es extensible a todo el país y a muchos de África.

Los vinos blancos del Cabo, afrutados, transparentes, jóvenes, etc. nada tienen que envidiar a los nuestros del Penedés. Volví a beber vinos como el de la marca Fleur du Cap, que acostumbraba a beber en mis anteriores visitas.

Es muy agradable recorrer el largo y ancho paseo marítimo, con su playa, su cuidado césped, su zona deportiva, etc. Los turistas y visitantes lo ignoran y acuden al saturado waterfront a gastar su dinero.

Existe una especie de “apartheid residual” que consiste en mantener zonas enteras ocupadas exclusivamente por blancos, a las que la población negra ni se aproxima. Lamentablemente la enorme mendicidad que hay en el país es otra área ocupada al cien por cien por población negra… se les ha dado una “democracia” a la que el negro no acaba de adaptarse o integrarse: el problema social de Sudáfrica sigue sin resolverse, quizás deban transcurrir unas décadas más.

Pude comprobar el vergonzoso engaño al que someten a los turistas los organizadores de excursiones al Cabo de Buena Esperanza a los que dicen que en ese cabo, confluyen los océanos Atlántico e Indico….cuando realmente ese punto es el Cabo de Agujas, descubierto por Vasco da Gama creo que en 1488 y que está bastante más lejos y, por supuesto, más al sur. Al turista siempre le colocan algún timo.

Quise volver nuevamente al Cabo de Buena Esperanza para recordar mi visita del año 80 pero el mal tiempo me hizo desistir.

¡Hasta otra!