Bangladesh 97

Mayo de 1997

Desde 1976 no había vuelto a este mísero país en el que la vida no vale gran cosa pues la pierden con cualquiera de las infecciones o pestes que lo asolan continuamente y que una simple píldora podría evitarlas, curarlas o pararlas. Cuando llegué el cólera hacía estragos y la gente moría a cientos diariamente. Ahora bien, tratándose de una población musulmana, que tiene más hijos que los que Alá es capaz de darles…ni siquiera las enfermedades pueden evitar que el número de habitantes aumente.

Ahora son la friolera de 120 millones los que viven en una superficie similar a Andalucía. La estancia de unos 8 días fue suficiente para tener una impresión aceptablemente amplia.

A pesar de su independencia de Pakistán en 1971 y de tener un régimen parlamentario desde 1991, el país está en manos de unos pocos y el resto pasa hambre y calamidades. La ren­ta per cápita es la mitad de la India, lo que da una idea de su po­breza. La capital DHAKA tiene 7 millones y su puerto importante, CHITTAGONG, es su única comunicación con el exterior al estar el país aislado por tierra.

La moneda es el TAKA que vale unas 4 Pts (0,024€) y los billetes están tan llenos de mierda que da asco cogerlos pues te parece que vas a pillar cualquier clase de peste. El analfabetis­mo ronda el 70% y los habitantes viven de una agricultura primaria: arroz de varios tipos, cereales, azúcar, patatas, etc. Apenas hay carreteras pues casi todo el transporte es fluvial.

Dado que Bangladesh era parte de la an­tigua Bengala,, a la que perteneció hasta 1949, se ha­bla bengalí, que es el idioma oficial y tengo que decir que es un idioma dulce que, además, se lee como se escribe y que no resul­ta difícil de aprender para un español. Sus canciones son románticas o melancólicas. Esa es la impresión que tienes al oírlas a­unque no entiendas lo que dicen.

Conocí un grupo de misioneros Javerianos italianos, que resultaron ser muy agradables, gracias a mi amiga la entrañable María Antonia Salazar la que, dada su generosidad y humildad, había permanecido tres años como voluntaria en la congregación realizando una encomiable labor humana. Cené un par de veces en su misión y escuché canciones en bengalí como el Pa­dre Nuestro y la Salve, lo que me entusiasmó por lo bonita que e­ra la música.

Lo que se hace incómodo de soportar es la suciedad y la miseria en grados extremos. Hay muchos ciegos y tullidos por to­das partes, a pesar de que el nivel de vida ha mejorado desde ­1.976, fecha de mi anterior viaje .También da un poco ­de asco el verles comer con las manos, sin lavar, tanto el arroz como el curry pero, en fin, no son los únicos del mundo, pues todo el mundo árabe y muchos musulmanes lo hacen. Comiendo no hay zurdos, pues como se limpian su trasero con su mano izquierda y, por supuesto, sin papel como todo musulmán, no quedaría muy bien utilizar la izquierda para comer. Siempre alargan la mano derecha para entregar las cosas a los demás ya que no queda muy bien utilizar la izquierda, puesto que la dedican a otros "menesteres" no tan edificantes.

Es poco el interés que despierta esta tierra en el visitante: llano completamente, siempre las mismas plantaciones de arroz por todas partes, sin árboles y con muy poco color en general. Ni las ropas de la gente son bonitas, ni los edificios,…nada. Lamenta­blemente la India les permitió la independencia cuando, realmente, les habría ido mejor el seguir siendo bengalíes.

El GANGES y el BRAHMAPUTRA desembocan al mar a ­través de esta nación que al ser tan llana, es víctima de los desbordamientos de estos ríos, con la pérdida de vidas humanas y recursos agrícolas que acarrea, lo que empobrece el país.

La conducción por la capital DACCA, es muy difícil: no hay semáforos, hay millones de rickshaws y la horrible con­taminación no dejar ver bien. Es, posiblemente, la capital mas contaminada del mundo, pues además de los vertidos de sus aguas residuales está el problema de los carburantes tan ho­rribles que emplean y que resulta agravado por el hecho de que casi todos los motores de los vehículos son de 2 tiempos.

Recorrí el barrio viejo, con el típico ambiente ben­galí, y me acerqué al río Buriganga, afluente del Brahmaputra, a la Mezquita de las Estrellas Azules, que ya co­nocía, y visité su monumento nacional de Sabar. Millones de cuervos tienen invadida la capital.

Nota: Una semana después de mi viaje, un gigantesco huracán dejó sin "casa" a varios millones de personas. ¡Pobre país!