Taiwán/Formosa 96

Enero de 1996

Las isla de Formosa, Taiwán, de forma ovalada y con la friolera de 21 millones de habitantes, tiene a lo largo unos 350 Km. y a lo ancho 140, lo que equivale a Andalucía, o algo así. Teniendo en cuenta que los dos tercios de Formosa son montañas inaccesibles de tres a cuatro mil metros de altura, la población esta tan concentrada como si los 21 millones de habitantes poblaran las provincias de Sevilla y Córdoba.

A finales del siglo pasado y como consecuencia de la guerra chino-japonesa, la isla pasó a manos de Japón hasta 1945 que volvió a China al perder Japón la Segunda Guerra Mundial. Cuando estalló la revolución comunista de Mao, en 1949, Chiang Kai-shek huyó y se refugió con su ejército en esta isla, la que fue denominada China Nacionalista y, posteriormente, República de Taiwán. Se habla, por tanto, el chino mandarín y se profesan las religiones Taoísta y Budista.

Taipei, la capital, tiene unos tres millones de habitantes y en ella, salvo su Museo Nacional que contiene una maravillosa colección de arte chino (traída de China durante la huida) y el Mausoleo de Chiang-Kai-chek, el resto de la ciudad no tiene valor alguno. Ni las sucias calles, ni los feos y descuidados edificios, ni sus mercados…, valen nada de nada. Es una ciudad con una altísima contaminación en la que la gente circula con una mascarilla sobre la boca. Cuando llegaba al hotel me sonaba la nariz y todo lo que salía era negro como el carbón. En la ciudad hay millones de motos, lo mismo que ocurre en China o en Vietnam con las bicicletas.

Lo mejor de mi estancia en Taipei, por no decir lo único, fue el hotel: El Gran Hotel. También he de reconocer que la comida China de Taiwán es excelente, muy bien presentada y muy elaborada. También las prostitutas, como ocurre en Bangkok, son guapas comparadas con lo feos que son los chinos de por aquí. Los tíos suelen tomar, en los bares de los alrededores de los prostíbulos, sangre de tortuga o de serpiente que matan allí mismo y al momento pues, al parecer, es afrodisíaca y, a continuación, entran en el prostíbulo como una moto.

Todo resulta algo caro en Taiwán y es debido al cambio ficticio que establece el gobierno de su divisa, el dólar de Taiwán, con el dólar americano. En realidad la renta per cápita estimo que no debería pasar de los 6.000 dólares, a juzgar por el nivel de vida que he observado. Ese país ha dado un cambio brutal en los últimos veinte años; ha pasado de la miseria a ser un gran productor y exportador de equipos electrónicos y, todo ello, bajo un sistema capitalista tan extremado como el de Hong-Kong, lo que indica los pocos derechos que tienen los trabajadores. La población autóctona la componen solo unos 300 mil habitantes aborígenes que están prácticamente integrados en la sociedad actual. En este país no fuma casi nadie.

Recorrí la parte Oeste de la isla pasando por Taichung (visité el decepcionante Lago del Sol y de La Luna) y por Kaohsiung, ciudad totalmente al Sur. Después atravesé las montañas hasta Hualien para visitar la Garganta de Mármol de Taroko para, finalmente, tomar el tren hasta Taipei. ¡Que poco vale éste país!, ¡qué fraude!, ¡qué poca hospitalidad! ¡cuanta frialdad en la gente! La densidad de edificación es tan alta que los trenes pasan casi siempre entre las casas pues no hay campo libre.

El taiwanés es seco, poco hospitalario, nada servicial e ignora al extranjero. Son gente muy desagradable entre ellos mismos. No había visto una cosa así en mi vida de viajero. Además nadie habla inglés: ni en los bancos, ni en el aeropuerto, ni en el hotel, ni en las tiendas. Solo hablan el puñetero chino-mandarín. Además odian que les hagas alguna fotografía.

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Por lo que respecta a sus recursos económicos habría que citar el más importante: su enorme masa de mano de obra productiva para la fabricación de elementos electrónicos, o cualquier otra cosa, en serie. Tienen más aparatos de TV, más equipos de radio y más teléfonos por habitante que España.

HARÉ TODO LO POSIBLE PARA NO VOLVER MÁS A ESTE DESAGRADABLE PAÍS, ESPERO NO TENER QUE VOLVER POR CUESTIONES DE TRABAJO.

Curiosidades

La EVA, compañía aérea de Taiwán ha instalado un televisor de color en el asiento de cada pasajero. Las azafatas son desagradables y no hablan inglés.

De regreso volé de Viena a Madrid con Lauda Air: ¡qué maravilla de comida con champagne ¡ Las azafatas, muy modernas, llevaban pantalones vaqueros.

Me sorprendió encontrar polvorones en Taiwán, por cierto, buenísimos.

Taiwán, además de España, es el país que tiene mejores sandías. Normalmente los países en estos paralelos no suelen tenerlas tan buenas.