Normandía y Bretaña 24

Julio de 2024

Vuelo directo de Asturias a París, alojamiento en el área de Versalles y una vez más visita a su Palacio lo que supuso caminar 18 mil pasos.

Arrancamos subiendo a Normandía remontando carreteras por la margen izquierda del Sena y pasando por pueblos como Giverny (casa y jardines del pintor impresionista Monet), Vernon (Colegiata gótica), después Les Andelys (Castillo de Gaillard de Ricardo Corazón de León) y finalmente la ciudad de Rouen, capital de la Normandía (casco antiguo, Catedral, Reloj, Palacio Arzobispal, etc.).

La comida en Francia sigue siendo tan buena como era en los 60 cuando yo vivía en París: frutas, quesos, puré de patata, ensaladas, pastelería, etc.

Un día después y siguiendo siempre por carreteras paralelas al Sena, llegamos al norte de Normandía pasando por Honfleur, Fécamp (su puerto y acantilados blancos), Étretat (acantilados y Alejandro Dumas). Después la gran ciudad-puerto de Le Havre (su escultura-volcán, su edificación, su puerto y su gran Sena desembocando al mar bajo dos gigantescos y espeluznantes puentes en arco). Después Honfleur (con su puerto, su iglesia de madera Sta. Catalina y un pequeño crucero de 2 hora por la desembocadura del Sena, pasando esclusas, y contemplando el enorme puente de Normandía mientras se pasa por debajo y se ve en una islita un grupo de caballos blancos de la raza camargue.

Temprano dejamos Honfleur en un día soleado y nos vamos a ver varios kilómetros  de costa donde se produjo el gran Desembarco de Normandía el día D, 6 junio de 1944 (Playa Omaha, Gold Beach, Utah, Juno y Sword) donde se ven todavía los restos de algunas lanchas del famoso desembarco y antiguos tanques americanos, etc. Después a Bayeux con un encantador centro histórico y su austera abadía y su deteriorada, escasa y mal restaurada muralla, construida por los normandos allá por el siglo XII. Su castillo medieval, de grandes dimensiones, no tiene mucho encanto.

Pues bien, visitar o recorrer  Normandía por unos días, ha sido no solamente ver el esplendor y la dimensión del Sena en su desembocadura, junto con el gigantesco Puente de Normandía que lo abarca limpiamente desde sus orillas sino, además, el bellísimo gótico francés que luce en cuántas Catedrales, Colegiatas, Abadías, Basílicas e iglesias hay en esa región francesa, junto con la costa formada por acantilados, testigos de ese desembarco que sirvió para liberar a Europa de la amenaza nazi.

Es impactante entrar en diminutos pueblos y encontrarse con iglesias sorprendentemente bellas.

El campo es muy verde y casi llano: mucho maíz para el ganado, patatas, cereales, arbolado por todas partes, ganado vacuno, etc.

Se come bien en la Normandía y en toda Francia: buenos quesos, buena mantequilla, buenos vinos, buenas ensaladas, buenas verduras…

Entro en la región de Bretaña, procedente de Normandía, parando en el Monte Saint-Michel y su bahía, donde ya había estado un par de veces y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Por cierto, los bretones hablan el bretón y se ve escrito por todas partes; es un idioma difícil como puede ser el euskera. Mi última visita a Saint-Michel fue en el 1988 con escaso turismo que ahora se ve multiplicado por más de 50 veces y hasta el punto de que sus habitantes nativos se han ido de la isla y solo quedan unos bares, unos restaurantes y un par de hoteles. Supe, esta vez, que existen otros 4 Mont Saint-Michael por Europa y que todos orientan su Cruz hacia Jerusalén (Alsacia, Reino Unido y, en Italia: Gargano en Apulia y Torino).

Saint-Maló con una completa y cuidada muralla y con su atractivo intramuros. Por supuesto, también su hermosa playa, sus interesantes rompeolas de madera que impiden que las olas salten sobre la muralla ya que esta costa es quizás una de la más bravas de Europa. Por supuesto su personaje más importante ha sido siempre el político y escritor del siglo XVIII Chateaubriand. Saint- Maló ha sido un lugar de grandes navegantes y son famosas sus regatas a vela en solitario las que partiendo de aquí llegan a las islas francesas del Caribe.

Continuamos el viaje a la medieval Dinan, con la friolera de 3 km de muralla en buenas condiciones y un pequeño y agradable puerto.

Después Guingamp, la ciudad de los monasterios, en la que una de sus plazas la ocupa enteramente una gran escultura metálica de un pequeño antílope.

A continuación, Quimper, de unos 40 mil habitantes, muy turística, con preciosa catedral y muchas calles comerciales en su entorno junto con un pequeño río que cruza la ciudad y tiene puentecillos con flores.

Desde aquí, y tras recorrer 350 km, Le Mans, bien conocida por sus famosas “24 horas”. Preciosa catedral de Saint-Julien e interesante el antiguo barrio que la rodea. Agradable tarde soleada.

Una corta visita a París, justamente coincidiendo con su famoso 14 de Julio, con una sencilla cena al pie del Arco de Triunfo y la Avenida de los Campos Elíseos, (además de un “café” en el Café de París) …y así acabó esta visita a Francia.

Y, finalmente, volar desde Orly es un auténtico desastre. Tendríamos que escuchar nuevamente a Charles Aznavour…cuando cantaba “El Aeropuerto de Orly”, canción de moda en los 60 cuando yo vivía en París.