Japón 09
Noviembre de 2009
Esta ha sido mi tercera visita al Japón. La primera, allá por el 73, cuando comenzaba con viajes por Oriente…y, la segunda, de camino a la Micronesia en el 99. A pesar de los años transcurridos y haber avanzado tanto la tecnología, los aviones siguen necesitando unas 12 horas para saltar desde Europa.
Este país sigue teniendo un gran interés para cualquier viajero:
De una parte, es digno de admiración por haber conseguido, aún estando en Oriente y habitado por orientales de un imperio milenario, marcar siempre la pauta a seguir en la alta tecnología, la que los países de occidente “presumen” tener. Su creatividad puntera, sus diseños futuristas, su capacidad de innovación, etc. llevan varias décadas liberándonos. El occidental, que siempre se ha creído el centro del mundo (quizás porque así se han hecho creer sus religiones) debería de sentir una cierta vergüenza.
De otra, porque independientemente de su “occidentalización” tecnológica, siguen manteniendo sus tradiciones ancestrales en cuanto al respeto, honestidad, honor, pulcritud, orden, responsabilidad, sensibilidad, misticismo…etc., todo ello lejos de ser entendido, a estas alturas, por un occidental. Vamos, que le hablen a un político nuestro de honor, honestidad, dimisión…”gilipolleces”, diría. O del respeto de un chico a un superior, a un profesor, a sus padres…En fin, nosotros, los chulillos hombres blancos de occidente, “centro de la creación y privilegiados de los dioses”, hemos perdido los papeles y andamos perdidos del todo. En fin, sería un buen tema de debate.
Sus calles, sus lugares públicos, sus trenes y demás sistemas de transporte, no están limpios. No. Están limpísimos. Además, todo funciona a la perfección, pues la calidad de los equipos, casi todo en acero inoxidable, más su buen mantenimiento hacen que casi nada se estropee y moleste al usuario.
Quizás lo que más me ha impactado en este viaje haya sido la indescriptible belleza de sus bosques, que cubren casi todas las islas del país. Ya sé que nuestro bosque templado del norte de España es una maravilla teñida de ocres en este tiempo otoñal pero, en el caso de Japón, además de estos colores está el rojo, el cual al unirse a los ocres amarillentos forma una dulce policromía.
Antes de comenzar mi descenso hacia el sur para atravesar la isla de Honshu me detuve unos días en Tokio; siempre tan moderna y tratando de imitar a Manhattan. El metro, caro pero muy fácil de usar, es el mejor y más rápido sistema de transporte; los trenes circulan por el exterior y son varias las compañías ferroviarias adjudicatarias de las diferentes líneas de recorrido.
La circulación sigue siendo por la izquierda, así que los coches llevan el volante a la derecha. Los taxis, siempre muy pulcros, llevan conductores con guantes blancos; son caros, muy caros. Una buena parte de sus autopistas tienen límites de velocidad más bajos que en Europa. Sus trenes son rapidísimos y los revisores, también con guantes blancos, hacen doble reverencia de cabeza y tronco al entrar y salir de los vagones pidiendo disculpas a los pasajeros por la molestia de solicitarles el billete. ¡Increíble!.
Como buena parte de los orientales, algunos japoneses llevan mascarilla para evitar los contagios y la contaminación, sobre todo los meses de febrero y marzo. La gente no fuma habitualmente por la calle y si lo hace se pone al lado de un cenicero público. Además en todos los lugares públicos hay pulverizadores de alcohol para desinfectarte las manos. Hay un número ínfimo, en porcentaje de población, de casos de gripe A.
El idioma inglés les resulta muy difícil de pronunciar. Supongo que el japonés es, también, muy difícil para los europeos. Ni en los aeropuertos, ni en las recepciones de los hoteles, ni en las oficinas de información se habla un aceptable inglés. A veces tenía la impresión de que me hablaban en japonés con un cierto acento inglés…En los restaurantes exponen, en el escaparate, los platos de comida hechos en plástico. Así que yo hacía la fotografía digital del plato que elegía y, posteriormente, entraba y se la mostraba al camarero. Recuerdo que en mi primer viaje, allá por 1973, me pusieron, además del plato solicitado, un cuenco con agua y algún diminuto trozo de cebolla… yo interpreté que era para lavarme las manos. Tras haberlo hecho me dijeron que era la sopa y todo el restaurante se rió de mí.
Yo también me reí con ellos. Normalmente no se sabe lo que uno come. Se toma muchísimo pescado, ahumado o crudo, con verduras y salsas que no has visto en tu vida. Si se te ocurre dar propina, te llaman y te la devuelven. Son así de dignos.
Las tiendas más habituales para jóvenes son las de informática. Ahora está de moda el “wifi-pocket” que tiene el tamaño de un móvil pequeño con el que te conectas a Internet en cualquier zona wifi. Los japoneses no visten con tanta marca. Allí esta Zara y algunas otras marcas españolas. Ni en las calles, ni en las tiendas se ven a la venta postales ni objetos típicos. Algunas mujeres mayores y algunas jóvenes clasistas, todavía llevan el kimono con la correspondiente “mochilita” al estilo geisha.
Japón tiene una población de 130 millones de habitantes (el 98,5% son auténticos nipones) que practica y comparte el sintoísmo con el budismo; no es el lugar más adecuado para ver o disfrutar de la belleza de éste último. El japonés utiliza el primero para las alegres celebraciones y, el segundo, para las ceremonias fúnebres. En otras palabras, emplea la deidad de la religión que más le conviene…no está mal. El país está lleno de templos de ambas creencias, todos en madera, algunos casi milenarios, y siempre de grandes dimensiones y construidos con troncos de sus viejos árboles, como los cedros.
En Tokio, con 12 millones, las visitas giran alrededor de su Torre de televisión, de la zona de Odaiba, del Puente Arco Iris, de Ginza, Ueno, el Palacio Imperial, Meiji Shinto, el templo de Asakusa Kannon, etc. En fin, visitas habituales del turista. Estando yo en Tokio llegó de visita el Sr. Obama, pero como no preguntó por mí, continué mi viaje. Por cierto, los japoneses se llaman por el apellido. Los casinos están prohibidos pero la gente apuesta mucho en carreras de caballos, máquinas tragaperras, etc. El número de universitarios desciende y han decidido no exigir un nivel de selectividad tan alto. El idioma japonés no tiene ni “R”, ni “V”, ni “B”, etc. y ello hace que les resulte difícil la pronunciación de los idiomas occidentales.
Las chicas japonesas tienen las piernas más torcidas que he visto en mi vida: la que no las tiene así X, las tiene así ( ). Charo, mi compañera y compañera también de viaje, me daba sus explicaciones como fisoterapeuta, añadiendo que las contrastaría con un traumatólogo. Hay una nueva generación de gente alta que, posiblemente, tome una alimentación más proteínica a base de más carne y menos pescado. Comen muchísimo arroz, pero no pan. Tienen un vino blanco muy agradable y hasta hacen algo de champán.
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Añadiría algunos comentarios sueltos: de junio a septiembre están autorizados a trabajar sin chaqueta y sin corbata con el fin de ahorrar en aire acondicionado. Se cree que reducen 2 millones de toneladas de CO2. Solamente un 5% del suelo es cultivable; un 70% es montañoso con bosque del cual un 20% es para madera. Las edificaciones, casas, etc. de los pueblos son feas o sin carácter alguno, aunque todo está limpio y ordenado. Se ven cementerios con sepulturas, todas ellas, en granito negro, muy ordenados y sobrios.
En sus bromas se les ve muy naif; no hay erotismo alguno ni en las revistas, ni en la televisión, ni en los anuncios; todo ello parece un tema tabú. Además de su váter japonés, al ras del suelo, comienzan a tener los nuestros y, lo mejor de todo, es que los dotan de dos tipos de ducha de agua templada: una para adelante y otra para atrás...; por si no bastara, el asiento está climatizado…¡¡una pasada!! Todos los aseos están escrupulosamente limpios.
El recorrido hacia el sur lo inicié desde Tokio en dirección al famoso monte Fuji (3.776 m); subí hasta la 5ª estación a 2.300 m. y pude fotografiar el pico aunque con mala visibilidad. Siempre está nevado. Junto con el Fuji hay otros 100 volcanes activos más en el país. De aquí a Hakone, zona montañosa, muy turística y visitada debido a sus lagos y sus aguas termales. Subí en un funicular, a pesar del horrible vendaval que hacía. Después seguí hacia el sur, usando trenes, disfrutando de los bosques y su colorido, pasando por lugares como Owakudani, Odawara, Nagoya, etc. Además de la naturaleza, también vi: templos, palacios, jardines…y, todo ello, en el ambiente de este precioso otoño japonés.
Llegué finalmente a Kioto donde visité: el Nijo, el Palacio Imperial, el Palacio Dorado, después la famosa Nara, Todaiji, Kasuga, etc. La lluvia me ha acompañado bastante en este viaje aunque casi siempre he tenido días luminosos. Después tomé, nuevamente, el tren-bala para hacer otros 200 km hasta el mar y visitar la zona donde cultivan las perlas y ver una demostración en la isla La Perla. Aproveché para visitar el más sagrado de sus templos sintoístas, llamado Ise, en medio de un diluvio.
Varios: Hay tres clases de tren-bala y en los tres he viajado varias veces. Regresé, vía París, desde el aeropuerto de Osaka al que llegué en un tren bala procedente de Kioto. ¡No perdí el vuelo por unos segundos! Las distancias a cubrir son largas y sin estos trenes rápidos los viajes serían muy pesados.
Otros detalles: Tienen una monarquía constitucional, como la nuestra. La superficie total del país equivale al 85% de la de España. Sólo tienen un ejército preparado para defenderse, pero no para atacar, así lo expresa su Constitución. En la isla de Okinawa los americanos tienen una base con 25.000 hombres. La esperanza de vida en el hombre es de 79 años y en la mujer de 85. Apenas hay extranjeros y constituyen una población autóctona nipona. El nivel de divorcios es bajísimo. La renta per cápita supera los 35.000 US $. La inflación es sólo del orden del 0,2%. Ahora que están en crisis sólo tienen un paro del 4%. Son la primera potencia mundial en pesca. Es muy pobre en recursos minerales y debe importar las materias primas de lo que fabrica. Tiene un 25% de la energía eléctrica de origen nuclear…etc. etc.
Hasta otra, JAPÓN.