Irán 75
Hoy, junio 2010, transcribo íntegramente a mi página web los comentarios que escribí 35 años atrás. De entre las fotos, deterioradas por el tiempo, he seleccionado las menos dañadas. El viaje tiene interés por tratarse de un tiempo anterior a la Revolución, época del Sha de Persia.
Junio de 1975
Me fui a Irak por trabajo y, una vez terminado el mismo, aproveché para visitar Persia. Tomé un vuelo directo de Bagdad a Teherán y visité, tranquilamente, Persia. Sí, como se dice: La Persia del Sha; la verdad es que daba la impresión de que toda era de él. Lo primero que sorprende de este país es que, estando más al Este que el Oriente Medio sea, por el contrario, menos oriental en su forma de vida. Dicho de otra forma: Irán es mucho más occidental que la propia Turquía. Ahí queda eso. El sistema de gobierno: capitalista, totalitarista, dictatorial, corrupto…etc. junto con la enorme influencia americana, hacen de este país que es, realmente, oriental, tradicionalista y musulmán, tal contraste que, en este momento que redacto estos comentarios, me recuerda un viejo cura de pueblo que levanta su sotana y deja ver debajo unos pantalones vaqueros.
La capital Teherán no vale gran cosa salvo un arco de triunfo, monumento nacional cercano al aeropuerto, que parece mostrar el pasado, presente y futuro del país. Quizás, lamentablemente, lo único destacable de esta capital sea la alocada conducción de todos los vehículos. Se conduce muy rápido, muy peligroso y bastante mal. Tienen, al igual que por todo el Oriente Medio, el sistema de taxi-service, que se comparte y funciona como si fuera un pequeño autobús que para en todas partes y que pagas en función del recorrido que has hecho.
Volé al sur, donde se encuentran las verdaderas joyas de las épocas de esplendor persa. A unos 1.000 km visité la maravillosa Persépolis. Fue al pié de esta ciudad milenaria y en unas lujosas tiendas de campaña en donde el Sha, solo unas semanas antes de mi visita, había invitado a los más importantes jefes de estado del mundo, para celebrar, me imagino, el 25 centenario de la fundación de Persépolis, (hace 2.500 años).
Pude ver las lujosas tiendas y las instalaciones construidas a tal fin. Sabe dios los millones de dólares que el Sha habrá gastado. Me imagino que, entretanto, la gente moría de hambre por las calles. Al menos la pobreza que yo fui capaz de ver, al igual que el alto número de ciegos y tullidos, intuía una desgracia despiadada entre la población más humilde.
Persépolis, siglo V antes de Cristo, es la mejor muestra de lo que fue el imperio persa. No es fácil describir la perfección de las figuras esculpidas o grabadas, al igual que la expresión del poderío imperial que queda reflejado en las dimensiones, en las escaleras, en los estandartes (imitados, quizás por Hitler o por Roma), en ese aire que solo un imperio, un ejército todopoderoso puede tener.
No lejos están ISFAHAN y SHIRAZ, dos ciudades cuya visita es obligada. Las cúpulas de sus innumerables mezquitas, el colorido de sus mosaicos y la sobriedad de sus interiores, muestran una segunda época de esplendor entre los siglos XVII y XIX. En Shiraz me encantó la mezquita Vakil, la Almadrasa, la tumba del Emir Mohamed, la mezquita de Jomeh, s. IX, y la columna imperial. En cuanto a Isfahan, me alojé en un lujoso hotel llamado Sha Abbas y visité la bellísima Facultad de Teología, de delicada arquitectura, el palacio de las 40 columnas, la gigantesca plaza del Imán o de los bazares, la mezquita de Jomeh, el puente Pol E Khaju, etc.
Las ciudades, los hoteles y establecimientos públicos están más limpios y cuidados que en los países de Oriente Medio, salvo en el caso del Líbano. Las mujeres, a pesar del modernismo y la occidentalización que el Sha trata de imponer, siguen vistiendo de negro y totalmente cubiertas.
Las gentes más humildes, me dicen, que están cansados de soportar el régimen actual y desean que haya una revolución que traiga un cambio hacia la democracia. De corrupción y calor hay todo el que se quiera
Acabo de leer mis comentarios y, en efecto, la Revolución vino pero no para pasar a una democracia sino para pasar de una dictadura a otra. Pobre pueblo iraní, siempre sometido. Ahora bien, para aquellos ciegos, tullidos y muertos de hambre a quienes, dada su ignorancia, la libertad y la democracia no les importaba mucho, la Revolución islámica les ha traído ayuda y ya no piden limosna por las calles.