Afganistán(el) 03
Abril de 2003
Habían pasado 18 meses desde mi última visita al país. Por aquel entonces la situación era especialmente difícil y peligrosa; recuerdo que tuve que ser escoltado desde la ciudad pakistaní de Peshawar para poder atravesar el desfiladero del Khyber, acercarme a la frontera con el Afganistán, y poder llegar a la maldita puerta de hierro la que, una vez traspasada, quedaba uno en manos de los talibanes. Afortunadamente todo me fue bien y salí con vida.
Ahora, con los talibanes vencidos, y aunque el peligro no está ausente, regreso a Afganistán en avión, como un marqués viajero. Volé a Dubái, vía Londres, para posteriormente tomar un vuelo directo a Kabul. Al parecer la Unión India acababa de regalar a Afganistán ese avión el cual, a pesar de sus añitos, seguía cumpliendo su misión. Así que me encantó sobrevolar las altas, escarpadas, apiñadas y nevadas montañas que cubren la totalidad del país más montañoso de Asia. Es como la Suiza de Asia Central. Hay innumerables ríos que discurren por desfiladeros de gran profundidad.
Me sentí bien al entrar en Kabul e ir recordando los sitios por donde había estado. Noté ligeramente la altitud: estaba a unos 2.000 m y yo venía, justamente, del nivel del mar. Me pusieron al corriente: “quedan todavía algunos miles de talibanes en diversos reductos del sur en la zona de kandahar y que, de vez en cuando, dan serios golpes de mano.”
Estuve alojado en una fonda bastante cutre llamada Gandamak, al parecer uno de los mejores sitios de la capital, en donde compartíamos un baño entre todos los allí alojados y, además, la mitad de los días no había electricidad.
Los extranjeros europeos fuimos invitados al desfile de las fuerzas armadas que, casualmente, iba a acontecer al siguiente día de mi llegada. Estuve en la tribuna principal y no muy lejos del presidente Karzai, al que tenía a “tiro”. El desfile se hizo un poco largo y no pude ni escapar de él, ni hacer fotografías. El control de seguridad era muy fuerte y estaba lleno de policías, algunos del ejército americano. A mi regreso a la capital, Kabul, tras mi viaje por el país, me dijeron en la pensión que había salido en la TV y que se me reconoció muy bien. También pude constatar que si bien Kabul era peligroso, no tuve la misma impresión en el resto del país, atreviéndome a salir de noche.
De los sitios visitados destacaría la ciudad de Herat como la que más me ha gustado. Está situada a 1.200 km. al oeste de Kabul y próxima a la frontera con Irán. Me ha recordado Samarcanda y la arquitectura de los tiempos de Tamerlán. Curiosamente es en las afueras de esta ciudad donde el ejército español tiene su base. Se trata de una zona muy tranquila que ni siquiera entró en conflicto cuando la guerra con los talibanes.
También es muy interesante la ciudad de Mazar-e Sharif que tiene una bella mezquita. He comprobado que los problemas debidos a las diferentes etnias que hay en Afganistán continúan: los pashtun, talibanes que hablan el pasto; los tayikos que están al norte, provienen de Tayikistán, hablan el dari y son el 20%; los iranios que están al oeste, hablan el parsis o farsis y representan el 55%; etc. Visité el valle del PANSHIR en donde los talibanes nunca pudieron entrar pues es necesario pasar por desfiladeros. Aquí nació, vivió y murió Massoud, el héroe del país al que asesinaron dos talibanes disfrazados de periodistas. Existe un magnífico mausoleo, donde descansan sus restos.
Me sorprendió ver las mujeres con sus burkas azules, tal cual como cuando los talibanes ostentaban el poder…después supe, a través de dos mujeres profesoras de instituto, que el problema no eran los talibanes sino los hombres o maridos afganos quienes las amenazaban…así que nada ha cambiado, me temo. También, el nivel de vida o de pobreza sigue siendo parecido al que había antes. La construcción de las ciudades, los pueblos, los barrios etc. es siempre la misma: barro reforzado con paja.
El Afganistán es algo mayor que España. Su población es de 23 millones y un 70% de ellos son analfabetos. Tiene gas y fertilizantes, algo de textil, tapices, etc. Por supuesto mucho opio, cereales, ovejas karakul y cabras.
La renta es de 600 US$. Además de las ciudades antes mencionadas destacan: Bamiyán, con sus budas destrozados de 53 m de altura y Jalalabad, ciudad textil del lado de Pakistán que visité en mi primer viaje. La zona de la capital recibe fuertes vientos desde Junio a Agosto que resultan molestos. La esperanza de vida ronda los 45 años, la mortalidad infantil el 15 %. Fueron protectorado británico hasta 1907. En 1.921 lograron la independencia.
Y yo me pregunto: ¿Habrá merecido la pena “guerrear”? ¿Cuánto tiempo tardarán los talibanes en volver? Y después...(?)