Barbados 16
Marzo de 2016
Mi primer viaje a Barbados fue allá por abril de 1987, lo que quiere decir hace 28 años, casi nada. Aunque “aparentemente” independiente, se trata de una isla-estado dependiente de la corona británica. Por tanto está en la Commonwealth. Ahora, debido al gran desarrollo que ha tenido en la última década, la que era su pequeña capital Bridgetown pasa ya de los 150 mil habitantes. Su divisa es el dólar de Barbados y, por supuesto, se conduce por la izquierda. Siguen con la pena de muerte en vigor y con una diminuta población blanca que ronda el 4% y el resto son negros. Además del inglés, que solo lo hablan aquellos con cierta educación, hablan en general el inglés-criollo.
Como comento en mi viaje del año 1987, el Caribe, que va desde la desembocadura del Orinoco hasta las costas de Florida, tiene aproximadamente unos 25 millones de habitantes que hablan alguno de los siguientes idiomas: español, inglés, francés, holandés y muchos dialectos criollos. Tanto en las islas como en la parte continental, hay plantaciones de tabaco, café, bananas, piña tropical, caña de azúcar, buenas maderas, muchos bosques, muchas flores y gran abundancia de pájaros tropicales. Así que Barbados tiene un poco de todo ello.
Recorrí sus parroquias del interior, que son las de montaña, atravesando grandes plantaciones a lo largo de mi lenta y sinuosa subida hasta llegar al famoso bosque de flores, al mundo de las orquídeas y a la parroquia de Sto. Tomás, etc. Utilizan el nombre de montañas del ron a las zonas de plantaciones de caña en donde hay fábricas que lo elaboran, así como también a otras zonas de bosque tropical le llaman el bosque de las flores. Todo ello de gran belleza natural. La isla tiene una superficie equivalente a un tercio de la de Mallorca, pero con menos población. Cuentan con una sinagoga judía llamada Israel
La renta por habitante es prácticamente el 50% de la de España, la cual es alta comparándola con la de otras islas del Caribe. La industria se apoya en el azúcar, de cuya planta hacen el ron, y de ciertas actividades financieras exentas de impuestos, lo que anima a la inversión de capitales extranjeros.
Este año celebran el 50 aniversario de su independencia. Me ha parecido todo más arreglado y atractivo que cuando vine en el 1987. Lo he encontrado limpio y no he visto gente colgada por la capital; tienen su parlamento (curiosamente, había sesión parlamentaria justamente cuando fui a visitarlo). El mar entra hasta el centro de la ciudad en forma de canal y, por otra parte, la ciudad está rodeada de amplias playas de arena blanca que resultan muy atractivas y que permiten al ciudadano acercarse en cualquier momento a tomar un baño. No creo haber visto ningún blanco por la calle y la población negra es tan amable que te paran en la calle y se ofrecen a darte cualquier información que puedas necesitar. Esto no se ve jamás en ninguna parte
A pesar de que los cielos estaban cubiertos, pasé mucho calor debido al alto grado de humedad. Me ha sorprendido ver gentes musulmanas y he oído a las 4 de la mañana el temprano canto del almuédano o muecín e, igualmente, el anuncio de la oración de la tarde. Los británicos se trajeron aquí, en su día, a trabajadores hindúes para trabajar en las plantaciones de caña, entre los que había algunos que profesaban esa religión. En estos paralelos el sol está muy alto y te abrasa en las horas del mediodía. Encontré el país muy caro y los precios los ponen, descaradamente, en dólares americanos. Anduve por alguna de sus playas de arena blanca y aguas de color verde esmeralda. Son preciosas aunque algo peligrosas por las fuertes resacas.
Tienen muy buen ron y también buen ponche de ron que venden en botellas ya mezclado con jugo de naranja. En las tiendas en las que compran los turistas es habitual tener, en la misma entrada, un vasito de ponche listo para beber como si de té se tratara…puede que el dueño de la tienda piense que un buen trago ayude al cliente a lanzarse a comprar de forma compulsiva…es posible.
Hasta otra.