Burundi 01
Mayo de 2001
Había hecho planes para volar a Bujumbura, la capital de Burundi, con la única compañía aérea que volaba desde Europa: SABENA. Pocos días antes de mi partida dicha compañía dejo de volar a ese destino. La explicación la supe al llegar allí: los rebeldes HUTUS habían ametrallado el avión cuando se disponía a aterrizar hiriendo al copiloto en una pierna y a un pasajero en la cabeza. Los vuelos se pararon de golpe.
Para poder llegar hasta allí tuve que volar con la compañía aérea de Kenia en un pequeño avión. Cuando, finalmente, llegué a Bujumbura, uno de los países más pobres del mundo, me encontré con un pequeño pero precioso aeropuerto, por supuesto un regalo de las Naciones Unidas, que imitaba varias cabañas de nativos del país, lo encontré original e interesante.
Llegué al hotel, dentro de grandes medidas de seguridad, acompañado por un francés que venía, como único blanco en mi vuelo, a una misión a Burundi, el cual pidió a quienes vinieron a buscarle que me acercaran a mi hotel. El hotel estaba limpio y había soldados dentro.
A eso de las 3 de la madrugada fui despertado por algunas ráfagas de metralleta sobre la fachada y me puse en pie. Ya no pegué ojo. Aguanté en la cama, con la puerta cerrada con llave y esperé al amanecer. Con las primeras luces pude comprobar, desde mi ventana, que el ejército regular de los TUTSIS tenía tomado el hotel y que, a la puerta del mismo, había un coche de las Naciones Unidas. Todo estaba controlado, así que me afeité y baje a desayunar y enterarme de lo que había pasado.
Cuando me dirigía hacia la zona de la Misión me contaron que también los rebeldes, días antes, habían atacado la misma, además de destruir parte de la iglesia en la que los nativos se escondieron, y matado a más de 150 personas del barrio. Entonces recordé haber visto la noticia en El PAÍS. ¡Qué coincidencia!
Durante la visita, además de tratar con el director regional de los misioneros, el italiano MARIO PULCINI, quien llevaba 28 años en Burundi conocí, también, al Padre GIUSEPPE, quien llevaba la friolera de 38 años sin regresar a Italia. Éste me comentó que era la tercera vez que los rebeldes HUTUS le destruían lo que él había construido y que la próxima vez se iría o los correría a tiros.
Era jueves, día de la Ascensión, y todo estaba cerrado pues hay muchos cristianos, debido a la influencia de Bélgica que fue el país conquistador desde la marcha de los alemanes. Pude constatar que mucha gente entraba en la iglesia de la Misión a rezar y que por las calles toda la gente saludaba a los misioneros con mucho cariño. Las construcciones que han hecho éstos, siendo el Padre GIUSEPPE el director de la obra, me han parecido fenomenales: una iglesia grande, hospital, escuelas, lugares de reposo, etc. Todo hecho con ladrillo cerámico macizo, muy bien colocado y de buena fabricación. Hice algunas fotografías.
Esta Misión que visité, pertenece a la misma orden de los Padres italianos JAVERlANOS, que conocí en Bangladesh y en Sierra Leona. Hablé con ellos sobre los Padres Javerianos que conocía yo. La visita fue muy interesante. Tienen una misión en KAMENGE.
Los TUTSIS, que es la etnia en el poder, está formada por negros de muy buen porte: muy altos (casi todos de más de 1,80 de altura, fuertes e inteligentes); aunque son una minoría dominan el poder político y las fuerzas armadas. Habían sido los aristócratas en la época en la que había reyes en el país. En cuanto a los HUTUS, son más en número pero no valen tanto ni están tan preparados. La lucha parece que continuará aún por muchos años. Además, los HUTUS rebeldes cuentan con la ayuda de la gente pobre que cree que si ganan el pueblo vivirá mejor. Lo cual yo dudo, pues si ganaran se convertirían en corruptos como los otros. La R. D. del Congo ayuda a los HUTUS. Algo parecido pasa en RUANDA.
Burundi, de una superficie similar a Cataluña, tiene una población de unos 7 millones de habitantes Está situado por debajo del Ecuador y en el meridiano 30 Este y a orillas del lago TANGANIKA; es muy montañoso, muy verde y de una gran belleza. Llueve con frecuencia y abundantemente.
Tienen como unidad monetaria el franco de Burundi y 1.000 de ellos equivalen a un dólar. Es un país muy sano, con temperaturas moderadas. No obstante, debido a las múltiples enfermedades tropicales, los hombres no suelen pasar de los 44 años y las mujeres de 47.
Consiguieron la independencia de Bélgica en 1962. Desde entonces los HUTUS y tos TUTSIS han luchado repetidas veces y los muertos en estas confrontaciones se cuentan por centenas de miles. Los TUTSIS llegaron a asesinar a un presidente HUTU en el año 1.993, lo que trajo consigo otra matanza masiva. Aunque en teoría es una república, en realidad se trata del dominio de una etnia sobre otra. Los HUTUS representan el 85%, los TUTSIS el 14 % y los pigmeos el 1 %.
El idioma que hablan es el KIRUNDI que, junto con el francés, son los idiomas oficiales. También se habla mucho swahili.
Es uno de los países más pobres del mundo. Su renta per cápita es de 170 US$. El principal producto del país es el café; aparte cultivan algodón y té y para consumo propio: mijo, maíz, sorgo, patatas y mandioca. Tienen níquel y algo de petróleo en el lago. La etnia TUTSI se dedica la pesca en el lago Tanganika. En las carreteras, sólo un kilómetro de cada 15 tiene asfalto. El analfabetismo, sobre todo entre la etnia HUTU, llega al 70%.
Seguir Leyendo
La situación es muy inestable. En estos días hablan de que los rebeldes van a intentar un nuevo asalto. La gente, incluidos los extranjeros, no se atreven a hablar del asunto. Hay espías por todas partes. En mi hotel había un policía disfrazado de trabajador. A mí siempre me preguntaba cosas pero yo lo evitaba. El nivel de malaria es altísimo y mueren constantemente debido a ella. En la Misión que estuve, había algunos padres infectados. Da fiebre alta y afecta al cerebro.
Algunas cosas como las montañas, los paisajes verdes, la gente, las vacas con enormes cuernos, etc. me recuerdan a UGANDA. He visto muchas veces a mi lado el famoso mosquito ANOPHELES portador de la malaria. Se reconoce muy bien.
Mi comida durante estos días se ha centrado en unas albóndigas de carne que hacen fritas, algo de pescado del lago Tanganika y fruta tropical. La piña es muy buena y la papaya no está mal. Las diminutas bananas no valen mucho.
Como siempre hago, tomé un coche con chofer y me dediqué a recorrer lo que nos estaba permitido. A las 9 de la mañana teníamos que escuchar la radio de las Naciones Unidas en Burundi. De acuerdo con la situación salíamos en una u otra dirección. Hay zonas de la propia capital, sobre todo la que da hacia las montañas, por donde no se puede ir pues los rebeldes están por allí: seguíamos las instrucciones de las Naciones Unidas al pie de la letra. He visto preciosos lugares, casi siempre pasados por agua, y pájaros: grullas coronadas, gigantescos cuervos píos, mirlos crestados, carracas pías, lavanderas, etc.
Tanto HUTUS como TUTSIS tienen la costumbre de darse la mano cada vez que se encuentran. Obviamente se lo vieron hacer primero a los alemanes y después a los belgas, así que sólo siguen la tradición de los invasores. Los belgas que vienen por aquí, como pasó con SABENA, no son bien vistos pues, al parecer, están del lado de los TUTSIS. Mi visita a BURUNDI ha coincidido con el descubrimiento, por parte de unos laboratorios suizos, de un nuevo y muy efectivo medicamento contra la malaria. Al parecer el precio es muy bajo y los países africanos se verán muy beneficiados.
La tasa de natalidad de estas gentes está en 7 hijos por mujer. ¡CASI NADA!
Saludé al vicepresidente del país, que estaba sentado en una mesa al lado junto con otros colegas suyos. Me dio la mano y me deseó una feliz estancia. Él y sus colegas TUTSIS medían todos más de 1,95 metros. El billete de avión que compre en España para volar desde Burundi a Kigali no me lo admitieron pues esa compañía no vuela más. Tuve que comprar otro y volar en una avioneta de 10 plazas. ¡En qué líos me meto!
BURUNDI ha sido un país más en el que hacer fotos estaba totalmente prohibido. De todas formas me arriesgué e hice algunas, sobre todo las del asalto al hotel.
Me habría encantado fotografiar el precioso aeropuerto. Hice algunas desde el avión pero a mucha altura. La luz africana sigue siendo diferente y maravillosa, claro que hace falta que no llueva o no esté cubierto. Los burundeses llevan mucha ropa puesta encima, son muy frioleros.
El vuelo desde BUJUMBURA a KIGALI, capital de RUANDA, lo hice en un avión enano de la compañía estatal; fue arriesgado pero, al mismo tiempo, placentero pues sobrevolamos las verdes colinas de ambos países: el lago Tanganica, los verdes valles, los ríos con sus meandros, etc. Las ventanillas de la avioneta, sucias y de plástico oscuro, me impidieron hacer un reportaje decente. ¡Qué mala racha llevo! Volveré si algún día vuelve la paz.