Córcega 10

En un principio no era mi intención incluir en “sabinoelviajero.com” los pequeños viajes hechos por España y por los países europeos más conocidos, dado que estos están a la altura de cualquier viajero. Me decidió, el hecho de pensar que alguna fotografía pudiera ser un documento de interés para algún seguidor de la web.

Septiembre de 2010

Hacía 24 años que no regresaba a Córcega, siendo ésta mi cuarta visita. Se trata de una isla tres veces mayor que Mallorca, más verde y más montañosa. El Frente Nacional de Liberación de Córcega se ha encargado, entre otras cosas, de mantenerla prácticamente virgen.

En ella no hay edificios altos, ni hoteles grandes, ni autopistas, ni construcciones abusivas de ningún tipo. Es un ejemplo del que deberían aprender no solo las islas mediterráneas sino también los países del entorno.

Entré por la ciudad de Bonifacio, siempre agradable, amurallada, mirando al mar y hospitalaria. Interesante villa y muralla medieval, al igual que el puerto-marina ubicado en un enclave natural muy atractivo. De aquí, con el coche de alquiler que traje de Cerdeña en el transbordador, partí hacia el Norte por la carretera costera del Este en dirección a Bastia y, tras detenerme a visitar Porto Vecchio, recorrí los bellísimos Parques Naturales de la zona poblados por frondosos y sanos bosques en Zonza, Babella, Ospedale, etc. Hice casi un centenar de Km por carreteras de montaña plagadas de curvas y con peligrosos acantilados, pero hacerlo fue un placer al poder contemplar enormes encinares, pinedas, águilas, etc.

Al mismo tiempo fui atravesando pueblecitos típicos, construidos en piedra, como el de Solenzara, en los que pasaba la noche y también disfrutaba de la calidad de la cocina corsa. Además de sus fantásticos quesos, hay embutidos, ensaladas de queso de cabra, etc. Una buena parte de los nombres de lugares y familias en Córcega son de origen italiano.

De la costa Este me desvié, siguiendo el Río Tavignano, hasta Corte, pueblo grande en el centro del norte de la isla, el cual encontré muy estropeado al haberse convertido en los últimos 20 años en zona industrial. Actualmente tiene universidad.

Regresé nuevamente a la costa este para remontar hacia el Norte y visitar la villa marinera de St. Florent, la que encontré más atractiva que hace años. Ahora se presenta más arreglada y turística, con amplias instalaciones y puerto deportivo de yates.

Después crucé el desierto de Agriates para, tras una conducción montañosa y llena de curvas, llegar a L'Île-Rousse y Calvi. Apenas pude reconocerlos dado el enorme desarrollo turístico realizado en los últimos 23 años. Los hoteles son muy pequeños y no pasan de 3 estrellas ni de 20 habitaciones, estando regidos en muchos casos por familias. Hay en sus alrededores preciosas playas vírgenes con dunas.

De Calvi y por la peligrosa carretera de la costa oeste, salí hacia Porto. Tortuoso recorrido que me llevó unas horas. La carretera ha sido ampliamente mejorada con relación a mi última visita. Las panorámicas eran espectaculares dado el color rosa de las montañas. Solo pude reconocer Porto por su playa, que lo caracteriza y que no ha podido cambiar; actualmente está lleno de nuevas edificaciones, restaurantes, terrazas, tiendas de suvenires, etc. He de reconocer que todo lo nuevo resulta homogéneo y está más bonito ahora que antes.

Continué mi ruta hacia Ajaccio, deteniéndome a dormir en el pueblecito pintoresco de Piana que, al igual que Porto, me costó reconocer. Todo él en piedra y muy cuidado. Cuando finalmente llegué a Ajaccio la encontré sucia, desordenada e irreconocible; tuve que irme avergonzado de que un día me hubiera sentido bien en ella. Así que seguí hasta la bella Bonifacio la que, aunque muy turística, sigue teniendo su atractiva ciudad amurallada con sus acantilados y callejuelas.

En resumen: Aplaudo el éxito que supone mantener el medio, el campo, los parques naturales, la ausencia de autopistas, etc. pero no puedo aceptar la suciedad, el abandono, el desorden, etc. que caracteriza algunas áreas de la isla. En cualquier caso Córcega sigue siendo una isla muy cuidada dentro del destrozado Mediterráneo.